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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo XI. Se refieren varios ocursos de guerra entre indios i españoles acaecidos en ausencia del Gobernador.

Antes que se dejasen ver los rigores del invierno (1632), distribuyó el gobernador la tropa por las plazas de la frontera i la dejó resguardada con un campo volante que debía batir toda la ribera septentrional del Biobio. Premió a los beneméritos y despachó a los que debían ser premiados en el Perú. Jamas falto el caballero Lazo a los deberes de la justicia en esta parte. No quiso hacer responsable al rei de los perjuicios que de no premiar el mérito, se siguiesen a su real servicio, ni llevar sobre sí el recato de indemnizar, resarsir i restituir los que se causan a la persona benemérita, a quien se le quita el ascenso debido de justicia. Era buen cristiano y tenia los pecados que arrastran i se hacen difíciles de ser perdonables por lo dificultoso de la restitucion. Fue liberal en el premio de los que cumplían sus obligaciones i tambien fué pronto en el castigo de los que faltaban a sus deberes. Puso mucho cuidado en la contención de los soldados para que no cometiesen aquellos excesos licenciosos que trae la libertad de la guerra.

Estableció el buen tarden i disciplina que se debía observar en el ejército; marchó para la ciudad de Santiago. Con los buenos sucesos de la pasada campaña entró en ella con derecho a mayores aplausos (mayo de 1632) i fijé recibido i saludada con los encomios de Restaurador de Chile i primojénito de la fortuna. Todo aquel invierno i la primavera siguiente presidió el tribunal de la real Audiencia con celosa integridad. Con la misma cualidad administraba justicia i hacia la distribucion de premios. Ninguno quedaba sin recompensa del mérito adquirido o heredado, i todos iban gozando lo que el país daba de sí. I sin embargo de este limpio manejo, los vecinos de Chile jamas pasaron de la veneracion al amor. Aquella provenía de la severa terquedad del caballero Lazo, i la falta de éste tenia su principio en la especie de despotismo a que era propenso. Desengáñense los gobernadores de aquellos remotos paises i comprendan que con los horrores de esta cualidad se hacen odiosos. Les temerán, es verdad, por el daño que pueden hacer. Se les retiran los súbditos, i si talvez se dejan ver por sus casas es por evitar venganzas i por cumplir como buenos vasallos con la soberanía que representan. El caballero Lazo les hacia muchas cortesías i honrosa distincion en los concursos públicos, i por lo mismo se quejaba de falta de amor, sin advertir en los desaires pasados i en el espíritu de voluntariedad con que se condujo en su gobierno. El pasaba de la frontera a la capital poco satisfecho de la inclinacion de sus enemigos i regresaba quejoso del poco amor de los de Santiago; pero nunca se resolvió a quitar la causa; ni podia, porque carecia de la humildad interior que deben tener los superiores, i era poseído del espítu de dominacion: a mi ver, por capricho, persuadido de que en eso consistía la esencia del buen gobierno, porque fué a todas luces buen cristiano i mui relijioso.

Dejemos al gobernador en el país de la paz i volvamos al que lleva todo el peso de la guerra. Butapichun por la frontera de San Felipe i Huenucalquin por la de Arauco hacían su deber. El primero hizo repetidas incursiones sobre las estancias, pasando i repasando el Biobio con tanta rapidez, que siempre dejó burlada la ciencia militar de Rebolledo. Provocado éste de las correrías de Butapichun, pasó el Biobio por la plaza del Nacimiento i a la lijes se condujo hasta Puren. Entro en la ciénaga, (junio de 1632) i hallo las balsas de los enemigos a la orilla del lago. Aguardó la noche, i en toda ella hizo el traspone de su jente, i al asomar el dia siguiente, dio sobre las chozas i cautivó mas de cien personas, dejando muchos muertos. Dos dias se mantuvo allí quemándoles las habitaciones i víveres que tenian acopiados, i se retiró sin perdida. Esta sorpresa les atemorizo de modo que se internaron a vivir en la Imperial i en mucho tiempo no se dejaron ver en la frontera.

El maestre de campo, provocado tambien de Huenucalquin (mayo de 1632), salió con seiscientos hombres sobre la parcialidad de Ilicura i fué descubierto por las centinelas enemigas. Peleó con ellas, les mató ocho i se retiró. Conceptuó el maestre de campo que por la retirada le habian de seguir, persuadidos de que la hacia por temor; i les dispuso una emboscada de cien españoles i trescientos ausiliares. Todo salió bien. Cayeron en ella sin reparar la jente que faltaba en el campo de los españoles. Cuando ya los tuvo con la emboscada a la espalda, cambió el frente i les tomo entre dos fuegos. Esta inopinada sorpresa los conturbó demasiado, i se terminó la accion a favor de los españoles. Les mataron ochenta hombres i les hicieron ciento veinte prisioneros i la presa de algunos caballos, sin mas pérdida que la de cuatro ausiliares i la de algunos españoles heridos.

En lo mas ríjido del invierno tuvo noticia el mismo jefe que en los montes de Puren residia una partida de ladrones que servia de guardia avanzada de Huenucalquin, que estaba situada cerca del mismo Puren (julio de 1632); envió al teniente Muela con doscientos españoles i cuatrocientos ausiliares con su capitan Alonso Rangel. Sin ser descubiertos, llegaron al paraje i sorprendieron la partida. Les mató Muela setenta hombres i cautivó mas de ciento. Se toco arma en Puren i salió Huenucalquin siguiendo a Muela, que y a regresaba en buen órden, i le corto la retirada i le esperó en una llanura para servirse bien de los caballos. Llegó a ella el teniente Muela i se trabó la mas porfiada batalla. Comenzada, empezó a llover i fueron inútiles las armas de fuego i solo se usaba de la blanca. El suelo estaba resbaladizo i caían los caballos, i apretó tanto la lluvia, que se separaron por un breve tiempo. Mas luego volvieron al combate i a las retiradas; i en cinco choques emplearon todo el dia, hasta que la noche los separó. Perdió el teniente Muela treinta i seis hombres, i de los enemigos perecieron cerca de ciento. Al dia siguiente marcho Muela sin ser incomodado, i entró en la plaza de Arauco, catorce días despues de su salida, sin haber perdido nada de la presa que hizo.

Repitió el maestre de campo sus correrías; volvió a enviar al teniente Muela, insigne partidario, con quinientos españoles i ausiliares para que hostilizase el país inmediato a Puren; a los quince dias regresó con trescientos caballos, ochenta i siete prisioneros, dejando muertos cerca de sesenta araucanos. Estaban éstos tan tenaces en la guerra, porque solo ella les parecía que podía libertarlos de la temida servidumbre, que hasta dispersos hacían caprichosa resistencia. Bien lo comprueba el siguiente hecho: dos indios se hallaban seguros en un bosque, i con todo, al pasar por sus inmediaciones el escuadron de Muela, salieron armados, i con palabras in furiosas provocaron a los españoles. Intento Muela tomarlos vivos, pero no fué posible Embestian lo mismo que si fueran fieras sin conocimiento del peligro, i herian con tal coraje i desesperacion que para evitar sus golpes dispuso Muela quitarles la vida.

Yo les hubiera dejado por frenéticos, pues no puede darse mayor frenesí que semejante conducta. Se deja entender que quieren los de aquella nacion hacer ver que se arrojan solo por morir. Deben conocer que este modo de morir a que se entregan a nada conduce. No aprovecha a ellos ni a su patria. Todo su objeto es manifestar su odio a la nacion conquistadora i dar a entender que de ningun modo quieren la paz. Ello es así, que mantienen la guerra con teson i la hacen con crueldad sin dar cuartel a los prisioneros contra el derecho de jentes. Este indulto solo conceden a las mujeres i niños i a algunos varones de los que cautivan en las estancias: i por eso el rei declaró la guerra de Chile por igual mérito a la que se hacia, en Flandes, porque tiene la mas dura condicion i mas terrible contra la naturaleza. Martirizan a los prisioneros de guerra en sus asambleas con ridículas ceremonias supersticiosas. Con esta última espedicion de Muela no parecieron mas sobre la plaza de Arauco en todo el invierno.