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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo LXVII. Toma posesion del Obispado de La Concepcion el Ilustrísimo señor Don Frai Martin de Hijar i Mendoza, del de Santiago el Ilustrísimo señor Doctor Don Francisco de la Puebla Gonzalez - Entra en la monarquía de España el señor Don Felipe

Por fallecimiento del ilustrísimo señor don frai Francisco de Lóyola i Vergara, fué presentado para la iglesia de la ciudad de la Concepcion de Chile el ilustrísimo señor don frai Antonio de Morales, de la órden de predicadores, hijo de la provincia de San Juan Bautista de Lima, de la que fué provincial. Consagrado en aquella ciudad, se embarcó para su obispado en el navío San Juan de Dios, i naufragó en las costas de Tucapel (1684).

Se notició a la corte su fallecimiento, i el rei presento para esta silla al ilustrísimo señor don frai Luis de Lemus, de la órden de hermitaños. Se consagró en Madrid, pero no pudo salir de la corte por sus enfermedades habituales, i falleció en ella (65).

I atendiendo el rei a las necesidades de esta iglesia, promovió para su obispado al ilustrísimo señor don frai Martin de Hijar i Mendoza, de la órden del glorioso padre San Agustin. Fué hijo i provincial de la provincia de Lima. Pacificó los disturbios de la de Quito, de donde pasó a esta iglesia que gobernó desde el año 1695 hasta el de 1704, que falleció en grande inopia por su relijiosidad. Fué sepultado en su catedral, i el primero que dispuso sínodo diocesano en 1702. aunque no se concluyó (66).

Por ascenso del ilustrísimo señor Don frai Bernardo de Carrasco fué promovido a la iglesia de la ciudad de Santiago del Nuevo Estremo, capital del reino de Chile, el ilustrísimo señor doctor don Francisco de la Puebla Gonzalez, natural de Pradena, obispado de Segovia en Castilla la vieja. Fué colejial de Lugo en Alcalá de Henares, i cura párroco de la parroquia de San Juan en la imperial villa i corte de Madrid. Hizo el rei su presentacion para esta iglesia en 1694. Tomó posesion de ella en 99, i la gobernó con el acierto que correspondía a su distinguida literatura. Fue arcediano del obispado de Huamanga (1704), pero no pasó a aquella iglesia porque falleció en ésta, i en ella descanzan sus cenizas (67).

Don Felipe V, rei de España, primero de la casa de Borbon, hijo de Luis, delfin de Francia, i de María Ana Cristina de Baviera, nació en Versalles a 19 de diciembre de 1683. Por muerte de Cárlos II, acaecida en 1.° de noviembre de 1700, sin hijos, fué llamado a la sucesion de España por el mismo Cárlos II, en fuerza de los derechos que teman a este, monarquía los descendientes de las reinas de Francia doña María Teresa, i dolía Ana Mauricia de Austria, mujeres de Luis XIII i Luis XIV, reyes cristianísimos. En Versalles fué reconocido por rei de España, de su abuelo Luis XIV, i de otros príncipes el 16 de noviembre del mismo año, i en Madrid fué proclamado el 24 del mismo mes. Gobernó felizmente la monarquía hasta el 24 de enero de 1724, que la renunció para poner algun término entre la vida i la eternidad. Pero no se lo permitió la temprana muerte de su hijo Luis I, acaecida en 31 de agosto del mismo año, i volvió a tomar las riendas del gobierno hasta 9 de julio de 1746, en que falleció (68). En Chile fue proclamado en la capital por el gobernador don Francisco Ibañez Peralta el 7 de marzo de 1702, i sucesivamente en las demas ciudades de aquella gobernacion en el mismo año.

Son los gobiernos de la América una alternativa de borrascosas tempestades, i de agradables serenidades. Tiene su principio esta variedad de movimientos en la diversidad de temperamentos de los hombres. Si el provisto para el gobierno es ajitado de la abrasadora codicia, o de una desmedida ambicion, o poseido de la erguida soberbia, o conducido del espíritu de despotismo, se invierte todo el orden de la justicia, i el vasallo envuelto en la tiranía es sumerjido en un caos de peligrosas alteraciones, que si no acierta a tomar el tranquilo puerto de un prudente retiro, infaliblemente será precipitado en los escollos de la desesperacion. Pero si recae la investidura en un hombre prudente i desinteresado, que todo el sistema de su gobierno lo funda en las leyes, reina entónces la justicia, que ella sola tiene suficiente poder para mantener al súbdito i al vasallo en la debida obediencia i respetuoso amor hácia los superiores, i de su señor natural: i como inseparable compañera de la verdad, i de la sinceridad, goza el vasallo de la aura feliz de la serenidad en un tranquilo gobierno que, alejando de sí la simulacion i el engaño, nada mas respira que benignidad, justicia i verdad. Así gobernaron en la mayor parte los dos anteriores supremos jefes de Chile, i acostumbrados sus habitantes a un equitativo método de gobierno, les sorprendió la conducta de don Francisco Ibañez de Peralta, caballero de la órden de San Juan, i sarjento mayor de batalla.

Se recibió del gobierno (14 de diciembre de 1700) sin las acostumbradas familiaridades. Con desprecio de la real cédula del señor don Cárlos I, dada en 10 de julio de 1530, se negó a hacer el juramento acostumbrado de defender la capital, i mantenerla en sus privilejios, i de administrar justicia con imparcialidad i segun las leyes.

Se propuso la idea de enriquecerse a costa del vasallo. Sus dos inmediatos antecesores, distantes del delincuente interés, distribuian el premio a proporcion del mérito, i si éste concurria con la calidad en alguna persona, era ésta quien llevaba la preferencia. Pero el caballero Ibañez, poseido de la insaciable codicia, volvió a introducir la perniciosa época del interés. Vendió los empleos políticos militares, los repartimientos o encomiendas de indios, i de este modo se colocaban solo los sujetos pudientes en dinero, i contra las reales piadosas intenciones del monarca quedaba postergado el mérito, que por desgracia recaía en un pobre, aunque fuese de ilustre cuna. Todavía su codicia puso otro negro tizne a su conducta. Pidió prestadas algunas cantidades de dinero a la mayor parte de los vecinos ricos de su gobernacion. De los de la ciudad de la Concepcion, que estaban arruinados, miserables, i en el mas decadente estado, tomó diezisiete mil pesos, i de aquí puede inferirse lo que recojeria en las demas poblaciones, i en la capital. I como era gobernador, quedaron estos empréstitos sobre su palabra, i todo lo perdieron sus dueños, porque en el mismo hecho se deja conocer que no llevaba ánimo de volverlo, persuadido a la cuenta de que era tributo debido a su empleo, i porque los fines de su gobierno le fueron mui adversos.

Pero como todas sus operaciones no habian de ser gobernadas por el interés, no olvidó el de su gobierno. Mandó abrir cauce al río Mapocho para que la capital no fuese inundada con sus crecientes. Tambien adelantó algo en la real hacienda. Ordenó se subastase el real derecho de alcabala (1706), i se hizo la subasta en catorce mil pesos anuales por el capitan don Antonio Verdugo i Figueroa.

El marqués de Belmar, teniente de gobernador, i capitan jeneral de los estados de Flándes, aviso a la corte que por un judío residente en Holanda, habia sabido que algunos mercaderes chilenos solicitaban de los estados jenerales les proveyesen de armas contra el reino de Chile. Por otra parte se orientó tambien la corte de que la Inglaterra intentaba apoderarse de la América meridional. Se le trasladaron al gobernador estas noticias, i premeditada la resistencia que debía hacer, celebró en su palacio (mayo 1.° de 1701) una junta jeneral del reino (69), i se trató en ella de la seguridad de toda la gobernacion amenazada por la guerra que se suscitó en Europa por el fallecimiento sin heredero de nuestro católico monarca don Carlos II, i se resolvió hacer leva de trescientos hombres para aumentar las guarniciones de los puertos de mar, pero con la debida precaucion de que no quedasen desamparadas las familias, ni abandonadas las estancias. Puso en regular estado de defensa los puertos de Valparaíso, Concepcion i Valdivia, i los surtió de armas con las que se remitieron de España al cargo de don Alonso Juan de Valdés, provisto gobernador de las provincias de Buenos Aires.

I aunque creyó amenazados los establecimientos marítimos de su gobernacion no pudo separarse luego de la capital i dejarse ver en ellos. Se hallaba esta ciudad alterada con ruidosos disturbios que pudieron haber concluido mui mal. Celebraron capítulo provincial los padres de San Francisco. Tuvieron entre sí algunas desavenencias. El tribunal de la Audiencia tomó conocimiento de este negocio con pretesto de evitar resultas. Los relijiosos cerraron las puertas de su convento (1702), i se negaron a admitirle; pero empeñado el tribunal en su primer pensamiento, hizo demoler un pequeño lienzo de pared, i entró en la sala capitular. El pueblo, falsamente persuadido de que la corte les autoriza hasta para todo, se abandonó a peligrosas fermentaciones contra el gobierno español, que quedaron en amagos. Se interesan- mucho las jentes en aquellas Américas sobre estos capítulos o elecciones, i se forman grandes partidos entre las principales casas. Esta relijiosa familia se quejó al rei de la violencia, i su majestad multó en mil pesos a cada uno de los cuatro oidores i fiscal que componan el tribunal. El gobernador les hizo enviar la multa sin apelacion, i de ella se remitieron a Portobelo dos mil para costo del viaje de los relijiosos que estrañó la Audiencia; mil quinientos a España un mil para levantar las tapias demolidas, i para la fábrica de la enfermería de su convento de Nuestra Señora del Socorro, i los quinientos restantes se aplicaron al colejio de San Diego de la misma órden.

Al mismo tiempo se hallaba este sabio tribunal embarazado en competencias con el reverendo Obispo de la capital sobre la asistencia a fiestas de la Catedral a que debe concurrir. Este ilustrísimo prelado contemplaba desairada su dignidad esperando a los oidores, en muchas ocasiones una hora para principiar los divinos oficios. Se quejó al rei con espresion de casos positivos sobre este negocio que comprobaban el desaire; i su majestad, despues de hacer ver a la Audiencia que por ser ministros suyos, léjos de manifestar autoridad con el reverendo Obispo i su clero, debian esmerarse en tributar el debido respeto a los eclesiásticos, con facultad de comenzarlas i continuarlas aunque no estuviese el tribunal; i a los ministros que la componen dio espresa órden de concurrir, i no dejar aguardar amenazándoles con su real desagrado. Esta relijiosa real resolucion sofocó las competencias, pero de ningun modo estinguió la desavenencia, que mas aumentada duró hasta el fallecimiento del prelado. En todo tiempo fué, es i será en Chile lo mismo; de la competencia se pasa a la desavenencia entre los reverendos Obispos, gobernadores i oidores i a un encono inestinguible que es la piedra del escándalo, si la corte no pone remedio con la separacion, como no pocas veces lo hizo.

El gobernador tampoco anduvo escaso de materias de disturbios

Se introdujo en la eleccion de abadesa de las relijiosas del monasterio dedicado a la Concepcion de la Santísima Vírjen María. El reverendo Obispo, auxiliado de la prudencia, hizo cuanto pudo para separarle de su empeño, pero como mediaba no poco interés, fueron inútiles todos los prudentes suaves esfuerzos dé su política, i se elijió de abadesa a la señora relijiosa que quiso el gobernador. Ocurrió el prelado al remedio del recurso, que no tuvo otra utilidad que precaverse del mismo mal para otro igual caso. Lo trasladó a noticia del soberano, i su majestad reprendió la conducta del gobernador, pero todo quedó en el estado que éste quiso.

En la administracion de justicia eran entonces los excesos de aquel jefe. Desde que tomó posesion del gobierno, hizo estrecha alianza con los oidores, i hubo una jeneral perturbacion en todo el reino. Se dio con el pié al orden de la justicia. Corrian impunes los delitos si habia dinero con que pagar la impunidad. El gobernador daba rienda a los oidores, porque callasen, i no le contuviesen en sus deberes. Corria presuroso el gobierno a ver su última ruina. Cada uno de aquellos hombres se habia hecho un musulman, i todo era tiranía i opresion del súbdito, que siempre en aquellas distancias lleva sobre sí el pesado yugo del despotismo sin otro consuelo que la esperanza (aunque remota por la larga distancia) de que la real piedad sabe poner remedio i aliviar al vasallo en el padecimiento de estos males, separando del gobierno a semejantes monstruos, como lo ejecutó con éste, luego que orientado de sus excesos, le reprendió, i confiado en la distancia o en la proteccion, no quiso mudar de conducta. Parece que corrió demasiado la pluma en todo este capítulo, pero y o nada mas hice que no ocultar la verdad, i copiar instrumentos dignos de toda fe, princi palmente varias reales cédulas i entre ellas las de 26 de abril de 1703, i 28 de febrero de 1704, que ellas solas son bastantes a libertarme de la neta de mordacidad.