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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo XXVII. Desolacion de las poblaciones del Obispado de La Concepcion - Conclusion de las espediciones de Riobueno.

No hubo en la provincia de la Concepcion establecimiento alguno que no padeciese, ya por los ataques de los rebeldes o bien por la mala conducta de los comandantes. Y a hemos visto la desolacion de Buena Esperanza, San Rosendo, Santa Lucia i San Cristóbal. Veamos ahora la fortuna que corrieron las demas. La del Nacimiento, que era de las mas fortificada, i tenia doscientos cuarenta soldados de guarnicion, resistió los primeros ataques de los enemigos, si no con pérdida de éstos, sin deterioro propio. Conocieron los rebeldes la imposibilidad de tomar la plaza por asalto, i determinaron el menos peligroso, aunque dilatado arbitrio del bloqueo. Pero su comandante, el sarjento mayor don José Salazar, les presentó luego la victoria que deseaban. Resolvió desalojarla i navegando por el Biobio arribar a la de San Rosendo i pasar a la do Buena Esperanza. Se opusieron todos los capitanes a esta imprudente resolucion. Le representaron el poco caudal de agua que llevaba el rio i que Seria inevitable encallasen las embarcaciones en los parajes donde se ensancha su cauce hasta cerca de tres millas, i que supuesto que tenían muchos víveres i municiones, seria acertada resolucion esperar a que con las primeras lluvias del invierno tomase el rio bastantes aguas para no encallar. No era militar ni estaba acostumbrado a estos lances de guerra i se dejó poseer del temor i no hubo quien le apartase de su determinacion.

Para facilitar el viaje i quedar en mejor disposicion de pelear, envió primero a las mujeres i nidos, que eran mas de tres cientos personas, con órden de ponerlas en la plaza de San Rosendo hasta su llegada a ella. Encallaron las balsas i el mencionado las echo en tierra hácia la embocadura del rio Huaque i las dejó a discrecion del enemigo. Volvió aquel desapiadado hombre a la plaza i cuando el sarjento mayor le oyó referir su hecho cruel, enardecido le dio una cuchillada con la espada (21). Desembarazado Salazar de mujeres i niños, se embarco en un ponton, una barca i algunas balsas i navegó por el Biobio. Halló desalojada la plaza de San Rosendo. Se orientó de que la de Buena Esperanza i sus vecinos corrieron la misma borrasca i habían marchado sus habitantes a la ciudad de la Concepcion i volvió a emprender su inasequible navegacion.

Pero al frente de Monterei, sobre el paraje Tanahuillin, encallaron las embarcaciones. Arrojaron la artillería i todo lo que Babia de peco. No surjieron porque era tan poca el agua, que ni para navegar un corcho había suficiente. Los indios, que les seguían por ambas riberas, viéndoles encallados sé fueron el abordaje i les atacaron vivamente. Se defendieron con animosidad aquellos españoles, pero tuvieron la desgracia de incendiárseles una botija de pólvora i va no pudieron hacer la defensa que convenía, i ninguno se liberto de muerto o prisionero.

La misma desgracia por los de Talcamávida. Se hallaba ausente su comandante don Nicolás Fernandez de Guiñes i el interino se embarco con los treinta españoles de su guarnicion en la barca que tenían para transitar el Biobio. A corta distancia del fuerte encalló la embarcacion. Entraron los indios a caballo i todos perecieron en sus desapiadas manos.

No aconteció esto a la plaza, de San Pedro, que aunque poco resistieron los primeros avances de los rebeldes i viendo que no podían defenderse mucho tiempo, atravesaron el Biobio i se trasladaron al fuerte de Nuestra Señora de Alé, situado sobre el cerro de Chepe. Mejor suerte hicieron los araucanos sobre la plaza de Colcura. La atacaron muchas veces basta que lograron incendiarla. La actividad de su comandante Quiroga, que hasta entonces la defendió con felicidad, no pudo cortar el fuego, i huyendo de su voracidad salió a campo raso. Eran pocos, i vencidos de la multitud todos perecieron.

El establecimiento de San Bartolomé de Gamboa se vio en grande aprieto. No estaba cercado de murallas i fue fácil a los rebeldes incendiarlo i saquearlo. Sus vecinos i la tropa se replegaron a una pequeña ciudadela que habían levantado para iguales casos, i dominaba la ciudad. En ella ce defendieron valerosamente, pero viendo que era imposible su permanencia, acordaron en cabildo abierto su abandono i resolvieron trasladarse a la provincia de Maule. Se deja entender cuánto padeceria en su retirada aquella jente que a la sazon se hallaba contajiada de viruelas.

En la ciudad de Valdivia no fue tan mal. Don Gonzalo Gonzalez de la Gonzalera i Mendoza sarjento mayor de la plaza, hizo una surtida contra los sitiadores con doscientos veinticinco hombres. Dió repentinamente sobre ellos, que eran mas de dos mil, i les cautivo cuarenta mujeres i niños con muerte de muchos pero poco despues se halló cercado de un cuerpo, al parecer de cuatro mil hombres mandado por los capitanes Colicheu. i Colihueque. Combatió con ellos siempre en retirada i con buen orden. Su gobernador, don Diego Gonzalez Montero, orientado de que se hallaba en este aprieto, salió a sostenerle, i en desafío dio muerte al famoso Colicheu i derrotado Colihueque, sin perder nada de la presa que hizo el sarjento mayor, regreso a la ciudad, dejando a los rebeldes bien escarmentados. Se tuvo esta gloriosa funcion el 8 de mayo de 1655, en que la iglesia celebra la aparicion del Arcángel San Miguel, i a solicitud del espresado don Diego Gonzalez Montero se juró i votó dia de fiesta de guarda, i hasta hoi cumplen relijiosamente ese voto aquellos vecinos.

Sus sucesores don Juan de Espejo i don Gaspar de Ahumada hicieron muchas campañas sobre las parcialidades rebeldes i siempre con felicidad. Ahumada penetro hasta la Villarica con formidable destrozo de los enemigos. En las muchas acciones de guerra que tuvieron, no esperimentaron mas pérdida que la del mui leal don Juan Mangueantu cacique de la Mariquina, que en todas las salidas era el primero. Los cumcos le hicieron prisionero en las llanuras del Riobueno, que hasta aquella distancia se estendian las correrías de aquellos gobernadores i le dieron muerte mui prolija.

Volvamos a ver lo que pasa en la capital de la frontera. Si los rebeldes hubieran atacado la ciudad de la Concepcion, sin duda la hubieran tomado. No tenia prevencion para su defensa en la satisfaccion de que todos los indios estaban de paz. Se libertó sin duda de esperimentar su total destruccion, pero no fue exenta de hostilidades. Jamas faltaron cuadrillas que Cortasen su introduccion de víveres i que incomodasen a seis Habitantes, A distancia de trescientas varas de la plaza, mayor cautivaron una mira; i su padre por una tronera de la puerta de su casa le pasó un balazo al jefe de la partida i le rompieron un muslo; mas no liberto a su hija del cautiverio. Una noche sorprendieron el molino de los jesuitas, situado en un estremo de la ciudad, i el molinero de un escopetazo quito la vida al agresor i se retiraron los demas. Otra noche atacaron la casa de Andrés Rubio; i para decirlo de una vez, llego a tanto su osadía,, que a las tres de la tarde cautivaron dentro de la poblacion a un sacristan de la Catedral i algunas mujeres. Tenian tan consternada la ciudad que todos sus vecinos se redujeron a vivir en la plaza mayor i en las manzanas inmediatos. No hubo familia que no padeciese, parque ningun hombre fué mas consternado que el gobernador i no se resolvió a echar un campo volante que valiese las entradas de la ciudad}

De las plazas de Tucapel i Lebu ningun escritor de aquellos tiempos nos dice cosa alguna. Pudo ser que las hubiesen desalojado ántes , i era como mui frecuente despoblar unos establecimientos para levantar otros, no se cuidaba de transcribir su noticia a la posteridad. De las Arauco i Boroa hablaremos mas adelante. Busquemos ahora al maestre de campo i concluyamos la espedicion a Riobueno.

El dia de la sublevacion incendiaron los rebeldes el fuerte de San Martin, situado en la parcialidad de Pitubguen sobre la ribera meridional del rio Tolten i tomaron prisionera toda su guarnicion i vecindario. El comandante se libertó a uña de caballo, i al anochecer dio esta noticia al maestre de campo que se hallaba acampando sobre el rio Quetahué. Luego fueron llegando otros españoles, i supo de ellos el jeneral levantamiento i el asedio de la plaza Boroa. Nada mas fue menester para que aquel jefe comenzara a errar. En el mismo momento se puso en marcha con el ejército, i ántes de amanecer el dia siguiente estuvo en la plaza de San José de la Mariquina que desalojó, y se traslado al castillo de las Cruces. Aquí resolvió pasar a la ciudad de Valdivia para embarcarse en los navíos que habian trasportado el situado de aquella colonia i conducirse en ellos con el ejército al puerto de la Concepcion. Don Francisco Bascuñan le presentó de palabra i por escrito la conveniencia que resultaba al real servicio i al estado regresar luego a la frontera deshaciendo las mismas marchas de su jornada. “De este modo (le dijo) no perderemos la remonta i bagajes. Socorremos la plaza de Boroa i nos servirá de cuartel para desde allí pasar a donde convenga castigar a los rebeldes. Si nos ven navegar, concebirán temor o cobardía en nosotros i se insolentarán mas con el deshonor de las armas del rei.” Este modo de pensar fue despreciado del maestre de campo, i atropellándolo todo, mandó degollar seis mil bestias de remonta i se echó al mar. Arrobó al puerto de la Concepcion con el ejército y ya pudieron respirar. El gobernador dio la comandancia de las armas al famoso Juan Fernandez de Rebolledo i el empleo de sarjento mayor a don José Cerdan, i dispusieron estos jefes la defensa de la ciudad. Se dio alojamiento a los ausiliares que llegaron con el maestre de campo Salazar, pero fué ocioso contra ellos. Quitaron la vida a sus capitanes amigos i todos desertaron a unirse con sus patriotas. Este fué éxito de la campaña del maestre de campo. Veamos cuál fue el de la de gobernador de Chiloé, que tuvo órden de aguardar a Salazar en Osorno.

Don Cosme Cisternas, sucesor de Carrera como militar, la puso en ejecucion con ciento cincuenta españoles y cuatrocientos cincuenta ausiliares. Cuatro mil cumcos intentaron con su jefe Ñamcuché impedirle la marcha, pero los venció i les mató

cuatrocientos hombres. Mas no fue sin mucha pérdida, porque le quitaron todo el equipo i le mataron tres españoles i siete ausiliares, quedando cincuenta i nueve heridos. El capitan Pedro Vargas Machuca hizo prodijios de valor hasta que cayó del caballo herido de invierte; pego se liberto i lo atribuyo a milagro del jesuita Pedro Agustin Villaza ya difunto, i referia habérsele aparecido. Tan persuadido estuvo de ello que lo testificó en formal declaracion que hizo ante el jesuita padre Juan Albiz, comisario del Santo Oficio de la Inquisicion en la ciudad de la Concepcion a nueve de octubre de 1656 i no la pongo a la letra, porque soi algo remiso en persuadirme de estas milagrosas apariciones miéntras no interviene la autoridad de la Iglesia.

A todo esto hizo empedo Cisternas de llegar a Osorno, persuadido de que hallaría allí al maestre de campo, como se lo prevenía el gobernador en la orden que le dio para esta jornada. No le salid bien su pensamiento. Allí tuvo noticia de haberse verificado la jeneral conspiracion; i conceptuando que no podría el maestre de campo avanzar hasta aquel puesto, determiné abandonarle. Regresó para su provincia i no sin trabajo. Ñamcuché con seis mil hombres le tenia cortada la retirada. Se fue con él a las manos i despees de pelear con igual animosidad de ámbar partes, venció Cisternas i le mato cerca de setecientos hombres, pero con la desgracia de sesenta heridos de peligro, españoles i ausiliares, que casi todos fallecieron.

Después de esta funcion trataron los ausiliares de unirse con los rebeldes. Eran pocos i temieron declararse, i resolvieron verificarlo cuando estuviesen en su provincia unidos con los lemas del distrito. Estos fácilmente se convinieron i entraron en la jeneral conjuracion. Tres dias ántes del prefijado para el hecho, llegó a noticia de Cisternas. Puso en prision a muchos caciques Ahorco a cinco de ellos i corto la rebelion, mas no tan de raiz que al año i medio no volviesen al mismo pensamiento. Tuvo aviso Cisternas de esta fermentacion i atajo sus progresos. Puso en cadalso diecisiete caciques de los mas delincuentes i mandó descuartizar al cabeza de motin para público escarmiento, i no se movieron los indios de aquella provincia en mas de cincuenta años.