ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo III. Gobierno de Don Francisco Lazo de la Vega.

No descansaba el católico celo de los reyes de España hasta ver reducido al cristianismo a los indios de Chile. I conociendo el señor don Felipe IV por repetidas esperiencias lo infructuoso de los medios suaves para conseguirlo, i que no tendrían el deseado efecto sus piadosas intenciones, si no se sujetaban ántes a un verdadero vasallaje, inaxequible sin intervencion de la fuerza, dispuso enviar de gobernador a Chile a un oficial que siendo buen soldado, estuviese adornado de prudencia i buenas luces para gobernar. Estas circunstancias concurrieron en don Francisco Lazo de la Vega, natural de Secadura, en las montañas de Santander, caballero del órden de Santiago, que estaba, provisto para el gobierno de Jerez de la Frontera, i revocando este nombramiento, le mandó dar el rei sus reales despachos para el de, Chile.

avisado de la real resolucion, procuró informarse del estado que tenian las cosas de Chile, i orientado de hallarse embarazado en una cruel guerra con los indios, pidió armas, jente i dinero como cosas indispensables para mantenerla con reputacion i buenos efectos. Se le dieron la s dos primeras, i la última se libró en el virrei del Perú.

Puesto en Lima solicitó el cumplimiento de la real disposicion, pero halló una terminante renuncia en el virei don Luis Jerónimo Fernandez de Cabrera Bobadilla i Mendoza, conde de Chinchon. Recelaba su excelencia, segun el semblante que presentaban las cortes de Europa, que no pasaria mucho tiempo sin tener enemigos gire combatir en el mar del sur, i dificultaba estraer jente de su inmediata responsabilidad. Pero el caballero Lazo no instaba sin eficacia, i daba valor a sus representaciones con la del jeneral don Diego Gonzalez Montero, que se hallaba en aquella ciudad en calidad de procurador del reino de Chile, enviado por don Luis Fernandez de Córdova a la misma solicitud. En estas circunstancias llegó de Chile la noticia de la derrota del correjidor de Chillan i de la desgraciada batalla de las Cangrejeras ponderando la situacion lamentable de Chile con las poderosas irrupciones que hacían los araucanos en su frontera. Se exasperó con ella el virei i tomó mucho enojo contra los indios, i se resolvió a dar todas las asistencias que fuesen menester. Mandó hacer una leba i levantó algunas compañías. De una de ellas se hizo jefe el gobernador, i se le dió despacho de alferez al caballero Rodrigo Gomez de Rojas; que tenia crédito de buen soldado.

Se, juntaron quinientos hombres, i puestos en tres naves con las armas, dinero i pertrechos de guerra, se embarcó el gobernador en el puerto del Callao para el de la Concepcion, i se dio a la vela este trasporte. (Noviembre 12 de 1629.) Navegaron con bonanza hasta recalar sobre la isla de la Mocha. Reconocida la tierra que tenian a la vista, viró el piloto en demanda del puerto, i saltó el viento por el norte. Arreció demasiado sobre la isla de Santa María, i resolvieron tomar puerto en ella; pero y a fue tarde, i les tomó la noche, sin saber en que parte de la isla se hallaban. La tempestad fue furiosa, i todo era sobresalto, lastimosos lamentos horrible confusion. Dios, que sabiamente gobierna las cosas segundas, se dignó amainar los vientos, i en aquella misma noche apareció la serenidad i se salvó aquel trasporte. Entrado el día siguiente, ventó por el sur, salieron a la mar i entraron en el puerto de la Concepcion. (Diciembre 23 de 1629.)

En esta ciudad presentó el caballero Lazo sus despachos de gobernador, dados en Madrid a 16 de marzo de 1628, i en virtud de ellos fue admitido al uso de su empleo. Hizo a su antecesor toda la distincion debida a su persona i a su mérito, i le despachó bien en la residencia sin faltar a la justicia. No observó el caballero Lazo aquella abominable práctica, comun en los gobernadores de América, de reprobarlas acciones i obras del que los precedió, hasta cometer el exceso de abandonar a los hombres útiles solo porque fueron de su estimacion, como si el antecesor les hubiera hecho agravio en haberlo sido. Ya lo han hecho razon de estado, sin reparo de las funestas consecuencias que resultan de este abuso al estado i a los intereses comunes. No cayó en esta bajeza el caballero Lazo. No removió a ninguno de los que hallo empleados por su antecesor, i procuro adelantar el sistema de gobierno que se le dejo.

Desembarco la tropa que llevo; le paso revista con prolija inspeccion de las armas, i le dio todo el brillo que permitían aquellos tiempos, para resucitar el antiguo esplendor de las armas españolas, que los malos sucesos tenian abatido.

Su desinterés parecía adquirido a toda prueba, i quería lo mismo en todos sus súbditos. Tomo prudentes i acertadas medidas para que los jefes subalternos i los ministros de la real hacienda fuesen limpios en su manejo. En los nueve años cuatro meses de su gobierno tuvo el soldado la satisfaccion de recibir su sueldo i la de usar de él a su arbitrio, sin que hiciese presa la codicia. Puso en noticia del soberano el desconsuelo con que servían los oficiales, porque los vireyes suspendieron el premio de los beneméritos, i alcanzo otra real cédula dada en Madrid a 15 de octubre de 1631, dirijida al conde de Chinchon, para que observase lo mandado sobre este punto.

Lientur i Butapichun tenian desolado el obispado de la Concepcion, i meditaban muchos de sus vecinos abandonar sus estancias i domiciliarse en país de seguridad. Entendió el gobernador esta resolucion i evito su ejecucion. Juntó a todos los colonos i les dio a conocer su resolucion de sujetar a los indios, i les dio a entender las asistencias que de órden del rei debía darle para la guerra el virei del Perú. Les esforzó a poblar sus estancias. De su caudal habilito a los colonos pobres para que comprasen las primeras simientes i se surtiesen de los útiles para su cultivo. Tambien esforzó para lo mismo a los hombres de comodidad. Les pagó de contado cien mil pesos, que del caudal del situado les debían sus antecesores, i les prometió preferirles en la compra de sus frutos para el abasto del ejército sin las anteriores demoras. Con este rasgo de buen gobierno, resucito el territorio de la Concepcion, que ya se acercaba a ver su desolacion. Aunque el caballero Lazo no hubiera hecho a Chile más beneficio que éste, debía de tenérsele un perpetuo i eterno reconocimiento.

Hizo revivir las sabias ordenanzas de Pedro de Valdivia sobre el gobierno de los vecinos encomenderos con sus indios, i como digno sucesor suyo, añadió algunos capítulos i corrijió otros; porque así lo demandaba el trascurso del tiempo, i remitidas a la corte; se digno el rei aprobarlas. Quito el abuso de comprar los oficiales por bajo precio los prisioneros que hacían los ausiliares, para venderlos por el corriente, i dejo a los ausiliares en plena libertad de hacer sus contratos de compra i venta. Mandó observar buen orden en las tabernas para evitar escandalosas embriagueces i estableció la libertad de comercio. Estinguió los monopolios que hacían los mercaderes principalmente de las cosas precisas para la subsistencia. Volvió a poblar de ganado vacuno la estancia de Catentoa, que destruyó Alba i Norueña, i la puso en el pié de treinta mil vacas; i con estas sabias i económicas providencias, no se vió mas la necesidad en el ejército.

Conocia que el buen éxito de todas las humanas providencias vienen de la mano del Altísimo, i escribió a los dos reverendos obispos de Chile, a sus capítulos i curas, a los prelados de las relijiones i a las abadesas de los monasterios de relijiosas, pidiéndoles suplicasen a la Majestad Divina por los buenos sucesos de la paz i de la guerra. I para que la Majestad adorable no fuese irritada, pasó órden a los correjidores i demas personas encargadas de la administracion de justicia, que cumpliesen con sus deberes i fuesen celosos en evitar pecados públicos, para que Dios hiciese misericordia con aquel reino i le colmase de bendiciones. Era buen cristiano i no podía olvidar tan importante dilijencia. Dejó la conducta indiferente en materia de piedad para aquellos que en sus operaciones ponen en duda su relijion, que él en todas ocasiones supo manifestar la católica.