ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo XLIII. Batalla de la Cuesta de Villagra - Pacificacion jeneral de los indios, i restablecimiento del Obispado de La Concepcion - Entrega el Gobierno Don Anjel de Peredo.

Mucho sintieren los araucanos el establecimiento de Lota. Ellos concibieron que era un principio de que caminaba hacia la destruccion de su libertad. Toda, colonia establecida á la parte meridional del Biobio les causaba recelos, i trataron de sorprender ésta i la de San Pedro con ánimo serio de no permitir fundacion alguna en su pais interior conforme a lo acordado con el padre Luis de Valdivia en el establecimiento de la, línea divisoria. Se juntaron dos mil araucanos de infantería i caballería, i fortificados en la cuesta de Villagra, hostilizaron el territorio de Lota mientras se les unian a las tropas para atacar la plaza El gobernador resolvió en junta de guerra, que no se les diese tiempo de aumentar sus escuadrones, i dispuso que el maestre de campo Carrera, les atacase en sus mismos atrincheramientos: i pasó orden al sarjento mayor para que destacase al capitan Juan Muñoz con suficiente número de tropa para que, ocupada la ensenada de Chivilongo les cortase la retirada, i no permitiese pasar refuerzo alguno al monte de Villagra.

El día que Muñoz debia llegar a Chivilongo, ordenó Carrera la salida del ejército(1663), i dio las disposiciones para el ataque. Cuando se dejaba ver la aurora del día siguiente, comienzo, el ejército a subir la cuesta i salió un escuadron de caballería de los araucanos a impedir la subida. Acometió con tal ímpetu, que no fue posible contenerle con el fuego de la arcabucería, i corto la, vanguardia. Orientado el maestre de campo de esta operación. de los enemigos, destacó al capitan don Alonso de Córdoba i Figueroa, (39) con su compañía, i recorrió la cortada vanguardia, tan oportunamente que hizo retirar a los araucanos con tal precipitación, que se estrellaron contra otro escuadron que iba en a su ausilio i se embarazaron. Aprovechó el capitán don Alonso la confusión de los enemigos para reunir a los españoles dispersos, i tomada la entrada de la meseta, subió libremente todo el ejercito. En esta precipitada acción un araucano tomo de los cabellos a un español, castigó su caballo, i le llevó. El soldado puso los puntos al bárbaro, le derribó de un balazo i libertó a su camarada. Se recobró éste del susto, tomó su caballo i se incorporó en el ejercito.

El maestre de campo persiguió a los que se retiraban con designio de impedirles la entrada a su atrincheramiento . No lo pudo conseguir, pero entro sobre ellos i formo su tropa en la plaza de armas (40). Aquí era corto el recinto i estaban interpolados, de modo que las armas de fuego eran i la blanca hizo todo el costo en esta funcion. Conocieron sus pérdidas los araucanos i salieron del atrincheramiento para salvarse en la montaña Carrera los persiguió para que cayesen en manos del capitán Muñoz pero tuvieron la felicidad de bajar a Chivilongo a tiempo de plena mar. Por esto no pudo Muñoz pasar el vio, i ellos aprovecharon esta ocasión para internarse en la montaña quedaron muertos quinientos indios en la escuesta, i se hicieron algunos prisioneros, sin que hubiese en los españoles mas desgracia, que la de muchos heridos.

Aquel jefe se a provecho bien de la victoria. Entro por el estado do Arauco i hostilizó sus parcialidades con el rigor que pedian las circunstancia de su reiterada rebeldía. Esta espedicion tuvo tan felices efectos, que consternados los araucanos i abatida su orgullosa soberbia, solicitaron la paz, que en una asamblea jeneral se celebro con araucanos llanistas, andinos i subandinos, i comenzó a respirar el territorio que comprende, la provincia de la Concepcion.

Al mismo tiempo que el prudente gobernador estaba entregado todo a establecer un equitativo gobierno con los indio, capaz de mantenerlos en permanente quietud, si ellos concurrian de su parte acreditando docilidad, no estuvo ociosa su actividad para los negocios políticos i militares. Aprovechaba los instantes, i miéntras trataba de la paz i tenia a los indios en espectativa, traslado la plaza de Conuco a Yumbel; estableció casas fuertes Sobre el rio Laja en los vados de Tarpellanca i el del Salto. reedificó la de San Cristóbal i volvió a poblar la ciudad de San Bartolomé de Gamboa, i con suficiente guarnicion la puso a cubierto de otra semejante invasion. Para esta repoblacion comisiono a don Pedro Agustin (41) de Saldías, a don Alonso García de la Peña i a don Jose Basilio de Mojas, para que con doscientos soldados sostuviesen a los traidores en el acopio de materiales para las obras. Se verifico esta repoblacion en setiembre de 1663, i en agradecido recuerdo de tan célebre restaurador se dedico la ciudadela al santo Custodio, dejando a la ciudad su primer patron el Apóstol San Bartolomé.

Viendo el gobernador asegurado el país, comento el cultivo de las haciendas de campo, i a los que no podían verificado por falta de medios les mando dar simientes, bueyes, ganados de asta i caballar i algún un dinero. Se les hizo este suplemento de cuenta del real erario para que lo pagasen en víveres para el ejercito. I para desterrar vagabundos i quitar la perniciosa ociosidad, dando suficiente plazo, ordenó que el vecino que no poblase su estancia dentro del tiempo señalado seria desposeida de ella i se apropiaria a otro que fuese industrioso i laborioso. I en verdad que no tenían disculpa, i solo por una delincuente desidia podían omitirlo, pues en el gobierno hallaban lo necesario aquellos que carecían de facultades.

Fué el caballero Peredo famoso capitan pare la guerra, i sabio político para la paz. Bien lo acreditan los rasgos de su breve gobierno. Su virtud era como la de un religioso mui ajustado a los preceptos de la relijion. Cada día tenia siete horas de oracion mental i vocal, i rezaba las horas canónicas sin faltar a los deberes del empleo (42).

Pero no por eso se liberto de sufrir los desabridos efectos de la impetuosidad. Don Francisco Meneses, provisto por el rei para el gobierno de Chile, le llego a la ciudad de San Luis de Loyola, situada en la punta de los Venados, provincia de Cuyo, primera entonces de aquella gobernacion, por la parte oriental de los Andes. Allí tomo posesion del gobierno, i se traslado a la de Mendoza (diciembre 27 de 1663), desde donde escribió al caballero Peredo que entregase el gobierno de las armas a Carrera, i la presidencia al licenciado Alonso Solorzano, ministro mas antiguo de la Audiencia de aquel reino. Pasó despues a la capital, i luego a la ciudad de la Concepcion i su frontera. Allí nada halló que le pareciese bien, porque todo estaba bien dispuesto, i se ha hecho razon de Estado en la América reprobar las operaciones del antecesor. El caballero Peredo, con permiso de su sucesor, se retiró a la ciudad de Santiago, i don Francisco Meneses envió al preboste en su seguimiento con orden de conducirle preso a la de la Concepcion. Tuvo la noticia de esta resolucion a la entrada de la ciudad, i acordó tomar asilo en el convento de San Francisco. Halló cerradas las puertas, porque ya era de noche, i al salvar una pared para entrar tuvo la desgracia de romperse una pierna. Este escandaloso hecho de Meneses causo mucho estrépito, i cubrió a todos de horror i de sentimiento, porque amaban al caballero don Anjel por su bondad. Serenada esta tempestad, se traslado al puerto de Valparaiso, i sé embarco para, el del Callao de Lima, dejando alanza para la cantidad de treinta i dos mil seiscientos veinte i siete pesos cinco reales en que don Felipe Vazquez, veedor jeneral del ejército de Chile; le alcanzaba a favor del situado. En 1668 se vindicó de este cargo, i le declararon libre de él los ministros de la Real Audiencia de la ciudad de Santiago. Confirmó la, sentencia de la Real Audiencia i la aprobó el rei precediendo consulta del Supremo Consejo de Indias. Con la real declaracion se desvaneció el motivo que, dió márjen a su sucesor para las tropelías con que le molestó. El virei le dio el gobierno de la cuidad i puerto de Valdivia, que sirvió hasta marzo de 1668, que provisto para el de la provincia de Tucuman, tuvo que dejado, i en mayo del mismo año entró en la ciudad de Santiago (43). En ella se mantuvo aquel año, i el siguiente, vindicándose del cargo de defraudacion del situado, i absuelto i libre de él, se trasladó a su gobierno en fin de marzo de 1670, donde falleció, dejando su memoria coronada de bendiciones, de que fué acreedora su inculpabilidad, i sus sobresalientes talentos para gobernar. A los siete años de su fallecimiento (nos refieren Figueroa i Olivares), fue exhumado su cadáver, i se halló incorrupto, i tan flexible como si estuviera vivo. Pudo ser premio de la pureza de costumbres que siempre se le notó. De lo referido se deja entender que este caballero no fué aquel don Anjel de Peredo, correjidor de Paucarcolla, que los excelentísimos señores don Jorje Juan i don Antonio de Ulloa, en su viaje al mar del sur, páj. 128, num. 104, tomo IV, nos dicen pereció en. las inquietudes que en aquella provincia hubieron en 1665 los vascongados i montañeses.