ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo I

Capitulo LIX. El Gobernador se traslada a la ciudad de Los Infantes - Despoblacion de la plaza de Arauco - Varios hechos de armas - Primera ruina de la ciudad de La Concepcion.

Debilitado el ejército español, i el Gobernador lleno de horror, con aquella pérdida que causó su mal acuerdo, resolvió marchar a la ciudad de los Infantes, i poco satisfecho de la vecindad de Paillataru, levantó el campamento, i en tres marchas se puso sobre el confluente de los rios Vergara i Biobio. Aquí se desprendió del gobierno de las armas i lo dió al capitan Gamboa, con órden de desalojar la plaza de Arauco,. que estaba a las órdenes del capitan Gaspar de la Barrera. Nada se demoró Gamboa en esta operacion. Trasmontó los cerros de San Jerónimo, i bajó a la costa de Arauco, cuando todavía no se movia Paillataru de la cuesta de Villagra. Tuvo tiempo de trasladar la guarnicion de la plaza i toda la poblacion a la ciudad de Cañete.

Bien fué menester esta aceleracion. Conoció Paillataru que la retirada del Gobernador fué efecto de temor por la derrota del maestre de campo Velasco, i si no se hubiera dado prisa en la evacuaron de la plaza de Arauco, sin duda la hubiera entrado por asalto. No tenia mas de 40 soldados para su defensa, i muchos puestos que guarnecer. Estaba dentro del mismo estado, i al paso para su cuartel jeneral i debemos creer que no la hubiera dejado a su espalda.

Ello es así, que avisado de haberla desalojado el capitan Gamboa, i trasladado su poblacion a Cañete, puso su ejército en movimiento, con ánimo de atacar este establecimiento, que lo debía suponer con duplicada defensa por haber recibido la que tenia la plaza de Arauco i el destacamento que mandaba Gamboa. Exceso fué de animosidad, pero jamás supo aquella nacion consultar con los peligros ni entrar en cuentas con el prudente temor. Campó cerca de Cañete, i abrió sus trincheras para asegurar el ejército i hacer correrías por toda la comarca, i con este motivo orientarse del estado de la ciudad i arrimarse a ella.

Penetró Gamboa esta máxima, i salió a impedir su ejecucion con el maestre de campo, 120 españoles, i otros tantos auxiliares (1569). Puesto a la vista del ejército de Paillataru, se sorprendió i consultó con sus capitanes la resolucion. Pedro Cortez i Juan Ruiz de Leon votaron por el pronto avance. Reflexionaron que en aquella situacion no se podia evitar la batalla si Paillataru queria darla, porque les picaría la retaguardia, i con su retirada se les aumentaria la osadía que no necesitaba de espuela para ponerse en movimiento. Siguieron todos este dictamen, i avanzaron. Paillataru salió de sus trincheras, confiado en su mayor número, para no embarazarse en la pelea.. Creyó Gamboa desbaratarlo al primer encuentro. Dió mérito a este pensamiento cierto movimiento de los bárbaros, que indicaba temor i no lo fué. Con una pronta evolucion, formo Paillataru su ejército en círculo, i tomo a los españoles en el centro. Hizo Gamboa la misma formacion, i con el fuego de la arcabucería, resistió los furiosos choques de aquellas gruesas líneas. Cerca de dos horas sufrieron los indios un contínuo fuego, Basta que se vieron necesitados a ceder a su violencia i se abrió el círculo. Salieron de él los españoles i Paillataru se retiró a sus trincheras con muchos heridos, i dejando mas de 300 muertos en el campo.

Gamboa no se movió del campo de batalla. Se mantuvo en él un dia completo, aguardando que Paillataru volviese al combate. Pero viéndolo bien atrincherado, i conociendo el evidente riesgo de ser vencido si lo atacaba, se contento con la victoria del dia anterior, i regresó a Cañete. Paillataru siempre estuvo a la mira de atacar esta ciudad i tomarla por sorpresa o por asedio. Al capitan Gamboa le instaba el regreso a los Infantes donde le aguardaba el Gobernador. La ciudad se hallaba sin víveres para mantenerse, i con 100 españoles e igual número de auxiliares, salió a buscarlos por las inmediaciones de Puren, en tierras del capitan Pelantaru. Llegó a noticia de éste la espedicion, i auxiliado de Pelantaru, se emboscó con 6,000 Hombres (1569). Entro Gamboa al valle, i cuando ménos lo aguardaba, ni aun lo imajinaba, se hallo cercado de los enemigos. No se sorprendió. Formo su destacamento en cuadro. Echo pequeñas guerrillas por los costados, i se fué abriendo paso para la retirada, que hizo en buen órden con daño de los enemigos, aunque no sin alguna pérdida propia.

Con estas pequeñas victorias, siempre sin consecuencias i nunca sin pérdidas, se debilitaba el ejército español, i para reforzarle determinó el Gobernador mantenerse en la defensiva. Reforzó la guarnicion de Cañete, i la abasteció de víveres. Nombró de maestre de campo a Lorenzo Bernal, i envió a  Miguel de Velasco al Perú para que pidiese al virrei jente i dinero (1570), que eran dos cosas difíciles de alcanzar; i no perdia ocasion de brindar a los indios con la paz. Pernicioso pensamiento, pero adoptado de todos los ministros togados que tuvo Chile desde entónces, hasta el año pasado de 1776, que mejor instruidos por la experiencia de mas de dos siglos, conocieron su inutilidad, i lo Hicieron presente a la Corte. Pero ha tenido su informe los efectos que convenian al Estado, porque no faltó quien dirijiese otros diametralmente opuestos, aunque dañosos i perjudiciales, mui conducentes paya sus intereses particulares.

Sin embargo de esta tenaz guerra, crecía la Concepcion, i se aumentaba su poblacion a la sombra de la Mal Audiencia, que llama a todos los habitantes del país para el espediente de sus negocios. Pero apénas comenzaba a ver estos buenos principios, cuando fué reducido a la nada. Esperimento un formidable terremoto, seguido de una espantosa salida de mar, que la destruyo hasta los cimientos, i si no hubiera sido de día, ni aun la vida hubieran libertado sus moradores (8 de febrero de 1570). duraron cinco meses los estremecimientos de la tierra con horrorosos estruendos subterráneos, que son en el sentir mas verosímil, su verdadera i lejítima causa. Ocurrieron al cielo aquellos ciudadanos, i entonces hicieron el voto que anualmente cumple aquella, ciudad, en la festividad que celebra el juéves inmediato, despues del miércoles de ceniza. Lo aprobó el reverendo Obispo de la Imperial, i luego levantaron un pequeño templo i colocaron en él la sagrada imagen de Nuestra Señora bajo la advocacion de su Natividad, a la que desde ese tiempo hasta el puente, rinde sus relijiosos cultos, con asistencia de los dos cabildos, eclesiástico i secular, en efectivo devoto cumplimiento de su promesa.

I porque esta da una cumplida idea de las consternaciones de aquellos habitantes i del espantoso sacudimiento de tierra que les puso en tan grave afliccion, la pondremos a la letra, i es como sigue: «En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo i Espíritu Santo, tres personas i un solo Dios verdadero, i de la Bienaventurada Vírjen María, madre de Dios, señora i abogada nuestra: considerando como la justicia de Dios justamente es conmovida por la gravedad de nuestros pecados, por los cuales dignamente somos aflijidos, i que como clementísimo padre, procurando i solicitando nuestra enmienda, nos previene i avisa de mayor castigo i rigor, sobre los que obstinadamente perseveran en los vicios, i procurando la ejecucion de algun castigo notable, nos advierte con calamidades i aflicciones, i que en esta ciudad de la Concepcion, por sus divinos inescrutables juicios sucedió el miércoles de ceniza de este presente año de 1570, a los 8 dias del mes de febrero, a las nueve horas del día, un tan repentino i grande terremoto, que se asolase; sobre lo cual inmediatamente el mismo dia salió el mar muchas veces de su curso con grande furor i espanto,¡ anegó, arruino totalmente i destruyo esta dicha ciudad; i que Dios por su infinita clemencia, de la cual no se olvida el dia de su furor, fué servido que casi ninguna persona muriese; i perseverando continuamente hasta el dia de hoi por espacio de mas de cinco meses el dicho terremoto i temblores, nos parecía que esta ciudad i república debe ser purificada con penitencia, limosna i oraciones, que es el modo con que la divina escritura¡ la santa madre Iglesia nos enseña a aplacar i prevenir el rostro rigoroso del Señor, cuya infinita clemencia se deja solicitar de nuestros miserables obsequios i servicios, i solo pretende que se le espela la maldad, porque en nosotros halle disposicion para reconciliarnos en su gracia i amor; i estando mas pronto a comunicarnos la gracia, que nosotros a recibirla, que parece que le da cuidado i compasion de nuestra miseria, por lo cual, entendiendo de cuanta eficacia i virtud sea la oracion de los justos e intercesion de los santos para negociar con Dios, a cuya instancia muchas veces el Soberano Señor ha detenido su mano i la ejecucion de su justicia: acordamos, con parecer de personas doctas i relijiosas, hacer un público i solemne voto por nosotros, i en nombre de la ciudad, i de todas i de cualquiera persona que en ella de aquí adelante hubiere i residiere perpetuamente; i tomar por intercesores al santo que por suerte le cupiera la defensa i proteccion de la ciudad, acerca de la calamidad, que al presente nos aflije; i habiendo echado las dichas suertes por obviar la contencion i diferentes pareceres, sin supersticion ni engaño, i habiendo primero invocado la gracia del Espíritu Santo, cayó la suerte en el dia de la Natividad de la Vírjen Sacratísima, madre de Dios, señora i aboga la nuestra, por cuya intercesion siempre esta ciudad ha sido i esperamos firmemente que será defendida, i la ira de Dios finalmente mitigada; por tato, habiéndonos ayuntado en público cabildo abierto, que para este efecto se convocó en la iglesia mayor de esta ciudad, en ocho dial del mes de julio de dicho año de 1570, nos el licenciado Juan Torres de Vera i doctor Diego Martinez de Peralta, oidores de S. M., i el comendador frai Fernando Romero, vicario jeneral de la órden de nuestra señora de la Merced, i el capitan Alonso de Alvarado, correjidor i justicia mayor de esta ciudad, i el capitán Gomez de Lagos i Diego Diaz, alcaldes ordinarios, i Pedro Pantoja i Francisco Gutierrez de Valdivia, rejidores, i Antonio Lozano, escribano de cabildo, i Fernando de Guelba i Diego de Aranda, vecinos de la dicha ciudad, i otras muchas personas, vecinos ¡moradores de ella, porque con mas calor i propósito hubiese este voto, i así se hizo habiendo echado las suertes, como de suso se ha referido, i cupo i cayó la suerte, el dia de la Santísima Natividad de nuestra señora la Vírjen María, señora i abogada nuestra; se prometió de la hacer una hermita de esta advocacion, en la calle de la Loma, a donde se señaló el sitio i lugar para el dicho efecto, i se puso una cruz para principio de esta santa obra, la cual llevamos a poner en el dicho sitio con una solemne procesion, hasta tanto que el tiempo dé lugar para poder edificar la dicha hermita. I que por ser mortales, i por la merced que Dios por su misericordia ha sido servido nos hacer, como siempre nos hace, de que hayan cesado los temblores que tan ordinarios eran en esta ciudad desde el dicho dia de ceniza, de que se hizo el voto, podria ser nos olvidásemos de este propósito hecho de servir a nuestra señora, se resfriase i dejase de nuestra memoria, para que mejor i mas cumplida se haga, i que siempre vaya adelante tan santa i buena obra, i que el culto divino se celebre i sea venerado i acatado con mas solemnidad, queremos que se haga, i lo firmamos.» Aquí las firmas, como se puede ver en el archivo episcopal de la ciudad de la Concepcion.

Debilitado el ejército español, i el Gobernador lleno de horror, con aquella pérdida que causó su mal acuerdo, resolvió marchar a la ciudad de los Infantes, i poco satisfecho de la vecindad de Paillataru, levantó el campamento, i en tres marchas se puso sobre el confluente de los rios Vergara i Biobio. Aquí se desprendió del gobierno de las armas i lo dió al capitan Gamboa, con órden de desalojar la plaza de Arauco,. que estaba a las órdenes del capitan Gaspar de la Barrera. Nada se demoró Gamboa en esta operacion. Trasmontó los cerros de San Jerónimo, i bajó a la costa de Arauco, cuando todavía no se movia Paillataru de la cuesta de Villagra. Tuvo tiempo de trasladar la guarnicion de la plaza i toda la poblacion a la ciudad de Cañete.

Bien fué menester esta aceleracion. Conoció Paillataru que la retirada del Gobernador fué efecto de temor por la derrota del maestre de campo Velasco, i si no se hubiera dado prisa en la evacuaron de la plaza de Arauco, sin duda la hubiera entrado por asalto. No tenia mas de 40 soldados para su defensa, i muchos puestos que guarnecer. Estaba dentro del mismo estado, i al paso para su cuartel jeneral i debemos creer que no la hubiera dejado a su espalda.

Ello es así, que avisado de haberla desalojado el capitan Gamboa, i trasladado su poblacion a Carrete, puso su ejército en movimiento, con ánimo de atacar este establecimiento, que lo debía suponer con duplicada defensa por haber recibido la que tenia la plaza de Arauco i el destacamento que mandaba Gamboa. Exceso fué de animosidad, pero jamás supo aquella nacion consultar con los peligros ni entrar en cuentas con el prudente temor. Campó cerca de Cañete, i abrió sus trincheras para asegurar el ejército i hacer correrías por toda la comarca, i con este motivo orientarse del estado de la ciudad i arrimarse a ella.

Penetró Gamboa esta máxima, i salió a impedir su ejecucion con el maestre de campo, 120 españoles, i otros tantos auxiliares (1569). Puesto a la vista del ejército de Paillataru, se sorprendió i consultó con sus capitanes la resolucion. Pedro Cortez i Juan Ruiz de Leon votaron por el pronto avance. Reflexionaron que en aquella situacion no se podia evitar la batalla si Paillataru queria darla, porque les picaría la retaguardia, i con su retirada se les aumentaria la osadía que no necesitaba de espuela para ponerse en movimiento. Siguieron todos este dictamen, i avanzaron. Paillataru salió de sus trincheras, confiado en su mayor número, para no embarazarse en la pelea.. Creyó Gamboa desbaratarlo a i primer encuentro. Dió mérito a este pensamiento cierto movimiento de los bárbaros, que indicaba temor i no lo fué. Con una pronta evolucion, formo Paillataru su ejército en círculo, i tomo a los españoles en el centro. Hizo Gamboa la misma formacion, i con el fuego de la arcabucería, resistió los furiosos choques de aquellas gruesas líneas. Cerca de dos horas sufrieron los indios un contínuo fuego, Basta que se vieron necesitados a ceder a su violencia i se abrió el círculo. Salieron de él los españoles i Paillataru se retiró a sus trincheras con muchos heridos, i dejando mas de 300 muertos en el campo.

Gamboa no se movió del campo de batalla. Se mantuvo en él un dia completo, aguardando que Paillataru volviese al combate. Pero viéndolo bien atrincherado, i conociendo el evidente riesgo de ser vencido si lo atacaba, se contento con la victoria del dia anterior, i regresó a Cañete. Paillataru siempre estuvo a la mira de atacar esta ciudad i tomarla por sorpresa o por asedio. Al capitan Gamboa le instaba el regreso a los Infantes donde le aguardaba el Gobernador. La ciudad se hallaba sin víveres para mantenerse, i con 100 españoles e igual número de auxiliares, salió a buscarlos por las inmediaciones de Puren, en tierras del capitan Pelantaru. Llegó a noticia de éste la espedicion, i auxiliado de Pelantaru, se emboscó con 6,000 Hombres (1569). Entro Gamboa al valle, i cuando ménos lo aguardaba, ni aun lo imajinaba, se hallo cercado de los enemigos. No se sorprendió. Formo su destacamento en cuadro. Echo pequeñas guerrillas por los costados, i se fué abriendo paso para la retirada, que hizo en buen órden con daño de los enemigos, aunque no sin alguna pérdida propia.

Con estas pequeñas victorias, siempre sin consecuencias i nunca sin pérdidas, se debilitaba el ejército español, i para reforzarle determinó el Gobernador mantenerse en la defensiva. Reforzó la guarnicion de Cañete, i la abasteció de víveres. Nombró de maestre de campo a Lorenzo Bernal, i envió a Miguel de Velasco al Perú para que pidiese al virrei jente i dinero (1570), que eran dos cosas difíciles de alcanzar; i no perdia ocasion de brindar a los indios con la paz. Pernicioso pensamiento, pero adoptado de todos los ministros togados que tuvo Chile desde entónces, hasta el año pasado de 1776, que mejor instruidos por la experiencia de mas de dos siglos, conocieron su inutilidad, i lo Hicieron presente a la Corte. Pero ha tenido su informe los efectos que convenian al Estado, porque no faltó quien dirijiese otros diametralmente opuestos, aunque dañosos i perjudiciales, mui conducentes paya sus intereses particulares.

Sin embargo de esta tenaz guerra, crecía la Concepcion, i se aumentaba su poblacion a la sombra de la Mal Audiencia, que llama a todos los habitantes del país para el espediente de sus negocios. Pero apénas comenzaba a ver estos buenos principios, cuando fué reducido a la nada. Esperimento un formidable terremoto, seguido de una espantosa salida de mar, que la destruyo hasta los cimientos, i si no hubiera sido de día, ni aun la vida hubieran libertado sus moradores (8 de febrero de 1570). duraron cinco meses los estremecimientos de la tierra con horrorosos estruendos subterráneos, que son en el sentir mas verosímil, su verdadera i lejítima causa.

Ocurrieron al cielo aquellos ciudadanos, i entonces hicieron el voto que anualmente cumple aquella, ciudad, en la festividad que celebra el juéves inmediato, despues del miércoles de ceniza. Lo aprobó el reverendo Obispo de la Imperial, i luego levantaron un pequeño templo i colocaron en él la sagrada imagen de Nuestra Señora bajo la advocacion de su Natividad, a la que desde ese tiempo hasta el puente, rinde sus relijiosos cultos, con asistencia de los dos cabildos, eclesiástico i secular, en efectivo devoto cumplimiento de su promesa.

I porque esta da una cumplida idea de las consternaciones de aquellos habitantes i del espantoso sacudimiento de tierra que les puso en tan grave afliccion, la pondremos a la letra, i es como sigue: «En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo i Espíritu Santo, tres personas i un solo Dios verdadero, i de la Bienaventurada Vírjen María, madre de Dios, señora i abogada nuestra: considerando como la justicia de Dios justamente es conmovida por la gravedad de nuestros pecados, por los cuales dignamente somos aflijidos, i que como clementísimo padre, procurando i solicitando nuestra enmienda, nos previene i avisa de mayor castigo i rigor, sobre los que obstinadamente perseveran en los vicios, i procurando la ejecucion de algun castigo notable, nos advierte con calamidades i aflicciones, i que en esta ciudad de la Concepcion, por sus divinos inescrutables juicios sucedió el miércoles de ceniza de este presente año de 1570, a los 8 dias del mes de febrero, a las nueve horas del día, un tan repentino i grande terremoto, que se asolase; sobre lo cual inmediatamente el mismo dia salió el mar muchas veces de su curso con grande furor i espanto,¡ anegó, arruino totalmente i destruyo esta dicha ciudad; i que Dios por su infinita clemencia, de la cual no se olvida el dia de su furor, fué servido que casi ninguna persona muriese; i perseverando continuamente hasta el dia de hoi por espacio de mas de cinco meses el dicho terremoto i temblores, nos parecía que esta ciudad i república debe ser purificada con penitencia, limosna i oraciones, que es el modo con que la divina escritura¡ la santa madre Iglesia nos enseña a aplacar i prevenir el rostro rigoroso del Señor, cuya infinita clemencia se deja solicitar de nuestros miserables obsequios i servicios, i solo pretende que se le espela la maldad, porque en nosotros halle disposicion para reconciliarnos en su gracia i amor; i estando mas pronto a comunicarnos la gracia, que nosotros a recibirla, que parece que le da cuidado i compasion de nuestra miseria, por lo cual, entendiendo de cuanta eficacia i virtud sea la oracion de los justos e intercesion de los santos para negociar con Dios, a cuya instancia muchas veces el Soberano Señor ha detenido su mano i la ejecucion de su justicia: acordamos, con parecer de personas doctas i relijiosas, hacer un público i solemne voto por nosotros, i en nombre de la ciudad, i de todas i de cualquiera persona que en ella de aquí adelante hubiere i residiere perpetuamente; i tomar por intercesores al santo que por suerte le cupiera la defensa i proteccion de la ciudad, acerca de la calamidad, que al presente nos aflije; i habiendo echado las dichas suertes por obviar la contencion i diferentes pareceres, sin supersticion ni engaño, i habiendo primero invocado la gracia del Espíritu Santo, cayó la suerte en el dia de la Natividad de la Vírjen Sacratísima, madre de Dios, señora i aboga la nuestra, por cuya intercesion siempre esta ciudad ha sido i esperamos firmemente que será defendida, i la ira de Dios finalmente mitigada; por tato, habiéndonos ayuntado en público cabildo abierto, que para este efecto se convocó en la iglesia mayor de esta ciudad, en ocho dial del mes de julio de dicho año de 1570, nos el licenciado Juan Torres de Vera i doctor Diego Martinez de Peralta, oidores de S. M., i el comendador frai Fernando Romero, vicario jeneral de la órden de nuestra señora de la Merced, i el capitan Alonso de Alvarado, correjidor i justicia mayor de esta ciudad, i el capitán Gomez de Lagos i Diego Diaz, alcaldes ordinarios, i Pedro Pantoja i Francisco Gutierrez de Valdivia, rejidores, i Antonio Lozano, escribano de cabildo, i Fernando de Guelba i Diego de Aranda, vecinos de la dicha ciudad, i otras muchas personas, vecinos ¡moradores de ella, porque con mas calor i propósito hubiese este voto, i así se hizo habiendo echado las suertes, como de suso se ha referido, i cupo i cayó la suerte, el dia de la Santísima Natividad de nuestra señora la Vírjen María, señora i abogada nuestra; se prometió de la hacer una hermita de esta advocacion, en la calle de la Loma, a donde se señaló el sitio i lugar para el dicho efecto, i se puso una cruz para principio de esta santa obra, la cual llevamos a poner en el dicho sitio con una solemne procesion, hasta tanto que el tiempo dé lugar para poder edificar la dicha hermita. I que por ser mortales, i por la merced que Dios por su misericordia ha sido servido nos hacer, como siempre nos hace, de que hayan cesado los temblores que tan ordinarios eran en esta ciudad desde el dicho dia de ceniza, de que se hizo el voto, podria ser nos olvidásemos de este propósito hecho de servir a nuestra señora, se resfriase i dejase de nuestra memoria, para que mejor i mas cumplida se haga, i que siempre vaya adelante tan santa i buena obra, i que el culto divino se celebre i sea venerado i acatado con mas solemnidad, queremos que se haga, i lo firmamos.» Aquí las firmas, como se puede ver en el archivo episcopal de la ciudad de la Concepcion.