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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo XV. Pasa de españa a Chile un socorro de jente - Sale el marques a la celebracion de los tratados de paz.

Despues de haber despachado la corte el marqués de Baides para Chile, se trató de enviar alguna tropa conceptuando conveniente su trasporte por las instancias con que la pidió el caballero Lazo de la Vega; se aprontó un cuerpo de cuatrocientos hombres al cargo del capitan Iñigo Lopez, que llegó felizmente a su destino i tan a buen tiempo, que se hallaba el ejército de aquel reino en disposicion de salir a campaña.

Los caciques de la Villa Rica, garantes de la paz, la promovieron con facilidad en toda su nacion. I resueltos a admitirla, si las condiciones de ella fuesen favorables, como se les prometía, concurrieron a Quillin muchos capitanes, indios principales i soldados a esperar al gobernador para la celebracion de la asamblea.

Orientado el marqués de la buena disposición de los indios para entrar en concierto de paz, dispuso que el maestre de campo i el sarjento mayor con los tercios de su liando pasasen a, la plaza del IV nacimiento, donde determino la union del ejercito. El tambien salid de la Concepcion (diciembre 18 de 1640) con mucha parte de los vecinos nobles de aquel reino i con la mayor tropa para la misma plaza. Unidas todas las tropas, atravesó el marqués el Biobio con el mas lucido ejército que hasta entónces vió Chile en aquellos tiempos (11). Se puso en marcha para Quillin i entro en Curalab, donde Pelantarú sorprendió al gobernador Martin García Oñez de Loyola. Mandó levantar un gran túmulo i dispuso se hiciesen exequias fúnebres en piadoso recuerdo de la memoria de este famoso campeon.

No se detuvo aquí mas tiempo que el indispensablemente necesario para cumplir con su piedad i acompañado de Butapichun, Antuhuenú, Chicaguala, Cleantarú, Liencura i Loncopichun llego al paraje destinado para la asamblea. Antuhuenú iba delante con un ramo de canelo en la mano, que es su jeroglífico de paz i salieron a recibir al marqués muchos caciques de Osorno, Valdivia i Villarica (enero 6 de 1641) i no pocos de la parte setentrional del río Tolten. Con esto celebro la asamblea i se les prometió desalojar la ciudad de San Francisco de la Vega i quedo desembarazado todo el país sub-andino i de llanos; se les concedió escepcion de tributos i la gracia de no ser encomendados; que no se trataría de reducirlos a vivir en pueblos i que los indios cristianos fuesen libres para residir donde quisiesen. Los indios ofrecían ausiliar las armas españolas contra enemigos europeos que intentasen desembarcar en las costas de aquel reino i que se volviese a poblar las colonias que estableció. Pedro Valdivia. Usando de su costumbre i ceremonial para semejantes actos, ratificaron estos artículos con la degollacion de veintiocho ovejas chilenas que llaman Chilihueque i con la devolucion de muchos españoles de todas edades i sexos que fueron rescatados con dinero del marqués (12). Procuraron dar prueba de buena fé.

De aquí paso el marqués a la parcialidad de Lumaco i estipuló lo mismo con treinta caudillos de las provincias de Angol, Quechereguas, Puren, Repocura i otras de sus comarcas. Lo mismo hizo con setenta i tres caciques de la Imperial i su distrito, i para mayor seguridad del cumplimiento de aquellos tratados, pidió el marqués se le diesen dos indios principales de cada butanmapu o canton. No dificultaron en dar estos rehenes i el marqués les condujo siempre en su comitiva. Consiguieron aquellos indios con la infidelidad i rebeldía lo que no pudieron alcanzar los Tlascaltecas i otros con una constante fidelidad. Salid Butapichun con su pretendida independencia, que sus descendientes conservaron ilesa hasta hoi i se retiró a Tomeco, donde concluyó sus días en paz.

Con ella nada avanzó el marqués i estableció la independencia. Segregó de la corona aquellos vasallos. Muchos de los reducidos al cristianismo se pasaron i se pasarán en el dia al pais independiente con apostacía de la relijion católica i a todos los dejó hasta hoi en los errores de la ciega jentilidad contra las piadosas intenciones de los católicos monarcas i les hizo inútiles a los reyes nuestros señores los inmensos gastos que hicieron i hacen por lograr su conversion. ¡Oh! ¡i qué fuerza tiene el capricho de los hombres! Quiso este caballero hacerse memorable, separándose de la idea de sus antecesores i ha causado errores, daños al erario, al Estado i a la relijion.

Luego que el marqués se vio libre de los cuidados de esta negociacion, mandó hacer con la posible solemnidad un aniversario por las armas españolas que yacen en la arruinada ciudad dé la Imperial i con cristiana veneracion exhumó los huesos del ilustrísimo señor licenciado don Agustin de Cisneros, segundo i último prelado de aquella iglesia; los condujo a la ciudad de la Concepcion i depositó aquellas venerables cenizas en la Catedral, celebrando de pontifical su sucesor el ilustrísimo señor don Diego Zambrano de Villalobos. Con estos triunfos, de su cristiana caridad, con la gloria que le proporcionaban ciento cinco cautivos españoles que rescató a sus espensas i con la satisfaccion de haber puesto término a tan gravosa i cruel guerra entró en la ciudad de la Concepcion i fue recibido con pública i jeneral aclamacion.