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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo XVII. Espedicion de los holandeses contra Chile - Repoblacion de la ciudad de Valdivia - Se retira el marqués a España.

Separado el reino de Portugal de la corona de Castilla, Mauricio de Nassau, príncipe de Orange, equipó una escuadra en el Brasil contra los establecimientos que tiene España en América. Llegó esta noticia a Buenos Aires i su gobernador pidió jente i dinero al de Chile para defender aquellos dominios. Despues de varias juntas de guerra resolvió el marqués enviarle doscientos hombres i fueron conducidos a espensas del reverendo obispo de la ciudad de Santiago, don frai Gaspar de Villarroel que quiso hacer este servicio a la corona. Í por si acaso se dirijia la espedicion contra el mar del sur, dispuso el marqués la instruccion de milicias i para facilitarla hizo la creacion de un sarjento mayor i un ayudante con residencia en la capital i sueldo de quinientos pesos anuales el primero i doscientos cincuenta el segundo.

Aquel armamento que se temia en Buenos Aires, en realidad era contra Chile. Envió el príncipe Nassau al almirante Enrique Breaut con una escuadra de quince buques, inclusos los bastimentos que conducian los útiles. Salió de Pernambuco con designio de establecer dos colonias, una en Valdivia i otra en Coquimbo; para apoderarse del mar del sur. Entró en el por el estrecho de Magallanes i tomó puerto en la provincia de Chiloé (mayo 4 de 1642), en la bahía que llamamos hoi de San Cárlos. El gobernador de aquel puerto, Andrés de Muñoz de Herrera, quiso defenderlo con los pocos españoles que tenia a sus órdenes i pereció con ellos. Quemó el almirante Breaut una nave que halló en la bahía i profanó los templos; pero no vivió muchos dias despues de sus hostilidades; fué tocado de una grave enfermedad que lo condujo al sepulcro. Tomó el mando de la espedicion su vice-almirante, Elias Enrique Aramans i prosiguió en la idea de sojuzgar aquella provincia. Se le opuso el comandante jeneral de ella Francisco del Campo, con ochenta españoles i dos mil indios; le mató treinta hombres i le hizo prisionero al soldado Juan Veldugue.

Desistió Aramans de esta empresa i pasó al puerto de Valdivia, que era el objeto primario de la espedicion (setiembre 10 de 1643). Pero las borrascas del estrecho de Magallanes, donde naufragaron casi todos los bastimentos i el mal hospedaje que les hicieron los indios desbarataron aquellas ideas. Desembarcó Aramans en la ciudad arruinada i se fortificó provisionalmente cuanto era suficiente para defenderse de los indios i para sostener el trabajo de la formal fortificacion que meditaba levantar. Dió sepultura al cadáver del almirante en el claustro del arruinado convento de San Francisco con los honores militares del empleo, así por cumplir con estos deberes, como por poner admiracion en los indios.

Compró la amistad de éstos con largas contribuciones i esto mismo le perjudicó. Desertaba mucha jente i se le pasaba a los indios. Para obviar la desercion se trasladó a la isla de Constantino, confiado en la palabra que le dieron los caciques de asistirle con víveres que necesitase. Pero léjos de ausiliarle, demolieron la fortificacion que dejó i se dispusieron para no permitirle volver al continente. Con esto comenzó a esperimentar escaseces de víveres: no fué socorrido del Brasil, como esperaba, i estrechado del hambre abandonó la espedicion i regresó a Pernambuco a fines de octubre del mismo año

Algunas noticias vagas se tenían en Chile del armamento de los holandeses i se confirmaron con la llegada a Arauco del padre Domingo Lázaro de las Casas de la estinguida Compañía de Jesus, conversos de la provincia de Chiloé. Este jesuita esquifó una pequeña embarcacion i en ella se arrojó al mar para poner en noticia del gobernador el arribo de aquella escuadra. El marqués dispuso que con el jesuita bajase a Lima el maestre de campo don Alfonso de Villanueva Soberal, para que orientase al virei del Perú, que lo era don Pedro de Toledo i Leiva, marqués de Mancera, en los designios del príncipe de Orange. Al mismo tiempo mandó una embarcacion de pequeño porte, armada con veinte hombres de esperimentado valor a las órdenes del capitan Juan de Acevedo, para que recorriese el puerto i tomase noticia de las fuerzas de los holandeses.

El virei envió trescientos hombres a Chile (entre ellos fué don Jerónimo Quiroga, que despues ascendió a maestre de campo i escribió sobre la conquista de aquel reino) i pasó órden al gobernador para que saliese por tierra a desalojarlos. Pero no fué menester, porque Acevedo volvió luego con la noticia de su regreso al Brasil i él mismo bajó a Lima para darla al virei. Su excelencia envió a don Cárlos Vasconcelos para que levantase planos de la ciudad i su puerto i calculase los gastos de las defensas que se debían hacer i los remitió a la corte. El rei, para separar a las potencias estranjeras del pensamiento de establecerse en aquel puerto, determinó su poblacion por real cédula dada en Zaragoza a 12 de mayo de 1645 i el virei luego la puso en ejecucion.

Equipó una escuadra de doce buques con ochocientos hombres de desembarco, buenos injenieros, artillería, pertrechos i los útiles necesarios para levantar una fortificacion. Nombró por comandante de ella; a su hijo don Antonio Sebastian de Toledo, i por gobernador de la nueva, poblacion al maestre de campo don Alfonso de Villanueva. Salió del puerto del Callao el 31 de diciembre de 1645 i arribó al de Valdivia a 6 de febrero del año siguiente. Desembarcaron los ochocientos soldados en la isla de Constantino; i en cincuenta i tres dias que tuvo de puerto la escuadra, quedaron a cubierto para poder trabajar en las obras de fortificacion i se gastaron 900,000 pesos en esta espedicion. El marqués de Baides salió a sostener la poblacion de la nueva colonia i llegó hasta el río Quepe, donde recibió carta de los jefes de la espedicion avisándole su arribo i haber sido admitido de los indios sin oposicion.

De allí regresó para la frontera i estableció las casas de conversion de Santa Fe, San Cristóbal i Santa Juana que puso a direccion de los jesuitas. Fortificó i aumentó la guarnicion de las plazas de la línea divisoria i se restituyó a la ciudad de la Concepcion a esperar al sucesor que repetidas veces pidió, como lo manifiesta el rei en su real cédula dada en Zaragoza a 22 de noviembre de 1645. Tuvo la satisfaccion que ninguno de sus antecesores pudo alcanzar. Entregó aquel reino gozando de las delicias de una paz casi jeneral, aunque establecida sobre los débiles fundamentos i tratados ignominiosos que hemos referido.

Informó al soberano sobre la proporcion que presentaban las circunstancias de aquel tiempo para recuperar i volver a poblar las adquisiciones que los primeros conquistadores habian hecho entre el Biobio i el estado de Osorno. Representó que con mil hombres que su majestad enviase, seria asequible la empresa. Se pensó en la corte enviarlos, pero lo impidieron las revoluciones que en aquellos tiempos se suscitaron en Europa i aun dentro de la misma España.

Fué el marqués mui aplaudido por su desinterés, por su justicia, por su benignidad i por su talento para gobernar. Hizo presente al rei el mérito de los maestres de campo don Alonso de Córdoba i Figueroa, don Fernando Zea i don Juan Fernandez Rebolledo, con noticia de los atrasos en que los tenia la necesidad por falta, de premio; i su majestad repitió sus reales órdenes al virei del Perú por su real cédula de 15 de diciembre de 1646 dada en Madrid para que premiase a los oficiales de Chile; i al gobernador de este reino le mandó por otra de la misma data les acomodase en las conveniencias que hai en su gobernacion i que no les estraviase el premio.

Por estas buenas cualidades dejó en Chile buena memoria i regresó para estos reinos; pero la fortuna no le acompañó hasta el fin, ni tuvo la felicidad de llegar a los piés del trono para recibir el premio de sus buenos servicios. Fue bien despachado en la residencia, no hubo en ella la menor queja, ántes sí, muchas aclamaciones de su buen gobierno. Pasó a la ciudad de Santiago A despedirse de sus amigos. Sabia que le amaban i quiso manifestar que correspondia su inclinacion. Hizo este ceremonial con el Ayuntamiento; i trasladado al puerto de Valparaiso (octubre 10 de 1646), se embarcó para el del Callao. De allí para el de Panamá i navegando para España fue atacado de corsarios. Combatió con ellos tenazmente, llevando la defensa de la nave no solo mas allá de los términos que exijo el honor i prudente valor, mas aun excedió de lo justo i permitido. No quiso rendir la bandera; se propuso mantenerla constantemente hasta el último estremo i no dejó de pelear hasta que, incendiada la nave, le separó la muerte de la presencia del vencedor. Pereció con la marquesa; i sus hijos fueron prisioneros, porque en una de las embarcaciones menores les apartó de la nave. Mucho sentimiento hizo Chile por esta desgracia i lo manifestó en las exequias fúnebres que se hicieron en todas sus ciudades.