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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo I

Capítulo LXXXIV. Defensa de la ciudad de Valdivia i su pérdida.

Aunque los indios en su jeneral conspiracion tomaron desprevenidos a los españoles, no les hallaron descuidados, i este cuidadoso desvelo fué causa de que no ocupasen en aquella fatal noche ni el mas débil establecimiento, (noviembre de 1599). La ciudad de Valdivia hizo la mas vigoroza defenza, i con oportunas surtidas alejo de sus murallas a los indios. En una de ellas tomaron sus vecinos cantidad de víveres, i les hicieron muchos prisioneros. Esforzados con el buen suceso de esta espedicion, emprendieron otra, i a golpe seguro. Tuvieron noticia que en un pequeño valle residia una partida de los enemigos con sus familias, i por veredas escusadas cayeron sobre ellos repentinamente. Los indios en defensa de sus mujeres i de sus hijos pelearon con valiente resolucion, pero fueron vencidos. Aquí tomaron los españoles muchos víveres i mucha chusma de mujeres i niños, i no hacian surtida, que no fuese con buen efecto, i escarmiento de los enemigos.

Pero esto mismo sirvió para su ruina. Confiados en el terror que les pusieron con la multitud de buenos sucesos que les ganaron, se abandonaron a un delincuente i pernicioso descuido. Salieron todos de la ciudadela, i volvieron a la comodidad de sus casas en la ciudad, i aun a dormir en ellas sin otra seguridad que la vijilancia de 4 hombres, que pernoctaban en la guardia principal de la plaza. Aprovecharon los indios este abandono, i ganaron a los criados de los españoles, i les hicieron entrar en la conjuracion. Pero no fué esta negociacion tan secreta, que no se llegase a entender, i un criado del sarjento-mayor dió la noticia de ella a su señor. Este jefe la examinó con prudente sagacidad, i Hallándola fundada, la paso al Gobernador, que incrédulo con terquedad la remitió al desprecio. Llego el dia prefijado, i el criado del mayor repitió con fidelidad el aviso, i trasladado al Gobernador repitió tambien su desprecio, i le dijo, que habia comido mucha gallina, i no tomo providencia alguna, ni aun siquiera por precaucion prudente para su defensa. Muchos del partido de la credulidad ocultaron sus caudales en los posos, o enterrándolos, i salvaron la vida, pero todos los incrédulos perecieron.

La noche del dia emplazado, (noviembre 24 de 1599), se arrimaron a la ciudad cinco mil indios de infantería i caballería, i tomadas sus avenidas, sus calles i puertas de las casas, se apoderaron de la guardia de la plaza, i de sus baluartes i artillería. Tocaron a fuego en todas las iglesias, para que saliesen los españoles al sonido de las campanas, i cayesen en manos de las partidas, que les aguardaban en las puertas de sus casas; i les salió tan bien esta máxima, que ántes de dos horas eran dueños de la ciudad, que anocheció brillante i  amaneció desolada.

Entrado el dia la saquearon, i entregaron al fuego sus edificios. Comensaron por los templos esta sacrílega maldad, i apostatas de la relijion, ultrajaron las sagradas imájenes, i profanaron el santuario, i sus sagrados vasos. Ascendió esta perdida a mas de tres millones de pesos. Quitaron la vida a cerca de cuatrocientos hombres; cautivaron cuatrocientas mujeres españolas, cuarenta i dos niños, i pocos varones, que liberto la fidelidad de algunos criados. Uno de éstos fué el capitan Rodrigo de las Cuevas, que tuvo la felicidad de que no le quitasen su esposa, i le permitiesen vivir con ella. Doña Ana de Almonacid i don Pedro de Sotomayor, recien nacidos fueron conducidos con sus padres a una misma parcialidad, i cuando ya estuvieron en edad competente por mutuo convenio de estos i consentimiento de sus señores, celebraron matrimonio con protesta de revalidarle ante facien ecclesie, cuando se presentare ocasion para ello, i años despues lo verificaron con bendicion del padre Agustin Barraza, misionero jesuita, que 40 años despues de la referida duolacion tambien fué prisonero. De este matrimonio trae su descendencia la familia de los Sotomayores de la ciudad de la Concepcion, que hasta hoi conserva su brillantez.

Muchas personas de las que dieron asenso al sarjento-mayor, salieron para el Perú i para el puerto de Valparaiso en los navíos de Ballano, Villarroel i Diego de Rojas, que se hallaban en aquella ciudad. Luego que entro la triste noche de su desolacion, sin que el Gobernador lo trascendiese, se embarcaron en canoas i en dos lanchas, i bajaron por el rio a tomar las naves. El sarjento-mayor salvó toda su familia. Aprestó un pequeño barco que tenia, i lo puso en el anclado en la mitad del rio al frente de su casa, aguardando de este modo el asalto, que amenazaba i no fué creído, i a él se le tomó armado, i montado en un brioso caballo. Se defendió animosamente con otros camaradas de su partido. Viéndose herido se arrojó al rio, para tomar el bordo de un barco, pero se le ahogó el caballo, i pereció a vista de su familia, que no pudo favorecerlo (152).

Once dias despues de esta desgracia (diciembre 5 de 1599), entró en aquel puerto el coronel don Francisco de Ocampo con 220 españoles. Llegó a destiempo; pero logró rescatar dos hijos de menor edad, que habla dejado en la ciudad desolada al cuidado de una hermana de su mujer, que pocos dial antes de su salida para el Perú habia fallecido, i de allí pasó a socorrer la de Osorno, como luego diremos.