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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo I

Capítulo LXXVI. Se traslada el Gobernador a la ciudad de La Concepcion, i celebra paces con los indios.

Puestos en buen orden los negocios del gobierno en el distrito de la capital, dirijió el Gobernador sus cuidados a los paises meridionales de su gobernacion. Pidió a los vecinos de Santiago le prestasen dinero, armas i caballos para continuar la guerra contra los indios, con protesta de pagarlo todo del real erario, o de su caudal, si el Soberano no aprobaba los gastos. I dejando de Gobernador para ella, la Serena, Mendoza i sus distritos al licenciado Pedro Vizcarra, juez de apelacion, se traslado a la de Concepcion, donde tambien fué bien recibido (marzo de 1593).

Las victorias que don Alonso de Sotomayor habia ganado a los araucanos, en que perdieron mas de 14 mil hombres, i la epidemia de viruelas que les llevo la tercera parte de su poblacion, los pusieron en la necesidad de entrar por ajustes de paz. Temerosos de las resultas del viaje que hizo a Lima el caballero Sotomayor, ya durante su ausencia la habian pedido muchas parcialidades, sin que Paillamacu, que se hallaba de jeneral, lo pudiese impedir, viéndose precisado a entrar por el mismo partido, aunque no con la sinceridad que convenia para que fuese sólida i permanente. Propuso por medio de un enviado la suspension de hostilidades, la despoblacion de todos los establecimientos españoles desde el río Itata hasta el canal de Chiloé, i la plenísima libertad i total independencia. El prudente Gobernador oyó sin alteracion tan altanera i arrogante proposicion, i contestó en términos jenerales i vagos, que nada concluyeron. Despidió cortésmente al enviado, i les convido para tratar éste negocio en una asamblea jeneral.

No le desagrado al Gobernador este primer paso, que daba entrada a la paz, que tanto convenía i se deseaba. I para adelantar las negociaciones, convocó jeneralmente a los indios para celebrar con ellos la indicada junta. Convinieron los principales caudillos, i concurrieron indios de todas las parcialidades, ménos de la comarca de Puren, que por disposicion de Paillamacu, quedaron de guerra bajo la conducta de Palantaru, jefe de aquel distrito.

Abrió el Gobernador el congreso (diciembre de 1593), i les dijo: «bien conocéis que la paz i la guerra están en mi mano, i puedo elejir cualesquiera de las dos. Os convido con aquella, sin que por eso penseis que temo esta. Sirvo a tan poderoso monarca, que teniendo posesiones en todos los paises que rejistra el sol con sus rayos, son millares de hombres los que tiene a su obediencia. Con ellos puede destruiros en el momento que lo determine, i compadecido yo de vuestros males, os aconsejo que abrazeis el partido suave de la paz, i eviteis las duras condiciones de la guerra. Pero también os advierto, que la paz que ahora trateis i prometais, no ha de ser insidiosa, falsa i poco duradera, como lo habéis practicado hasta ahora. Ha de ser de tal firmeza i con tal sinceridad, que se deje conocer en su perpteua permanencia.

«Ya es bastante, señor, le dijo Antupillan, tomando la voz a nombre de su nacion, no penseis que se ha escondido a nuestro conocimiento el poder de vuestro príncipe. No es necesario que lo publique la fama, i tú estas, señor, desobligado de encarecerlo tanto. El por si mismo se da a conocer. Ya se deja entender que el príncipe, a cuyo poder está concedido mandar desde el nacimiento del sol hasta su ocaso tantos valerosos soldados, armados de truenos i de rayos, será un hombre superior a todos los demas. Conocemos i sabemos inferir mui bien cuanto sube de punto el poder de un príncipe que se ha sabido adquirir posesiones sobre el mar, i hasta ahora que vimos esas grandes casas con todas las comodidades para la vida, i armadas tambien de truenos i rayos, estuvimos persuadidos que tener habitacion en la mar, era privilejio concedido a solo los peces, con esclusion de los hombres. Grande es, sin duda el poder de vuestro príncipe, que tiene esas casas para enviar a sus súbditos por todas las tierras que rejistra el sol, a apoderarse de ellas. Esta misma grandeza de su poder te ha de hacer conocer, señor, el realce de la gloria de mi nacion. Ella con armas inferiores i con mui limitado poder, ha sabido mantener la guerra mas de 50 años contra fuerzas tan superiores, que parece pretenden dominar hasta en las estrellas.

«Por ocioso i por inútil debisteis, señor, tener el amenazarnos con este poder i con las armas. Peleamos nosotros por la libertad i por la patria. Nacimos libres, i defendemos el suelo en que hemos nacido. Aquel poder i aquellas armas nada nos pueden traer mas funesto que la muerte; pero nosotros, que apreciamos mas la libertad que la vida, jamás supimos temer los horrores de aquella. Vuestras amenazas, señor, me hacen sospechar que graduais a la muerte por el mayor mal de los mortales. Pues de aquí debeis inferir el horror que tenemos a la servidumbre, graduada por nosotros de mayor mal que la misma muerte. Esta es la que nos puso las armas en la mano, i jamás las dejaremos si no la vemos mui distante de nosotros i de nuestras tierras.

«Vamos, señor al otro punto. Se nos sindica de infractores de la paz, de insidiosos, de inconstantes i de falaces. Armáos de paciencia, apartáos del amor propio, arrojad de vuestro pecho el espíritu de la dominacion tiránica, separáos del demasiado afecto de los vuestros, i considerad mejor lo que decís antes de volverlo a afirmar. Mirad, señor, que el primero que mueve la guerra es el que viola los derechos de la paz i quebranta la solemnidad de sus tratados, i esto es lo que vosotros haceis. Por primer principio de los ajustes de paz, se nos promete la libertad, i esto es lo que jamás se cumple. En virtud de las capitulaciones dejamos nosotros las armas, i vosotros, no lo podeis negar, comenzais las tropelías, i nos haceis servir en cuanto conviene a vuestros intereses. ¿Es esto cumplir con el principal artículo de la paz? A vosotros corresponde decirlo, i no tendreis razon de caracterizarnos de infieles, de inconstantes de insidiosos i de falaces, si tomamos las armas.

«En las juntas que hemos celebrado con vuestros antecesores, se nos ha dado la dulce denominacion de amigos i de aliados, i prometimos ser amigos de vuestros amigos, i enemigos de nuestros enemigos. Todavía mas, nosotros nos hemos sometido a ser llamados vasallos del príncipe de quien vosotros lo sois en realidad. Pero quisieramos que, así como entre vosotros, así tambien entre nosotros, se distinguiera el vasallaje de la esclavitud, respecto de vuestro príncipe. Mas esto jamas se ha observado. Se ha dado un trastorno a todos los tratados i se han violado nuestros derechos, i nos hemos valido de las armas para defenderlos. Ignoramos la causa de hacernos delincuentes en este lance ¿Será acaso porque a vosotros sea lícito el agraviarnos, i negado a nosotros el derecho de defendernos? Concluyamos pues, que ya no direis que nosotros movimos la guerra, sino que hicimos una lícita i justa defensa. Ya en adelante no llamareis rebeldía a nuestro animoso teson, sino loable constancia en defender la libertad en que nacimos i de que somos dignos.

«I permitidme ahora, señor, que trocándose los cuidados, os aconseje yo, que abrazeis la paz, i no elijais la guerra. Observad relijiosamente los tratados, que yo os prometo de parte de mi nacion, que será permanente i duradera la paz. Pero si hiciereis lo que habeis tenido de costumbre, tened por cierto que uno solo que quede de nosotros, ese mantendrá la guerra, hasta, que rinda gloriosamente la vida en obsequio de la libertad i de la patria.»

Al Gobernador le agradó el arrogante desembarazo de Antupillan, i prometió se cumpliria todo lo tratado inviolablemente. Se firmaron i ratificaron con juramentos estos que parecen tratados, convenciones i capitulaciones, i en realidad son una ridicula bufonada. Ellos no tienen gobierno, ni leyes, i lo que pactan en estos congresos, las mas veces lo echa a rodar cualquier valenton.