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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo CV. Atacan los araucanos la plaza de Arauco, i la socorre el Reverendo Obispo de La Concepcion.

Los indios de los estados de Arauco i Tucapel, que se mantenian en espectacion del suceso de las armas andinas, i subandinas, viendo los rápidos progresos de aquellas, i que no les fue malo estar en el ataque de Puren, juntaron su ejército a las órdenes del toqui Calicura, i declararon la guerra. Don Manuel Salcedo, comisario jeneral de caballería, i comandante de la plaza de Arauco (enero 4 de 1770), tomolas para sus defensa, i paso oficio al reverendo obispo de la Concepcion que por especial comision del gobernador mandaba aquella ciudad, de hallarse aquella plaza amenazada de fuerzas superiores a su guarnicion pidiéndole la reforzase.

En efecto, nada tardo Calicura en verificar la noticia que se le dio al reverendo obispo i se presento fuera del tiro de cañon con un cuerpo de dos mil hombres. Batid toda la campaña in-mediata, incendio casas i sementeras, i asoló todo aquel territorio. Entrada la noche se arrimo alas murallas i principio los ataques procurando al propio tiempo incendiar sus edificios con fuegos arrójadizos, pero rechazado se retiró.

Cuatro días despues volvió a la empresa, i dispuso que uno de sus capitanes asaltase la casa fuerte del cerro Colorado, que la mandaba el subteniente don Antonio Salcedo. Aquel, .cerro domina la plaza, i tomada la casa fuerte es fácil incendiarla, que era la idea del araucano i por eso lo intentaba a todo costo. Tuvo en grande aprieto al pequeño destacamento que la defendia, forzó el foso, i al salvarle fueron levemente heridos el comandante i cinco soldados, pero acertaron a quitar, la vida al capitan que dirijia el asalto, i desistieron los indios del empeño, retirándose con pérdida de mucha jente.

Mas con todo no perdió Calicura la esperanza de rendir la plaza, i pasados dos dias volvió a atacarla por Colocolo, por su frente i costados; i aunque rechazado repitió los ataques con mas vigor la noche del siguiente dia i con tal tezon que intentó derribar una cortina de su muralla cavándola con las lanzas i puñales, pero repentinamente abandonaron la empresa retirándose con precipitacion. I fué el motivo haber tenido aviso de dejarse ver por Laraquete un cuerpo de tropas españolas, i sin hacerlas reconocer ni orientarse de su número i clase, resolvieron todos i cada uno la retirada sin guardar orden ni esperarla de su caudillo.

La tropa que avistó por Laraquete i dio mérito a su precipitacion eran doscientos milicianos de caballería que a las órdenes de los capitanes don Juan Antonio Martinez i don Juan José Quintana, vecinos i del comercio de la ciudad de la Concepcion, enviaba el reverendo obispo para reforzar la guarnicion de aquella plaza. Salió este escuadron (6 de enero de 1770) de aquella ciudad luego que el reverendo obispo recibió la carta del comisario Salcedo; pero puesto en la plaza de Colcura, que dista diez leguas de la de. Arauco, i tomadas puntuales noticias de las operaciones de Calicura, entraron los temores que produjeron repetidas representaciones al reverendo obispo, hasta que fastidiado Quintana de este método se profirió entrar en Arauco a todo costo. A su ejemplo entro la tropa en animosidad, emprendió la marcha i llego a la plaza sin oposicion (12 de enero, 1770).

Calicura, que mandaba dos mil hombres, hubiera derrotado a estos españoles, pero como las tropas de los indios de aquel reino no tienen disciplina ni obediencia en semejantes casos, determina cada uno lo que le acomoda i no queda lugar al toqui para usar de las máximas de la guerra, i por eso malogran muchas ocasiones que les presenta la confianza de los gobernar dores. Cuando ya estuvo Quintana bajo el cañon de la plaza, reconoció el araucano la cortedad de su número i la oportunidad que no supo aprovechar. Graduó de insuficiente este refuerzo para frustrarle sus ideas, i pasados siete días se echo sobre el ganado vacuno i caballar cuando le retiraban de pasturar. Quitó mas de doscientas reses, mató catorce soldados de milicias de caballería que le escoltaban i emprendió con el mayor ardor la rendicion de la plaza, continuando los ataques toda la noche hasta que la luz del siguiente dia le obligo a retirarse. Muchas veces logró que prendiese el fuego en algunos edificios, pero siempre le apagaron las mujeres i niños a quienes estaba encargado este trabajo. Con tanto empeño avanzaron los araucanos aquella noche que adelantaron la brecha de la muralla hasta la mitad de su espesor, i se deja ver que les habia sobrado tiempo para concluirla i derribar aquellos muros, pues que careciendo de instrumentos a propósito para esta operacion, la pusieron en aquel estado con la dibilidad de las lanzas i puñales.