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Fuentes Bibliográficas
Capítulo VI: Crisis y reforma, 1920-1931.
4. El Estatuto de 1931.

Fue obra del ministro de educación Gustavo Lira y buscó consagrar una universidad de doble fin: científica y profesional, así como expandir su influencia cultural al resto de la sociedad por medio de la Extensión.

En su Art. 1° Título 1, estableció las funciones de la Corporación: "Corresponde a la Universidad de Chile el cultivo, la enseñanza y la difusión de las ciencias, las letras y las artes, por medio de institutos y establecimientos públicos de investigación y educación superior, y escuelas y organismos anexos que el Supremo Gobierno o ella misma determinen crear y mantener, en conformidad con las disposiciones de esta ley".

E1 Art. 2° dejó en claro que "la Universidad de Chile es persona jurídica de derecho público, goza de autonomía, y su representante legal es el Rector" quien la dirige junto a un Consejo formado por él mismo, los decanos de las facultades, el Secretario General, los Directores de la Educación Primaria y Secundaria, y dos personas designadas por el Presidente de la República.

Las facultades serían seis: de Filosofía. y Ciencias de la Educación, de Ciencias Jurídicas y Sociales, de Biología y Ciencias Médicas, de Ciencias Físicas y Matemáticas, de Agronomía y Veterinaria y de Bellas Artes. Cada facultad estaría compuesta de miembros docentes y académicos y tendrían a su cargo las escuelas profesionales y los institutos de investigación correspondientes a sus especialidades, y además debían velar por el progreso y difusión de los estudios.

El Art. 22° referido a los institutos universitarios, estableció que éstos "tienen por objeto estimular el estudio e investigación de las ciencias puras sin finalidad utilitaria y propender al perfeccionamiento de la preparación científica necesaria para los estudios profesionales o para la docencia superior y colaborar en el conocimiento, utilización y desarrollo de la riqueza nacional".

Señaló también, que ningún estudiante podía ingresar a una Escuela Universitaria sin haber obtenido el grado de Bachiller en Humanidades con mención en la especialidad correspondiente: a los estudios que deseare hacer. Las menciones eran tres: Matemáticas y Física, Biología y Química, Historia y Letras. Para optar al grado de bachiller era preciso estar en posesión de la Licencia Secundaria, que se otorgaba al estudiante al concluir los estudios de ese nivel educacional.

El estatuto estableció dos calidades de alumnos: los regulares y los libres. Serían regulares los que siguieran el curso completo de una Escuela, conforme a sus planes y programas, y libres los que tomaren un ramo o más de estos planes, con el propósito de ampliar sus conocimientos en las materias respectivas.

El Art. 53 se refería a la extensión universitaria. "La Universidad propenderá al constante perfeccionamiento de su enseñanza y a la difusión de la cultura, estableciendo para ello trabajos de extensión universitaria por los medios que a continuación se indican: a) cursos libres; b) cursos de postgraduados; c) conferencias, exposiciones y audiciones; d) seminarios y trabajos de investigación; e) publicaciones; f) transmisiones radiotelefónicas".

En su artículo 37 establecía que la Universidad debía protección a sus alumnos y procuraría su bienestar. Como consecuencia, las autoridades universitarias crearon el Servicio de Bienestar Estudiantil y tomaron diversas iniciativas tendientes a ayudar a los alumnos de escasos recursos y a facilitar a todos ellos el cumplimiento de sus deberes de tales.

En julio de 1931, la revuelta estudiantil contra Ibáñez se puso en marcha nuevamente, aprovechando las garantías que entregaba el gabinete Blanquier-Montero. Los estudiantes, encabezados por julio Barrenechea, se reunieron en el Salón de la Universidad y acusaron al Gobierno de tiránico. El gabinete ministerial renunció ante la imposibilidad de trabajar en común acuerdo con el Presidente, pero no sin antes denunciar la bancarrota del presupuesto fiscal. Inmediatamente, los estudiantes organizaron desfiles en apoyo de los ministros salientes y boicotearon la formación de un nuevo ministerio. Se declaró tomada la Universidad, iniciando la huelga universitaria indefinida.

Ibáñez intentó crear nuevas condiciones políticas reorganizando su gabinete y llamando a destacadas personalidades de los partidos Liberal y Radical a formar parte de éste, pero la crisis financiera y la falta de libertades públicas motivaron a varios sectores sociales y gremiales a agruparse en contra del Poder Ejecutivo, agudizando las tensiones existentes. La vanguardia de ese movimiento estuvo conformada por la protesta estudiantil, liderada por un grupo relativamente moderado de la Universidad Católica y otro mucho más radical y resuelto identificado con la Universidad de Chile.

El 26 de julio la huelga de estudiantes, profesionales y empleados era completa, mientras que los principales gremios obreros anunciaban y preparaban sus propias paralizaciones. El golpe de gracia al gobierno lo dieron los partidos históricos, que exigieron la renuncia de Ibáñez con el objeto de restablecer la confianza pública.

Después de la caída del general Ibáñez, el estudiantado se adueñó de la situación universitaria y señaló para ocupar el rectorado interino de la Universidad al profesor Pedro León Loyola.

A mediados de noviembre de 1931 asumió Juan Esteban Montero la Presidencia de la República y nombró a Santiago Labarca como ministro de Educación. Éste, a nombre del Gobierno, diseñó una política a seguir: "La Universidad -sostuvo- ha vivido durante los últimos años en una situación de incertidumbre y de malestar que hace indispensable que ella recupere su antiguo prestigio dentro de los moldes nuevos que satisfagan las necesidades de la época actual... Es propósito del Gobierno respetar la absoluta autonomía de la Universidad y su mayor anhelo es verse desligado de toda injerencia en ella".

Pero los buenos deseos no se avenían con el estado de crisis permanente de la Universidad y aunque entró en un período de reorganización, los estudiantes exigieron ser oídos en la calificación del profesorado y de esta manera cambiar parte del personal docente. Transcurrieron tres meses y se reunió el Claustro Pleno para designar rector al doctor Armando Larraguibel, miembro de la Facultad de Medicina. Bajo presión de los alumnos se vio obligado a renunciar al cabo de un mes, reemplazándolo como decano más antiguo, el profesor Pedro Godoy y pocos días después, el decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas, Juvenal Hernández Jaque. Ese año las protestas estudiantiles estallaron durante la aplicación de las pruebas de bachillerato. En el Instituto Pedagógico las autoridades universitarias decidieron adoptar drásticas medidas para detener los desórdenes.

El 4 de junio de 1932 el Presidente constitucional Juan Esteban Montero, fue derribado por un motín militar proclamándose la "República Socialista" de los 100 días. La Universidad permaneció cerrada dos meses hasta que a principios de agosto, se logró constituir un Consejo Ejecutivo compuesto de los decanos de las seis facultades en orden a regir transitoriamente la Universidad. Este Consejo duró un año en función y fue presidido por el Decano Juvenal Hernández.

Fue la época en que la Universidad comenzó a volver a la normalidad implementando una serie de reformas que habían quedado detenidas por los problemas que hemos reseñado.

Finalmente, en septiembre de 1933 el Claustro Pleno eligió al mismo profesor y Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Juvenal Hernández, como Rector en propiedad, por el período de cinco años de acuerdo al estatuto vigente.