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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo VII. El Gobernador sale a campaña contra los indios, envia a Don Francisco de Avendaño a la Corte en calidad de Procurador del Reino de Chile.

Si los indios hubieran ganado esta batalla, les hubiera sido fácil apoderarse de todo el distrito de la provincia de Concepcion, que habla quedado con débiles guarniciones. Pero ni los jefes araucanos supieron ganarla, ni el gobernador acertó a aprovecharse de la victoria, persiguiéndolos hasta destruirlos. Ello hubiera sido crueldad, pero hubiera sido principio de su sujecion. El destrozo que se hizo de cerca de dos mil hombres no tuvo otra consecuencia que quitarle al rei otros tantos vasallos. Miraban este negocio con demasiado ardor i encono, i les hacia separarse de las piadosas intenciones del monarca, i de este modo todo lo erraban. No se proponian otra idea que la de matar indios i perder españoles, como si pelearan contra vasallos de otra corona i estas victorias las contaban por triunfos, debiendo llorarlas como lamentables desgracias del Estado. Adopten el sistema del gran Pedro de Valdivia i conocerán su error i no pensarán en verificar la sujecion de los araucanos con su esterminio. El rei i el Estado no quieren paises desiertos.

Hecha una horrible carnicería, regreso el gobernador a la plaza de Arauco en la misma mañana de su salida, debiendo seguir la marcha, si deseaba la rendicion de los araucanos. Se entretuvo en la plaza celebrando la victoria i distribuyendo mercedes a los que se distinguieron en la funcion. Ninguno quede quejoso, ni descontento, porque las repartió, no por informes que le dieron, sino por lo que él mismo esperimentó. En esto nada mas hizo que cumplir con sus deberes como buen gobernador; es cosa mui natural (dice don Santiago de Tesillo en la historia de este gobernador) i debia el premio a los servicios. Dejar de premiar al que los hace no es concederlos, sino quitarlos .... No hai cosa que así incline a los hombres a servir bien, como la esperanza de recibir premios recibidos. Piensan siempre cómo pagarlos. Las honras i oficios militares se deden dar a los que sirven en la guerra, i tambien se les deben las comodidas i rentas de la paz, no siendo justo que pierdan la esperanza de ser ricos los que no lo nacieron, cuando por su virtud i valor lo supieron merecer.

Desde Arauco se dio aviso al virei del Perú i a las ciudades de Chile del buen suceso de esta batalla, i en todas se solemnizó la victoria con iluminaciones. A la capital condujo la noticia el capitan Fernando de Bustamante. La Audiencia le regaló trescientos pesos i doscientos cincuenta la ciudad. Nombró a uno de sus capitulares para que pasase a, la frontera a dar la enhorabuena al gobernador i para que le condujese un brioso caballo, que para este fin compró en trescientos cincuenta pesos al maestre de campo José de Leon. Divulgada en Lima la noticia, pasó la Audiencia i toda la nobleza a dar la enhorabuena al virei, i su excelencia se fue a la Catedral con todo aquel ilustre i noble acompañamiento, a dar las debidas gracias al Altísimo de quien descienden todos los beneficios.

Destinó el gobernador a las obras reales del presidio del Callao sesenta prisioneros. Envió otros a las obras públicas de la frontera i de las ciudades de aquel reino i dejó en prision a los mas principales para rescate de nuestros cautivos. I con ánimo de enmendar la inadvertencia de no haber seguido a los enemigos vencidos, resolvió salir a buscarles. Tuvo noticia de que Butapichun se curaba de las heridas en Colpin i que poco escarmentado i nacía consternado juntaba jente para otra batalla i marchó luego para la frontera de San Felipe. Dió orden al maestre de campo Zea para que el 20 de enero (1631) estuviese sobre el Biobio en Negrete con las armas de Arauco. Llego a la plaza de San Felipe i envió al indio Chanque, valiente capitan de auxiliares con veinte hombres de su compañía para que adquiriese noticia de la situacion del enemigo. A los ocho días regreso Chanque con ocho prisioneros, que descubrieron hallarse Butapichun en Colpin i que en la parcialidad de Ricura situada al mediodía del rio Caiten se hacia una junta numerosa para tratar de poner ejército en campaña.

Con esta noticia salió el gobernador para Negrete donde le aguardaba el maestre de campo, a quien dio cuatrocientos hombres para que guardase las riberas del Biobio mientras él hacia la espedicion. Salió de allí con mil doscientos hombres, incluso los auxiliares. Puesto en Huillimahuida, dispuso que el sarjento mayor Rebolledo se adelantase con la caballería i los auxiliares sobre Ilicura i que él seguiría con la infantería hasta Colpin en demanda de Butapichun con designio de esperar el éxito de la comision sobre el rio de este nombre.

Llego Rebolledo a Caiten i se adelanto a hostilizar la comarca de la Imperial. Los destinados a quedarse, tanto capitanes como soldados alzaron la voz con palabras de poca subordinacion i de ménos respeto. Atribuyeron aquella maniobra a la codicia, en la que tenia dadas bastantes pruebas Rebolledo i le reconvinieron no con pocos ejemplos de su interés particular. Se persuadieron que se adelantaba con los de su faccion, por dejarlos sin derecho a la presa i esclavos que se tomasen. Faltaron a la obediencia; pasaron todos el rio, i fueron a la empresa. Desbarataron las ideas de Rebolledo i no se hizo la espedicion con el suceso que pudo i debió haber sido.

El gobernador aplico los esclavos i la presa al real fisco. Mando procesar a los culpados, les amenazo con rigoroso castigo i todo quedo en apariencias. Ni fué otra la idea, de este prudente jefe. No se podía intentar el escarmiento, aun de los principales motores de la inobediencia, sin esponerse a un gran levantamiento. Con las amenazas dejo bien puesta la subordinacion sin el riesgo de padecer quiebras en la autoridad. Sea lo que fuese en el caso presente, ello es así, que nunca ha razón para la desobediencia; pero muchos superiores dan mérito a ella. I por esto el señor don Cárlos III en lances de esta naturaleza no admitía disculpa i mandaba procesar a todos los oficiales que tenian mando en la tropa inobediente i se hallaban en el acto de la inobediencia. El sarjento mayor Rebolledo todo lo oscurecía con su negra codicia i hoi apénas queda memoria de su apellido en aquel reino. La pobreza de sus descendientes no dejó conservar la brillantez de sus projenitores. I por este mismo principio de pobreza no son visibles i se han envilecido otras muchas familias qué vienen de nobles conquistadores de aquel reino, porque se vienen estrechando a hacer en lances inferiores a, su oríjen.

Esta campaña hizo conocer al gobernador que los indios de Chile son hombres de carácter mui raro. Un enemigo duende (como se explica Tesillo) que no se halla, cuando se busca i que solo parece cuando concibe convenirle; que no hace reputacion de huir ni de pelear; que no tiene pundonor de faltar o de cumplir la palabra que dio; que no hai cosa sagrada que venere ni relijion que le contenga en sus deberes; que si le busca nuestro ejército i no puede resistir, abandona su pais i entrega al fuego sus chozas sin pesadumbre; i cuando estrechado de la fuerza se rindiere a dar la paz, nunca sería firme por su natural variable, sin cabeza, sin fé i sin constancia: esto mismo le hizo conocer que solo podría verificarse su sujecion con el freno de las poblaciones i resolvió hacerlo presente al rei. Prometió verificarlo en dos años si se le daba toda asistencia. Pero si atendemos al método que lleva el gobernador, no podia cumplir la promesa. No tienen aquellos indios especie alguna de gobierno en la paz, i cuando se le quita una cabeza en la guerra, luego salta otra. Lo mismo ofrecieron Alonso de Rivera i Alonso García Ramon, que fueron famosos soldados, i el último tuvo las mejores tropas que hasta entonces vió Chile en cantidad i calidad i ninguno pudo cumplir lo prometido, porque todos se apartaron del método que observó el gobernador Pedro de Valdivia.

En estas circunstancias los oficiales del ejército i las ciudades de aquel reino por complacer al gobernador eligieron de procurador a la corte al maestre de campo don Francisco Avendaño, i le habilitaron con 30,000 pesos para los gastos de la comision. Bajó el gobernador a la ciudad de la Concepcion, (abril 1631) i despachó al electo procurador con buenos recaudos. Puesto Avendaño en la corte, nada pudo conseguir sobre este negocio. No hallo buena disposicion, i se infiere bien de una real cédula. Vino prometiendo a nombre del gobernador lo que otros soldados de crédito no acertaron a cumplir. Dirijió sus presentaciones a lo que pudo i conoció asequible, para no perderlo todo. Hizo presente al rei el desamparo en que quedaban los oficiales i soldados viejos i estropeados, que por esto eran despedidos, i la real piedad por su cédula dada en Madrid a 15 de noviembre de 1634 mando a establecer quince plazas para cada una de las clases de capitanes, alferez, sarjentos i soldados. Consiguió el situado correspondiente al año de 1619 que dejó de enviar el virei del Perú, príncipe de Esquilache. Alcanzó que S. M. espidiese otra real cédula de 30 de noviembre del mismo año, para que se habilitase el situado de la carga de tres sínodos, que se pagaban a los jesuitas por introduccion del padre Luis de Valdivia por sus fines particulares (3) para que administrasen los sacramentos i predicasen a la tropa. Tambien consiguió se le quitase otra carga de 4,400 pesos para el contador mayor i sus oficiales, destinado para tomar cuentas a los ministros de la real hacienda de la ciudad de la Concepcion. I últimamente puso en noticia del soberano i se quejó a nombre de la oficialidad de Chile de que los gobernadores no ponían a los mas beneméritos para ser premiados en el Perú, sino que consultaban segun los empeños, sobornos i fines particulares con notable desconsuelo de los mas acreedores; i mando el rei al gobernador que cumpliesen en esta parte con su conciencia i les amenaza con su real desagrado (4). I porque Avendaño consiguió para sí el gobierno de Tucuman, no faltan escritores de Chile que denigren la conducta con la nota de ingratitud. Ya le absolvieran si hubieran visto la real cédula que yo tuve en mis manos, por la cual consta la renuncia de la corte a las demas pretensiones. I si lo miramos a la buena luz, algo consiguió de ellas; porque mando el rei por su citada real cédula de 30 de de noviembre de 1634, que el ejército de Chile se pusiese en el pié de las dos mil plazas de su primera dotacion, i que enviara seiscientos hombres. Lo demas no estuvo de su parte, i a mi ver cumplió con todos los deberes de la comision.