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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo LVI. Gobierno del Maestre de Campo Don José de Garro - Remedia varios abusos i fortifica los puertos de mar - Visita La Frontera, i continua la paz con los indios.

Don Antonio de Isasi, de la órden de Santiago, fué provisto pare suceder a don Juan de Henriquez en el gobierno de Chile por real despacho de diciembre de 1677. Se puso en viaje para su destino, i murió en su marcha, mas no sabemos en dónde. En setiembre de 79 se tuvo noticia de su fallecimiento en la corte, i el señor don Cárlos II, atendiendo al mérito del comisario jeneral de caballería, don Marcos de Rabanal, i a la acertada conducta con que el maeste de campo, don José de Garro, de la órden de Santiago, gobernaba las provincias de Buenos, Aires, se dignó mandar librar sus reales despachos en Madrid a 23 de julio de 1681, para que gobernasen las de Chile en primero i segundo lugar. El caballero Rabanal falleció en la navegacion, i recayó la gracia en el segundo. Luego que este recibió el real despacho, se puso en viaje para Chile, i tomó posesion del gobierno en la ciudad de San Ignacio de Loyola a 20 de marzo de 1682, i entró en la de Santiago el 24 de abril del mismo año, donde fué recibido con la acostumbrada celebridad.

Propendió, i aun se interesó en el pronto i buen despacho de la residencia de su antecesor. Continuó en Chile las buenas máximas de gobierno que adoptó en Buenos Aires. Era infestado de ladrones todo aquel territorio; los soldados vagaban por todas partes, i la frontera no tenia la fuerza correspondiente; se vendian los indios con paliados pretestos, no obstante la prohibicion de su esclavitud, i era jeneral el descuido en enseñarles la doctrina cristiana. Para remediar estos daños, mandó a los jefes del ejército recojiesen los soldados prófugos. Dió sabias providencias para la instruccion de los indios, i pasó orden mui terminante a los gobernadores i correjidores de su gobernacion sobre su buen trato i libertad. Estableció un sistema de prudente gobierno que a poco tiempo se conoció en él un fondo de verdad que le hizo amable de todos sus súbditos. Su desinterés no tuvo semejante, i procuró manifestarlo, i quitar los recelos i sospechas que se pudieran tener de que la codicia le conducía al gobierno. Acreditó su moderacion con una órden circular que pasó por todo el distrito de su gobernacion. En ella previno que si ordenase alguna cosa contra las leyes municipales, o contra la costumbre lejítimamente introducida se suspendiese su ejecucion, i se le avisase para revocar lo mandado conforme a la lei o costumbres a que se opusiese.

De las máximas políticas pasó a los militares. Se recelaba con fundamento de piratas en el mar del sur, i dirijió sus cuidados a la defensa de los puertos. Mandó completar la guarnicion de cien hombres en el de Valparaiso: i para la defensa del de Coquimbo envió a la ciudad de la Serena cantidad de armas, i oficiales hábiles que disciplinase sus milicias. Dispuso se pusiesen centinelas en los mas elevados montes de la marina, para que descubriesen i avisasen de embarcaciones, i se pusiese en arma toda la costa para impedir cualquiera invasion que, intentasen, i en verdad que no estuvieron demas estas providencias i precauciones, como mas adelante se dirá.

Aun no habia concluido el gobernador el establecimiento de su gobernacion en las materias de justicia i defensa de las costas de su gobernacion, cuando las de guerra le separaron de aquella útil ocupacion, i le condujeron a la frontera. Los indios de aquel reino tan intrépidos como cavilosos, concibieron que la ausencia del gobernador era la ocasion oportuna de sacudir el yugo de la sujecion, i sin otro fundamento, ni mas premeditacion que la de su antojo comenzaron a inquietarse, principalmente los yanaconas, en quienes se notaban mayores movimientos de conspiracion.

Orientado el gobernador de estos recelos, dejó la capital, (octubre de 1682), i se trasladó a la frontera. Puesto en la ciudad de la Concepcion, sin mas que su presencia se ahogaron los principios de rebelion, i salieron muchos caciques a cumplimentarle, que recibidos con benignidad, volvieron a su pais haciendo elojios de su bondad. Dispuso que el comisario de naciones, Fabian de la Vega, i los capitanes de amigos saliesen a convocarlos para la celebracion de un congreso, señalándoles para esta asamblea una de las parcialidades interiores de su pais. Acordó esta resolucion para quitarles el recelo de salir de su tierra, para hacerles ver las fuerzas que tenia, i para facilitar su concurso, i fue este tan numeroso que hizo celebre la memoria de este parlamento.

Hecha la convocatoria, dio orden a don Jerónimo de Quiroga, a quien mantuvo en el empleo de maestre de campo todo el tiempo de su gobierno, para que aprontase todo lo conducente a salir con la idea de ciar crédito a las armas, i hacerles comprender que ratificaba la paz estipulada por su antecesor, no por falta de valor, sino por cumplir relijiosamente lo pactado, olvidando las inquietudes que le hicieron acelerar su viaje a la frontera.

Con dos mil hombres de tropas veteranas i de milicias se puso en el paraje señalado para la asamblea i congregados, como es costumbre de aquella nacion, hizo la apertura al congreso con una prolija descripcion de las turbulencias de la guerra que habian sufrido, comparándolas con las delicias de la paz que gozaban, manifestándose indiferente para cualquiera de los dos estrenos, dejándolos a su eleccion. Votaron todos por la paz que se solemnizó por parte de los españoles con repetidas salvas de artillería, i por los indios con sus rústicas demostraciones de alegría que hacen con confusa vocería i escaramuzas a caballo. Les trató este jefe con benignidad, i les despidió cortesmente, de modo que hasta hoi conservan su memoria trasmitida a su posteridad por una constante tradicion. estos son los dulces efectos de la bondad que aun en los mas feroces bárbaros halla estimacion. Es venerada la virtud hasta de las mismas fieras.

Dió aviso al rei de este congreso, i sus efectos, i pasó a proponerle el medio de hacer perpetuar la paz. Espuso que se llamase a los indios a la setentrional de la línea con protesto de celebrar un parlamento, i asegurados en nuestro territorio, echarse sobre ellos al mismo tiempo que un campo volante corriese por todo el país interior que ocupaban recojiendo sus familias i ganados para trasmigrarlos a los paises setentrionales de aquel pais. Tiene sus dificultades la ejecucion de este pensamiento. Ellos recelosos por naturaleza, ya se ponen en este caso, i no dejan de estar sobre aviso, i ponen sus precauciones. El rei no entró por este partido. La piadosa idea de la majestad ha sido siempre la sujecion de los indios para verificar su conversion al catolicismo. Mas nunca ha querido conseguirlo faltando a la fe pública, i por medios injustos e irrelijiosos: i por eso desaprobó por real cédula de 19 de noviembre de 1686 el arbitrio del gobernador, i quedaron en la independencia en que les halló.