ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo LXX. Entran piratas en el mar del Sur i se fortifican los puertos de Chile - Se amotinan los indios de Chiloé - Se establecen dos casas misionales - Saquean los pehuenches la ciudad de San Luis de Loyola - Intentan rebelarse los araucanos,

Sospechosa la corte de que los mercaderes de Chile solicitaban ser sostenidos de los estados jenerales para declarar la independencia, i que el marqués de Corpa, casado en la capital de este reino con sobrina de don Francisco Ibañez de Peralta, estaba encargado de esta negociacion (78), i orientada de que la Inglaterra intentaba su conquista, i que se armaban contra el mar del sur, pasó órdén al gobernador para que pusiese en estado de defensa las costas de su gobernacion, i que estuviese en prudente observacion de la conducta del gremio de mercaderes, tomando todas las precauciones convenientes a evitar los funestos efectos de la infidelidad que se sospechaba. El gobernador, sin inquisicion pública ni secreta, i sin formalidad de juício, luego que tuvo la real órden, sobrecojido del temor por la mala suerte que debía caerle procedio al secuestro de los bienes del marqués de Corpa i la espulsion de su esposa. I porque ésta tenia una hermana casada con hermano de su marido, i ámbas eran sobrinas de don Francisco Ibañez de Peralta, su antecesor en el gobierno, fué toda la familia comprendida en su intempestiva resolucion. Infamada con la fea nota de infidelidad, se embarcó para el puerto del Callao, i se estableció en la ciudad de Lima; donde permanece hasta hoi, i le quitó a Chile esta ilustre casa.

Desembarazado de este cuidado, que tenia sorprendida su tímida imajinacion, se trasladó al puerto de Valparaiso, repuso su fortificacion i aumentó su guarnicion con una compañía de caballería que levantó i puso al cargo de su hijo don Fermin i dadas algunas providencias para resguardo de los puertos de Coquimbo, Concepcion, Valdivia i Chiloé, regresó a la capital encargando a los correjidores, que entónces eran militares, las costas de sus respectivos partidos. Nunca estuvo de mas la prevencion en materias de guerra, i toda precaucion es útil cuando se trata de la conservacion de alguna parte del Estado; pero en la ocasion fueron, vanos los recelos. Quedó en embrion el proyecto de los chilenos, i en duda su pretendida infidelidad. No llegó a realizarse la proyectada espedicion de Inglaterra, que es de inútil ejecucion si aquellos colonos no entran por otro que no sea el de su independencia, i los piratas no tocaron en las costas de Chile. Estos fueron Roggiers i Guillermo Dampierre, que montado el Cabo de Hornos, entraron al mar del sur, donde tomaron varias embarcaciones del comercio del Perú, saquearon a Guayaquil i regresaron a Europa, sin que la escuadra enviada por el virei de Lima en su seguimiento les encontrase.

Don Fernando de Cárcamo, correjidor de la ciudad de Castro i comandante jeneral de la provincia de Chiloé, entró en desavenencia con don Alejandro Garzon, gobernador de la plaza de San Miguel de Calbuco, sita en el continente. Este era criado mayor del presidente, i confiado en su proteccion, tomo la precipitada resolucion de retirarse a casa de su amo. Para verificar su inconsiderada idea sin peligro de los indios del tránsito, llevó consigo su compañía de caballería. i dejó indefensa i abandonada la plaza. Los indios de Cumco i Osorno que le vieron pasar, se propusieron aprovechar la ocasion, i maquinaron contra los establecimientos de aquella provincia. No podian llevar a electo sus ideas si los indios isleños no entraban en la conjuracion, i para moverles procuraron entrarles en desconfianza con los españoles, sirviéndoles de márjen para esta idea: la visita que pocos meses antes habia hecho en el archipiélago de Chiloé, como parte de su diócesis, el ultimo Sr. Dr. don Diego Montero del Aguila, Obispo de la Concepcion de Chile. Estos indios son hijos de la novedad i de carácter receloso, i por lo mismo adoptaron sin dificultad las perversas ideas de sus vecinos, i acordaron su gjecucion con la cautela que requiere tan arriesgado negocio. Quitaron la vida a algunos de sus señores, i este fué el principio de la rebelion (año de 1712). El correjidor cortó sus progresos con el cruel suplicio de trescientos indios de los mas principales. Este hecho tuvo mucho de inhumanidad, pero fué de tal eficacia, que seriamente escarmentados, no tuvieron fuerza alguna hasta hoi para mover aquellos isleños a otra conspiracion los repetidos ejemplos de sus malos vecinos. El caballero Cárcamo no tuvo buenas resultas, ni debia esperarlas favorables con la enemistad del criado del gobernador, que necesariamente le habia de sostener por el Ens rationis fictum, que los hombres grandes llaman razon de Estado. El maestre de campo, don Pedro Molina, fue enviado a aquella provincia con un trozo del ejército, trató con suavidad a los miserables isleños i les dió la satisfaccion de enviar preso a la capital al correjidor, que acabó sus dias en la prision, como consecuencia necesarísima de la desavenencia con Garzon.

Concluida la pacificacion de esta provincia, pasaron a ella algunas familias de la isla de Chonos, i pidieron a Molina las admitiese bajo la real proteccion, i las diese territorio en el continente para establecerse. No le pareció conveniente ponerlas en vecindad de los cumcos, que siempre dieron pruebas nada equívocas de su infidelidad, i las estableció en la isla de San Felipe de Guara con dos conversores jesuitas para su instruccion en el cristianismo, i hasta hoi perseveraron vasallos fieles. Se diú cuenta a la corte de este establecimiento i de otra casa de conversion que por informe del gobernador de la plaza de Valdivia, don Juan Cardoso Verbetoro, se estableció en la parcialidad de Dogüell, sobre el río Tolten. Este caballero se interesó con relijioso celo en la propagacion de la fe católica por el distrito de su gobierno, i dió una gruesa cantidad para la iglesia i casa de los conversores. Restituido a España, falleció. i por última voluntad dejó a favor de las casas de conversion de los indios de Chile todo lo que le permitía el derecho en circunstancias de vivir su padre. El reverendo padre Covarrú oras, provincial de la Compañía de Jesus en Chile, solicitó se pusiese tambien esta casa a direccion de su relijion (13 de noviembre de 1714), i se dió posesion de ella a los padres Juan Rabanal i Pedro de Aguilar. El soberano se dignó prestar su aprobacion en cédula de 20 de marzo de 1717, i mandó se contribuyese de su erario con la cantidad acostumbrada para estos piadosos establecimientos.

Con estas fundaciones se lisonjeaba el gobernador, i se prometia que los araucanos estaban distantes de maquinar contra la frontera i descuidó de esta parte de su gobernacion. En todo el tiempo de su gobierno estuvo sin sueldo la tropa, i de mil i quinientas plazas que pagaba el rei, no se presentaban quinientas en revista, (79) pero se consultaban i espachaban los empleos militares aunque no tenian ejercicio. De este principio vino la despoblación de las plazas de armas, i que no quedasen en ellas mas que algunos soldados inútiles de antigua vecindad, i en tan corto número, que ni aun noticia se tenia de las formalidadesmilitares que se acostumbran en las plazas. Viéndose la tropa sin el auxilio del sueldo para sustentar sus familias, se dedicaron a la agricultura i minería, i floreció Chile con el tráfico i comercio, que se estendió hasta las provincias de Tucuman, Paraguai i Buenos Aires.

Los araucanos auxiliaron a los pehuenches, i saquearon la ciudad de Sau Luis de Loyola, sita en la provincia de Cuyo, a donde envió el gobernador alguno, tropa, que mal pagada, nada hizo, i regresó a Chile. El rei se dió por mal servido i no admitió disculpa alguna. No podia olvidar la corte que tenia recomendada esta colonia por espuesta, en repetidas ocasiones, i con especialidad en reales cédulas de 1700 i de 1707 para que valiesen frívolas disculpas; pero sin embargo de la real reconvencion, la ciudad quedó en el mismo abandono e impunes sus agresores (año de 1812). Esta impunidad i el conocimiento que tenian los araucanos de lo indefenso de la frontera, i que embarazados los españoles en el cultivo de los campos i escavacion de los cerros, entregados al comercio i embelesados con sus medras i con la abundancia que todos estos bienes le recrecen al Perú, de donde se eleva la guerra, habian olvidado el ejercicio de las armas, les puso en deseo de aprovechar la ocasion de satisfacer el odio contra la nacion conquistadora.

Procuraron entrar por partido a los yanaconas de todo el reino, brindándoles con la recuperacion de su amada antigua libertad. Estos, que jamas se negaron a sacudir el yugo de la obediencia, abrazaron el partido i entraron en la cónjuracion todos los que residian entre los 26 i 24 grados de latitud austral. Fijaron para su ejecucion la mañana del Miércoles de Ceniza de 1715, en que suponian a los españoles en los templos empleados en los ejercicios de relijion, i se dieron las señales de fogatas por la noche, i humaredas de dia sobre los mas elevados montes, i avisados con ellas de sus progresos dar el golpe por todo Chile en una misma hora. La frecuencia de estas seriales i la altanería que se notaba en los indios domésticos, i la combinación de estas circunstancias con el auxilio dado a los pehuenches contra la ciudad de San Luis, de que fueron convencidos, hizo recelar de infidelidad a algunos españoles esperimentados en sus costumbres i que conocían el carácter de estos nacionales i dedicados a observar sus movimientos descubrieron la conjuracion en la provincia de la Concepcion i la pusieron en noticia del maestre de campo, jeneral de la frontera, que lo era entonces don Fermin de Ustariz. Este jefe, aunque joven, manejo el lance con conducta juiciosa, prudente, activa i acertada. Aviso prontamente a su padre que se hallaba en la capital, i sin dilación procedió a la prision de ochenta indios principales de los yanaconas residentes en diferentes partes de la frontera. Confesaron éstos la conjuracion, descubrieron todas sus circunstancias i declararon que tres años antes debió haberse verificado con muerte del Obispo de la Concepcion, que tenia decretada para cuando este ilustrísimo prelado pasase por sus tierras de regreso de la visita de Chiloé i Valdivia, i que no la ejecutaron porque el teniente jeneral don Juan Güemes Calderon, gobernador de la plaza de Puren, receloso de, este sacrílego atentado salió con un escuadrón de caballería a esperarle sobre la ribera del río Tolten, i escoltó su persona hasta la ciudad de la Concepcion.

Procesados estos reos, cuatro de ellos fueron condenados a la pena capital, algunos espatriados i los demas destinados a obras públicas i se intimo orden a todos los yanaconas privándoles el uso de caballería mayor. Con esto se cortaron por entonces los progresos de esta conjuracion que acabó de sosegarse con el parlamento jeneral (diciembre de 1715), que celebró el gobernador con los araucanos en. el campo de Tapihue, donde bien regalados, cortejados i obsequiados de cuenta del real erario, se dieron por satisfechos. Se dio cuenta al reí de este negocio, sus resultas i pacificación, i se le propuso que la conquista de los araucanos era el único verdadero medio de evitar sus conjuraciones. La corte, que lo tenia anteriormente entendido por informes de otros gobernadores, insignes militares, mandó que se propusiesen los medios de verificar la pretendida conquista, pero todo quedo en su antiguo estado, sin duda porque su separación del gobierno no le dio tiempo para dar cumplimiento a la real orden i no se conformó el reí con la privación del uso del caballo que se intimó a los yanaconas.