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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo LXXIV. Toma posesion del Obispado de Santiago de Chile el Ilustrísimo señor Doctor Don Alejo Fernando de Rojas - Repara el Gobernador las ruinas de las fortificaciones de La Frontera, i las de las obras públicas de la capital.

Por ascenso del ilustrísimo señor don Luis Francisco Romero, fue promovido a la iglesia de Santiago de Chile el ilustrísimo señor doctor don Alejo Fernando Rojas, natural de la cíadad de Lima, colejial del real i mayor de San Felipe, i cura rector de aquella Catedral. Tomó posesion de su iglesia el año de 1719, i la gobernó con acierto hasta el de 1729, que pasó a la de la ciudad de la Paz (85).

Don Manuel de Salamanca, comisionado para la conduccion del real situado, arribó con los caudales al puerto de la Concepcion (setiembre de 1721), i condujo tambien un repuesto de armas, i municiones de guerra que dio el virei del Perú para defensa de la frontera. Orientado el gobernador de su llegada le envió los despachos de maestre de campo i comandante jeneral de la frontera, librados en 25 de setiembre de 1721 i poco despues se puso en viaje para aquella ciudad a disponer su distribucion para evitar fraudes con su presencia i autoridad. Pagada la tropa, libró caudales para reparacion de las ruinas de las fórtificaciones de la frontera, que estuvieron cerca de ver su destruccion con las injurias del tiempo. Destinó otra cantidad para decencia i adorno de las iglesias de la frontera, que todas ellas deben ser asistidas del real erario. Construyó, en la ciudad de la Conccpcion un almacen de pólvora para evitar el riesgo en que estaba de incendiarse esta municion, i asegurar su conservacion sin deterioro. Dispuso tambien dar una recorrida a la batería de aquel puerto, que llaman la Planchada,, i arbitró levantar otra a costa de aquellos vecinos, que exhaustos con la continuada guerra de los araucanos, no sufrian sus cortos caudales esta contribucion, i la rehusaron. El gobernador hizo punto de honor el llevar a efecto este negocio i levantó autos sobre la materia para en vista de ellos solicitar la real aprobacion. Pero aquellos arruinados colonos, con testimonio del expediente ocurrieron tambien al soberano, i su real piedad, que jamas quiso el injusto gravamen del vasallo, atendió benigno a su justa súplica, i desaprobó el pensamiento del ,gobernador.

Esta multitud de obras, demandaba un crecido numero de trabajadores, que no se podia facilitaren todo el distrito de la frontera, i resolvió sacarlos de las parcialidades de indios que con inimitable valor i tenaz resistencia digna de los mayores elojios se han hecho independientes, i con grosera inadvertencia pasó órden para ello a los capitanes de amigos. Estos hicieron saber a los caciques la disposicion del gobernador, i el toquí jeneral Vilumilla respondió con valiente resolucion "que si pensaba el gobernador que aquello era correr cabezas, i estafermo, i cortejar mozas, fuese a sacarlos de sus tierras i él sabria defenderse i escarmentarle." Sufrió el caballero Cano la invectiva i desistió del empeño de hacerles salir a trabajar.

Este ocurso sirvió de márjen al jesuita superior de misiones para poner en noticia del gobierno (a su parecer sin riesgo de ser objeto de la ardentía del gobernador) la que tenia de que intentaban los indios sublevarse por el inicuo comercio que el maestre de campo Salamanca habia entablado en sus tierras con perjuicio de los derechos de su libertad, i puso una carta al reverendo Obispo de la Concepcion orientándole en las circunstancias de esta fermentacion, con encargo de trasladarla al gobernador, sin decirle el autor. Cumplió sa ilustrísima con la comisiona con la debilidad de descubrir al jesuita. Se tocaba en la conducta de su sobrino, i puso el gobernador otra al superior de misiones llena de improperios, dictados por el impetuoso espíritu que le animaba. Dejó la frontera (julio 1722), i regresó a la capital sin remediar el mal que amenazaba, i en ella repitió las mismas injuriosas espresiones con el padre provincial de la Compañía de Jesus.

Su actividad, que no podia descansar sino en los asuntos de aquella parte del Estado que el rei habia confiado en su conducta, se propuso facilitar el comercio de Chile con las provincias ultramontanas de su gobernacion. Con este objeto envió competente número de tropa a la de Cuyo para asegurar el camino de Buenos Aires desde la ciudad de San Luis de Loyola hasta la de Mendoza, i ponerla a cubierto de hostilidades de los indios pampas. i para que las mercaderes i sus jéneros no padeciesen riesgo en los peligrosos montes de los Andes, mandó componer el camino, que entrando por Uspallata baja al Valle de Aconcagua (año 1722), i salieron los costos de esta utilísima obra de los mismos comerciantes; que contribuyen con dos reales por cada carga que trasportan.

Así empleó el gobernador las rentas de la capital, i todavía meditaba levantar otras obras públicas, pero el rio Mapocho le frustró sus ideas. Salio de su márjen el segundo dia de Pascua de Pentecostés (1722), arrancó por varias partes los tajamares i llevó sus corrientes por la ciudad con perjuicio de sus edificios. Por aquel invierno se impidió la repeticion de esta ruina con espaldones de fuertes maderos, reservando para despues una firme reparacion de este daño que no se pudo verificar por la guerra que movieron los indios independientes, i porque otras atenciones mas urjentes demandaron los caudales que pedia esta obra.