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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo XXIX. Asedio, defensa i despoblacion de la plaza de Arauco.

La ciudad de la Concepcion no podia cuidar de las plazas situadas en lo interior del país ni aun tenia noticia de ellas. La de Boroa se mantuvo con constancia, como mas adelante veremos. El capitan de infantería don José Volea, natural del reino de Navarra, comandante de la de Arauco, defendió esta colonial a todo costo (23). En tantas ocasiones la asaltaron los rebeldes, que al fin lograron reducirla a cenizas; pero su comandante retiro la tropa i vecinos al castillo de San Ildefonso, que la dominaba, i aquí tambien le atacaron los araucanos, que siempre fueron rechazados con escarmiento. Los sitiados tampoco estuvieron quietos, hicieron algunas surtidas i siempre con buen efecto. En una de ellas quitaron la vida a un famoso capitan de Puren i llevaron el cadáver al castillo para cojer algunos víveres por su rescate i les salió la cuenta mal echada.

El cacique Guayguili tenia prisionero al licenciado don Juan de Saa, cura párroco de la plaza de Colcura, i le mandaron los rebeldes pidiese el cadáver de su cacique para darle honrosa sepultura i evitar que los españoles lo destrozasen para ponerlo en parajes públicos, i fué preciso darle. Advirtieron los sitiados que eu muchos dias no se dejaron ver los rebeldes, i persuadidos de que se habian retirado dispusieron otra salida con mujeres i niños, sostenidos de cuarenta soldados, para que diesen sobre una sementera a recojer mieses. Salió contra ellos una emboscada, pero viéndoles Volea en peligro salió también a sostenerlos i los retiro sin pérdida i con daño de los rebeldes. Una de las mujeres quito la vida a un araucano: separó la cabeza del cadáver, i puesta en una lanza, cantó victoria, apellidándose como acostumbran aquellos indios.

Por este hecho se ruborizó Clentaru i se empeñó en la rendicion del castillo. Para salir con ella se propuso la idea de tomarlo por ardid ya que no podia alcanzar esta gloria con la fuerza. En prosecucion de su designio dispuso pedir la paz a Volea i admitida su proposicion, tratar de ella fingidamente: estipular i poner las condiciones ordinarias, i admitidas, situarse en las inmediaciones de la plaza a celebrar la paz con baile i banquete a su modo rústico para avivar el hambre de los sitiados i obligarles con astucia a admitir el convite, i de este modo cojerlos de puertas afuera i caer sobre ellos con una emboscada prevenida para el intento. En efecto, envió su embajada pidiendo la paz i solicitando salvo conducto para ir con. algunos caciques a visitar al comandante. Fue bien admitido el enviado i concedida la pretension. No perdió tiempo Clentaru, i acompañado de veinte caciques con ramos de canelo, en las manos se puso en presencia de Volea i lo hablo de esta manera:

"Muchos años habéis esperimentado, valerosos españoles nuestra amistad, nuestra fe i nuestra lealtad. Desde que vinisteis a poblar esta tierra de Arauco nos hicimos vuestros hermanos en las armas i nuestro cacique Colocolo fue vuestro leal amigo i murió cristiano defendiendo vuestra relijion i nosotros defendimos siempre vuestras vidas a costa de las nuestras. Testigos son de esta verdad esos campos regados con nuestra sangre i esos montes sembrados de huesos de indios enemigos que perecieron en nuestras manos. Nos hemos enemistado con nuestra misma nacion por conservar vuestra amistad. Testigos sois también vosotros mismos, capitanes i soldados ancianos que aquí estais, i habeis visto morir a nuestros ascendientes en vuestra defensa i nosotros verter la sangre a vuestro lado yendo siempre delante, prefiriendo vuestra salud a nuestras vidas. En estos empeños nos puso el amor que siempre tuvimos a los españoles, heredado de nuestros padres, que al salir de esta vida, nada mas nos encargaban sino la conservacion de vuestra amistad i la union de nuestras armas con las vuestras. I que, a la verdad, se ha aumentado con el continuo i buen trato, con los beneficios que recibimos de vuestra libertad i con el conocimiento de lo mucho que interesamos nosotros en ella.

"Bien sabeis cuántas veces solicitó Pelantaru nuestra amistad. No ignorais las dilijencias que hizo Ancanamun por hacernos de su parte, ni se os pueden alejar de la memoria los mensajes que nos envió Tucapel, los esfuerzos que hizo Queupuantú, las solicitudes de Rinco i las embajadas de Turculipí para atraernos a su partida. Tampoco dejareis de confesar que por mas que estos grandes capitanes nos convidaron con su amistad i nos propusieron ventajosos partidos, siempre estimamos en mas seguir vuestras banderas que alistarnos al sonido de sus cornetas (24), aunque son de nuestra misma nación i de nuestra misma sangre.

"De ningun modo pudisteis ignorar que hemos dado aviso a todas las conjuraciones i que no se intentó traicion que no fuese descubierta por nosotros. Siempre dimos noticia al gobernador i a los jefes de esta frontera de las malas intenciones de nuestras parcialidades. I por no cansaros refiriendo antigüedades en confirmacion de nuestro amor i de nuestra lealtad, solo traeré a consideracion la fineza con que una i otra vez avisé al gobernador la presente conjuracion mucho antes que se verificase. Aquí me visteis entrar con setenta caciques de este estado a dar parte de ella a don Cristóbal Pizarro, que quedó en lugar del maestre de campo don Juan de Salazar, en su ausencia por la espedicion a Riobueno i le descubrí la sublevacion i el número de los conjurados. Poco despues fui yo mismo a referirla todo al gobernador para que lo remediase i no quiso darme ascenso a no tuvo por conveniente su remedio.

"Escusado es referir las parcialidades que los araucanos hemos sujetada al imperio español desde Lebu hasta la Imperial, haciéndoles abandonar sus tierras i estrechándoles a vivir en las ajenas. Solo sí haré memoria de lo que el año pasado nos aconteció por castigar a los de Riobueno. Perdimos entonces en vuestro servicio i del rei a muchos de nuestros hermanos, parientes i patriotas. Por esto quisieron revelarse los amigos de la frontera del Biobio i nos opusimos a su orgullo i sosegamos sus inquietudes. I aunque en aquella desgraciada jornada se nos fueron de la vista nuestros parientes, no lloramos tanto sus vidas como sentimos las que padecieran los españoles que perecieron, i del mismo modo lloramos ahora a los que en esta rebelion murieron en varias partes.

"Nosotros no tuvimos parte en. estas desgracias. No dimos nuestro dictamen para la conjuracion ni quisimos entrar en ella por mas que supimos que todos los butanmapus se habian rebelado. Pero para mayor motivo de nuestro dolor vinieron fuerzas superiores de Puren, Ilicura i Tucapel i nos estrecharon a tomar las armas i pelear contra vosotros. Mas ya que pudimos resistir los enviamos por delante i vinimos nosotros de cumplimiento i ceremonia, i estuvimos tirando flechas al aire, dejando que ellos fuesen los insolentes agresores i que pagasen su rebeldía., traicion i perfidia con el rigor de vuestra artillería.

"Vuestros somos i vuestros hemos sido siempre. Ya los desleales que con fuerza superior nos atemorizaban, se han ido. Solos quedamos i no nos podemos sostener ni defender sin las armas españolas. A vuestro abrigo nos acojemos. Vuestra amistad solicitamos i a todos nos está bien, porque tampoco vosotros os podeis sostener sin nosotros. En nuestras sementeras tendrá alivio vuestra indijencia cuando os falte de la ciudad de la Concepcion el socorro. Siempre con vosotros como buenos amigos partimos el bocado, i aun nos lo hemos quitado de la boca cuando habeis tenido falta de víveres, i ahora haremos lo mismo con la buena voluntad i urbanidad que en otras ocasiones. Presto se mejorarán las cosas i esta plaza cobrará su antigua fuerza. Volverá la caballería española i de nuevo comenzaremos a hacer la guerra a los rebeldes. El valor araucano jamas desfallece, i con mayor rigor i mas apretadas leyes le volveremos a conquistar."

Concluyó Clentaru su artificiosa arenga i convenció los entendimientos de todos. Con el hambre fácilmente se dejaron vencer alhagados de la esperanza de mejor fortuna con la paz que simuladamente les ofrecia el astuto araucano. Respondió cortésmente el comandante, i entre crédulo i receloso, le dijo "que de su parte no habria obstáculo que embarazase el admitirles por amigos, pero que era indispensable ponerlo en noticia del gobernador, en cuya mano estaba disponer lo conveniente sobre los negocios de paz i de guerra." No se embarazó Clentaru en reproducir: "Teníamos meditado (dijo) ir a la ciudad de la Concepcion a ver al gobernador i afianzar con él la paz antes que vayan los de Talcamávida que tratan de lo mismo. Pero recelamos no ser bien admitidos, i será bien que para nuestro resguardo acompañen a los caciques de la embajada el padre Jerónimo de la Barra i el capitan de amigos Baltazar Quijada."

El jesuita i Quijada se profirieron a la jornada. Abonaron la sinceridad. i buena i buena fe de Clentaru contra los recelos del comandante, pero mui a costa suya, i acordaron la salida para el inmediato dia.

Al amanecer partieron para la ciudad de la Concepcion con veinte caciques que llevan orden secreta para volver desde el rio Laraquete conduciendo bien asegurados a los dos incautos í demasiado crédulos Quijada i el padre Barra. El malvado Clentaru se presento a vista del castillo i fuera del alcance de su artillería con un banquete grande para ellos i abundantísimo para unos sitiados. Convidó al comandante i a toda la guarnicion para que saliesen a refrescar, i pidió se le diesen algunos soldados con armas de fuego que hiciesen algunos descargas en celebracion de los buenos principios de paz. Pero Volea no solo se negó a todo, sino que intimo orden con pena de la vida; prohibiendo que persona alguna saliese de puertos afuera. Mas al fin se dejó vencer de la importunacion de las mujeres i niños i les dio licencia para concurrir al amaro convite de Clentaru. Luego que tuvo aviso del regreso de sus caciques con el padre Barra i Quijada, dió la señal para que saliesen dos mil indios que tenia emboscados i se apoderó de ciento viento personas de la débil clase. Se burló de la facilidad de Volea i volvió a los frecuentes fuertes ataques En uno de ellos incendio el castillo por la parte del sur i a todos los hubiera reducido a cenizas si los sitiados no hubiesen tenido la felicidad de que no soplase aquel viento que tan frecuente es en todo el pais i allí reina con especialidad, i al favor de la calma no les fue difícil cortar el fuegos

El veedor Villalobos, que mandaba los arreos de la frontera, se hacia cargo del aprieto en que se hallaban. Conocia la imposibilidad de mantener aquella plaza i resolvió su despoblacion antes que volviese el gobernador Acuña sostenido de real provision, librada por la Audiencia, de aquel reino, prohibiendo embarazarle el ejercicio del empleo que tenia por real despacho i al que fue admitido, porque ya habia pasado el primer ímpetu del enfurecido vulgo. Aprestó Villalobos el navío de Juan de Mojica con trescientos soldados (25) de desembarco i se encargó la espedicion al capitan don Antonio Buitron, natural de Vizcaya. Entró en la ensenada de Arauco i bajo a tierra sin oposicion; pero luego que estuvo apartado de la ribera, le acometió un cuerpo de cuatro mil araucanos: Sobre la marcha peleo con ellos; les trato mas de doscientos i llegó al castillo sin otra pérdida que la de su salud. Se le incendió un frasco de pólvora que llevaba i se abrasó el rastro por el lado derecho.

No hizo caso de la incomodidad i fue a sentir las resultas al castillo. Sacó toda la jente, muebles i cuanto tenia, de algun valor i volvió con ella a la plaza. La embarcó (1655) i regresó al puerto de la Concepcion sin perder un hombre ni tener otra desgracia que la de seis heridos.