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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo I

Capítulo CVII. Gobierno interino de Don Luis Fernández de Córdoba - Ataca Butapichun la Plaza de Nacimiento - Se traslada el Gobernador a la Capital.

Don Luis Fernández de Córdoba i Arce, señor del Carpió, veinticuatro de la ciudad de Córdoba, i jeneral de la armada de Filipinas, se hallaba de jeneral del presidio i puerto del Callao por disposicion del virrei del Perú, marques de Guadalcazar, cuando en Lima se tuvo noticia del fallecimiento de don Pedro Sores. Tenia don Luis crédito de buen soldado, i le pareció a su excelentísima que en ninguna otra parte de América podría lucir mejor sus talentos militares que en Chile, i le nombró de gobernador interino. Era don Luis sobrino del virrei, i le enviaba a lucir i hacer uso de la ciencia militar de que era adornado para que subiesen de leí los quilates de su real mérito. I como es un arte que no se puede ejercitar sin jente i sin dinero, le dió su excelentísima uno i otro. Bien despachado, se embarcó en el puerto del Callao i arribó con felicidad al de la Concepcion, donde tomó posesión del gobierno, i en 29 de mayo de 1625 fué recibido con el mayor aplauso, como hermosa aura que anunciaba bonanza después del borrascoso gobierno del caballero Norueña.

No se engañó el virrei en su eleccion. Observó don Luis con puntualidad las instrucciones que le dio. Aseguró la línea divisoria i determinó no mover las armas hasta que el soberano resolviese decisivamente sobre la guerra ofensiva, de cuya utilidad habla informado el virrei a la corte en carta de 30 de abril de 1624. Pero retirado Lientur por cansado i anciano, recayó el mando del ejército araucano en Butapichun, joven animoso natural de Tomeco i de la encomienda de Diego Trujillo, i le apartó de su pacífica resolucion. Quiso este joven jeneral ensayarse i abrir la campaña con una difícil i memorable empresa. Atacó la plaza del Nacimiento, situada entonces en la parcialidad de Santa Fe en planicie despejada, i con la cortina meridional inaccesible, porque le servia de muralla un barranco que cae al Biobio. Puesto al frente de sus tropas fué el primero en el avance, i con tanta felicidad, que se apoderó del foso. Allí se puso a cubierto del fuego, i contusiones encendidos que arrojaba al impulso de ondas, incendió las obras interiores de la plaza, cuyos techos eran pajisos. El comandante, que con sentimiento ignoramos quien era, hizo tan valerosa defensa, i tomó tales precauciones, que nada avanzó Butapichun con el incendio. Murieron en este empeño muchos capitanes araucanos, i resolvió su jeneral la retirada contentándose con ocho prisioneros i algún ganado, que tomó antes del asalto.

En los mismos días volvió a pasar el Biobio, i entró a hostilizar el territorio de Yumbel. Penetró hasta Quinel sin temor ni recelo de 600 españoles auxiliares, que defendian aquel distrito para sostener las estancias. Llevaba 1,500 hombres escogidos i con ellos embistió a los españoles. Fueron estos repentinamente sorprendidos, pero pelearon tan valerosamente que le estrecharon a retirarse.

Estos audaces insultos del araucano obligaron al gobernador a tomar mas seguras providencias para el resguardo de la línea. Dividió el distrito de la frontera en dos partes, i una de ellas puso al cargo de su primo don Alonso de Córdoba i Figueroa, que fué con él i le hizo su maestre de campo, i la otra al cuidado del sargento mayor Juan Fernández Rebolledo, cada una con un grueso escudaron. Estos jefes fueron tan vigilantes, que no presentaron a Butapichun ocasión de volver a hostilizar el territorio español.

Asegurada la línea i visitada la frontera, pasó el gobernador a la capital i fué recibido con jeneral aplauso, (diciembre 22 de 1625). Entró al ejercicio de la presidencia. Se orientó en los intereses de aquella parte de su gobierno, i estableció un buen método de administracion de justicia. Colocó en los corregimientos personajes de conocida probidad i do a, acreditada conducta. dió noticia al rei de la visita que hizo de su gobernacion, i de haber basado revista de inspeccion al ejército; en ella reformó diez capitanes de infantería i uno de caballería; i estableció la método seguro i fiel en la distribucion del situado para evitar los fraudes que introdujo el maestre de campo Alba. Para última providencia, pidió al reí dispusiese S. M. que un ministro de aquella audiencia pasase anualmente a la ciudad de la Concepcion a presenciar el pagamento de la tropa i a tomar cuenta del situado a los ministros de la real hacienda, i así lo mandó el soberano.

Volvió a establecer la: fabrica de Quillota que el gobierne don Pedro Sores de Ulloa había abandonado, i alcanzó del reí una real cédula para que la aunada del mar del sur se surtiese de la jarcia que en ella se hace.

En todo ponía la mano de su autoridad i como procedía bien nada le arredraba. Los oidores exigían i obligaban a la tropa que les saludasen con las banderas Prohibió este exceso, i el reí aprobó su prohibicion por real cédula darla en Madrid a 24 de noviembre de 1627. Si esto fué hacer represalia con aquellos ministros, ya lo ignoro, pero al mismo tiempo se que ya, ellos le habían jugare varias pasadas. El fiscal don Jacobo de Adaro i San Martín se quejó al rei de no haberse podido proceder contra Pedro Valiente de la Vara, secretario del gobernador, porque nadie se atrevía declarar la verdad, temiendo el peso de una persecucion i S. M. se dignó mandar le castigarse el mismo gobernador i que el fiscal tuviese cuidado de avisar si se habla ejecutado. Otro lance estuvo algo mas ruidoso dió el gobernador a don Diego Gonzalez Montero el empleo de  corregidor de la ciudad de Santiago, i se le opuso la audiencia. Se quejó al rei de este hecho i S. M. resolvió mandar expusiese aquel tribunal los motivos de su renuncia.

Estas competencias tomaron mucho cuerpo. Le pareció al Gobernador que llevaban su principio en la desmedida relajacion de los oidores i que ésta venía de no tener su presidente a la vista. Lo hizo presente al rei pidiéndole trasladase aquella audiencia a la ciudad de la Concepcion. No le pareció al reí. infundada la solicitud i mandó se pasase orden al virrei del Perú para que consideradas las razones del gobernador, expusiese su dictamen i lo dirigiese a ]acorte. Todo quedó en este estado, i dejando el gobernador a don Diego Gonzalez Montero de teniente de capitán jeneral en la ciudad de Santiago i su obispado, se restituyó a la frontera a tratar de hacer la guerra a los indios.