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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo LXXIX. Entran piratas en el mar del Sur i en el puerto de Coquimbo, es apresada una de sus naves - Ruina de la ciudad de La Concepcion, i se traslada el Gobernador a ella - Regresa a la capital i fallece.

En 1720 entró al mar del sur el pirata inglés Juan Cliperton. No aportó a Chile, i en la navegacion del Callao a Panamá, hizo algunas presas. Tomó la nave que conducia a Lima al marqués de Villarocha, ex-gobernador de aquella ciudad con su mujer i familia, i tambien otra buque procedente de aquel puerto que llevaba a su bordo para el de Guayaquil a la condesa de las Lagunas.

En el de 1727 montó el Cabo de Hornos una escuadra holandesa de cuatro naves Una se perdió en el archipiélago de Chonos, i otra deuominada San Luis arribó al puerto de Coquimbo, donde fué apresada por Santiago Salabarría, que barajaba las costas del Perú i Chile en un mercante armado en guerra por el comercio i vecindario de Lima. Salabarría dejó, en la ciudad de la Serena a los prisioneros que salieron heridos del combate. Pero el Ayuntamiento de esta ciudad representó al gobernado, que no convenia en ella su permanencia así por contajiados de herejía, porque tambien aquellos colonos no se acostumbrasen al trato con estranjeros, i perdiendo el horror que les tienen, se aficionen de ellos, i el caballero Cano dispuso enviarlos a Lima a disposicion del virei.

Aun no se comenzaba Chile a restablecer de las funestas consecuencias de la guerra, que acababa de padecer, cuando fué nuevamente afijido con uno de los mas terribles estremecinúentos de tierra que se han esperimentado en América;. Comenzó a sentirse a las dos horas de la noche del dia 8 de julio de 1730, con tan violentos vaivenenes, que en la capital demolió los tejados de todos sus edificios, derribó algunos, arrancó de sus cimientos los templos de Santo Domingo i de Nuestra Señora de Mercedes, i las torres de la Catedral, i de San Francisco. Arruinó los castillos del puerto de Valparaiso, inundó el mar las bodegas, i se perdieron cincuenta, fanegas de trigo. Destruyó las murallas de la ciudad de la Serena, i puerto de Coquimbo, i todas las fortificaciones de la frontera. Pero la colonia que sintió mas estos lamentables estragos fué la ciudad de la Concepcion porque en ella fué Seguido el horrible terremoto de una espantosa salida de mar. Dos horas despues volvió a sacudirse la tierra con mas vehemencia, i fueron tan horroosos los sacudimientos, que entumecido el mar, repitid otra inundacion, i envolvió en sus ondas hasta los cimientos.

Todos los establecimientos de Chile i sus estancias quedaron arruinados, pero lo que acabó de asolarle fue la cruelísima epidemia de viruelas que lo infestó, principalmente desde la capital hasta los cuarenta i un grados de latitud austral. En el territorio de la ciudad de la Concepcion hizo mas estrago, tienen sus habitantes terror pánico a esta enfermedad i en los campos quedaban solas las chozas i cabañas de la jente pobre, porque sus dueños fueron víctimas de la muerte a causa del desamparo i abandono que se hacia de las personas que tenian la desgracia de contajiarse.

El gobernador dio oportunas providencias para la reparacion de los daños que causó el terremoto en las casas de los gobernadores, de la Audiencia i Ayuntamiento, de la tesorería i cárceles de ciudad i corte de la capital, librando caudales de sus propios. De estas mismas rentas arbitró se levantasen las escuelas de primeras letras i de latinidad i las aulas de facultades mayores en el colejio de jesuitas a cuyo cargo corria la instruccion de la juventud de aquel pais, i dispuso se repartiese una limosna de quinientos pesos a cada uno de los monasterios de relijiosos i relijiosas por ayuda de costa para reedificacion de lo arruinado. Comisionó a don Pedro de Ureta i Pardo, correjidor de aquella ciudad, la direccion de sus obras cuyo encargo pasó luego con el correjimiento a don Juan Luis de Arcaya (1731). En la ciudad de la Concepcion i su frontera, que era mayor el daño, se necesitaba mas su eficacia para remediarle. A cualquiera parte que se dirijiese la vista se hallaban ruinas de difícil reparacion; la ciudad asolada in totum, i sin un ochavo, i sin presentarse arbitrio para proporcionarle caudales ni aun para hacer revivir por entonces sus rentas. De las fortificaciones de su puerto solo la planchada se libertó, i en las demas no quedó piedra sobre piedra. Si levantaba la vista sobre la línea divisoria miraba ruinosas sus defensas i no acertaba a resolver por donde debia principiar. Pero con aquel acertado golpe de ojo que tenia su clara penetracion, aun en los mas árduos negocios, dio espediente a las dificultades que presentaban la falta de trabajadores por una parte, i por otra, la escasez de dinero en el erario real de su gobernacion, cuyas rentas reducidas al solo ramo del real derecho de alcabala no ascendia a catorce pesos. Con cincuenta pesos que le envió el virei del Perú por socorro estraordinario, dispuso asegurar las plazas de la línea con rebellines, i arbitró convocar a los indios para la celebracion de una junta jeneral; i admitida por los caciques, capitanejos i mocetones, señaló para ella la plaza de Arauco, i comisionó para que la presidiese a su sobrino don Manuel de Salamanca, comandante jeneral de la frontera i maestre de campo del ejército de aquel reino (diciembre de 1730). Este jefe ratificó con ellos la paz de Negrete i acordaron el restablecimiento de las casas de conversion de Tolten Bajo, Arauco i Tucapel, i ésta que siempre estuvo a la direccion de la relijion seráfica se dió ahora a los jesuitas. Concedieron también los indios salvaguardias a los demas relijiosos para que entrasen a su pais a bautizar a los párvulos que sus padres voluntariamente prestasen en la sagrada fuente.

De este modo i con estos arbitrios puso a cubierto la frontera el caballero Cano i luego trató de fortificar los puertos i distribuir el situado de la tropa, i para ello se trasladó a la ciudad de la Concepcion. Sobre la inversion de los caudales que debian estraer de las arcas reales para estas reposiciones, i sobre el método i distribucion del situado puso algunos reparos el veedor don Juan Fermin Montero de Espinoza, i el gobernador se desembarazó de este obstáculo con la prision de su persona i suspension de oficio. Para dar cuenta a la corte de este negocio, se levantó uno de los abultados informes i procesos que saben estender algunos de los asesores letrados de aquellos dominios. El veedor sufrió las resultas de la claridad con que espuso su dictámen contra la demolicion de las colonias situadas en lo interior del pais araucano, i aunque ocurrió a la corte no logró la restitucion de su empleo, hasta que la sábia Providencia del Altísimo, que no sufre por mucho tiempo la opresion del inocente, decretó contra la vida del gobernador. Como don Juan Fermin salió bien de la persecucion que le movió el gobernador don Francisco Ibañez de Peralta por buen servidor al virei, i por oponerse a determinaciones voluntariosas contra el real erario, se persuadió de que concurriendo ahora el mismo motivo i las mismas circunstancias, decidiria la corte a su favor, i padeció una mui grosera equivocacion. Aquel gobernador estaba mal conceptuado en la corte i éste bien opinado i protejido de los conocimientos que adquirió en las campañas de la guerra de sucesion en la corona de Espacia. No salio de la prision el celoso Montero de Espinoza, ni alcanzó otro consuelo, que por los quebrantos de su salud darle su casa por cárcel, ni vio la restitucion de su empleo hasta que falleció el gobernador. Muchos ejemplares de estos tengo esperimentados ,en la América: segun las circunstancias ocurrentes, en algunas ocasiones no tiene la corte por conveniente declarar la justicia al súbdito ni ascenderle, i las mas veces ni reponerle en el oficio de que fué despojado hasta no remover del gobierno al superior opresor de su inferior o hasta que Dios le llame a juicio i le quite del pais de los vivientes.

Viendo Cano reedificada la ciudad de la Concepcion i las plazas de la frontera, se restituyo ó a la capital i poco mas de un año sobrevivió a su regreso (26 de julio de 1733). El dia siguiente al del apóstol Santiago, patron de aquella ciudad, montó a caballo acompañado de la mayor parte de los vecinos nobles con destino a correr cabezas. Cabalgaba un brioso i sobervio bruto, i se empelló en hacerle poner las manos contra una pared. Se interesaron todos en apartarle de tan peligrosa evolucion, pero su capricho hizo vanos los esfuerzos de aquellos caballeros, i castigando al bruto con la espuela le obligó a tocar, con las manos la pared pero cayó de espaldas i tomó debajo de la silla al gobernador. El golpe fué mortal, i con todo sobrevivió a esta desgracia mas de tres meses, i en ellos tuvo tiempo de disponerse como buen católico para dar el salto a la eternidad. I deseoso de su eterna salud, repuso al veedor en su empleo, i en los últimos períodos de la vida declaró en cristiana resolucion (pidiendo perdon al interesado) que por vengarse del doctor don José de Toro Zambrano i Romero, arcediano, provisor i vicario jeneral del obispado de Santiago de Chile sobre las competencias suscitadas entre los gobiernos seculares i eclesiásticos informó al rei con autos levantados con testigos falsos i acompañados de su carta de 11 de setiembre de 1728, que el doctor Toro habla protejido i ausiliado la introduccion de una gruesa cantidad de jéneros de contrabando: i aunque su majestad pasó real órden en 29 de octubre de 1732 para que el reverendo Obispo le siguiese causa i de ella resultó inocente, con todo fue perjudicado en el deanato de la misma iglesia, que por haber vacado pendiente el procesó, fue conferida esta dignidad a don Juan de Irarrazaval. El doctor Toro no se descuidó: pidió testimonio de esta declaracion que le sirvió para vindicarse, i la real piedad le resarció el perjuicio con la mitra de la iglesia de la ciudad de la Concepcion de Chile. Supo el caballero Cano valerse oportunamente de la claridad de potencias que gozaba para su tránsito a la eternidad, i recibidas todas las disposiciones cristianas con que la santa Iglesia ausilia a sus creyentes, falleció el 11 de noviembre de 1733, i fué sepultado en el templo de Nuestro Padre San Francisco. Gobernó a Chile cerca de dieziseis, años, i sin embargo de los dislates de su jenio impetuoso i burlesco, fué buen gobernador, i hasta hoi permanece su buena memoria, i aun viven algunas personas que lo esperimentaron. Fué casado con la señora doña Francisca Velas, i tuvieron dos hijos, a don Gabriel i a don Luís. Aquél murió en Chile i éste en la navegacion que la señora doña Francisca hizo desde el rio de la Plata a España, de donde era natural.