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Fuentes Bibliográficas
Homenaje a Vicuña Mackenna Tomo 2º.
Capítulo II.

Hijo de don Francisco Vicuña Hidalgo y de doña Carmen Larraín, don Francisco Ramón Vicuña nació en Santiago, corriendo el año de 1775, cuando ya el coloniaje español entraba en las postreras etapas. «Su primera educación-escribe su hijo Pedro Félix (12) - fué lo más esmerada que entonces podía darse en Chile, sometido al sistema colonial, que había organizado la metrópoli.. . pero los talentos naturales de que dio muestra desde luego el joven Vicuña, indicaron no sólo que sus progresos serían más aventajados a la situación política de su patria, sino también un carácter particular que lo pondría al lado de cualquier acontecimiento extraordinario en que la justicia y la razón pudieran aunarse. Conocedor exacto de todos los sucesos que formaron en el norte de la América una gran nación, ya no perteneció a las ideas generalizadas entonces en Chile, y una revolución igual en la América Española era su ensueño.

Comenzó en Chile la gestación del movimiento libertador que debía iniciarse en 1810. «La ocupación de España por Napoleón y la prisión de la familia real-escribe Vicuña (12), dieron simultáneamente a todos los hombres ilustrados de América la voz de alarma. Don Diego y don Vicente Larraín, su hermano don Joaquín y su sobrino don Francisco Ramón Vicuña, en lo privado de la familia, concibieron que era llegado el momento de una revolución para la América y trataron de explorar el campo». Otro tanto hacían diversos patricios y los ánimos no tardaron en concertarse. Estallada la revolución de Mayo en Buenos Aires, un mensajero de ésta, don Gregorio Gómez, trajo a Chile planes y combinaciones para realizar un movimiento similar en Santiago. Gómez fue aprisionado, pero gracias a la intervención de Mackenna, cuñado de don Francisco Ramón Vicuña, pudo antes ponerse en contacto con los miembros de la tertulia revolucionaria que se reunía en casa del canónigo Vicente Larraín, tertulia que ejerció influencia considerable en la primera etapa de la Patria Vieja. En todas esas actividades cupo participación señalada a Vicuña, patriota ardiente y hombre de ideas liberales bien definidas. «Ganó para la revolución, escribe uno de sus biógrafos, a todos sus amigos y era el más incansable promotor de todas las ideas que podían ayudarla».

Sobrevino el Cabildo abierto de 18 de Septiembre y la revolución quedó formalizada. En los acontecimientos que la antecedieron como en todos los posteriores, hasta 1830, debía tener Vicuña distinguida participación.

En 1811, vencido el motín contrarrevolucionario del coronel Tomás de Figueroa y fusilado éste, Vicuña se encargó, con su propio peculio, de organizar una fábrica de fusiles en que se haría nuevos y compondrían los antiguos, que en la miseria extrema de la república naciente todo era útil. El trabajo personal excesivo le ocasionó comienzo de tisis que pudo detenerse con una temporada de campo.

Formó parte del primer Congreso Nacional, reunido en 1811. En sus sesiones se señaló por su espíritu moderador en medio de las encontradas pasiones que comenzaban a perfilarse.

Estallado el golpe revolucionario de los Carrera, la familia Larraín y la de Vicuña fueron alejadas del poder y perseguidas por el caudillo vencedor. Pero cuando sobrevino la expedición española del general Pareja los ánimos de los patriotas parecieron concertarse. Carrera se puso a la cabeza del ejército nacional y su autoridad fue debilitándose.

Constituido por primera vez el Senado de Chile, Vicuña formó en su seno, desempeñando las nuevas funciones con el celo que despertaban en su ánimo todos los negocios públicos.

En 1814, y a consecuencia del segundo golpe revolucionario de Carrera, Vicuña fue desterrado. Su vida en el exilio tuvo aventuras y pellejerías de novela; asaltado un día, perseguido otro, en lances de honor un tercero. San Martin y la Expedición Libertadora lo sacaron de aquellos trances y de regreso a Chile la noticia de la victoria de Chacabuco exaltó su entusiasmo hasta el delirio. «Jamás se vio-escribe Vicuña Aguirre-mayor contento ni alborozo, ni un entusiasmo más cercano a la locura».

El nuevo gobierno le dio su representación en el territorio norte de la República, con autorización para nombrar intendentes, gobernadores y todas las autoridades judiciales y administrativas que fuere menester. Cumplió con notable tino esa tarea.

Producido el desastre de Cancha Rayada Vicuña se presentó al general San Martín ofreciéndole servir en su calidad de coronel de milicias. Aceptado aquello le tocó desempeñar delicada comisión militar el día mismo de la batalla de Maipo.

Durante la Administración O'Higgins, Vicuña, fiel a sus ideas liberales, permaneció alejado de la vida pública. Advenido don Ramón Freire al poder, tornó a la palestra política desde el cargo de miembro del Congreso de 1823. El Director Supremo lo llamó a los consejos de gobierno designándolo Ministro de Hacienda y poco más tarde Ministro de Interior. El nuevo secretario de Estado se condujo con discreción y tacto político a la vez que enérgicamente, dando al traste con un complot revolucionario.

En Julio de 1826, Vicuña presentó al Congreso un proyecto de ley para abolir los mayorazgos. En los considerandos de su moción decía: «Nada choca tanto a las instituciones republicanas como la permanencia de mayorazgos. Se resiente la patria de ver aún esas clases privilegiadas sucederse unos a otros como unos simulacros de las mismas monarquías»(13).

Vicuña fue presidente- del Congreso en 1825 y en el ejercicio de su cargo defendió celosa y valientemente las prerrogativas del poder legislativo frente a los avances del gobierno.

La vida de aquel parlamento fue corta. En el de 1828 le cupo participación muy destacada, mereciendo el honor de ser elegido presidente del Senado.

En sesión de 28 de Marzo de aquel año Vicuña presentó al Congreso dos proyectos para establecer una legislación civil y criminal. En ambos debían los legisladores sujetarse a diversas y bien meditadas condiciones. Entre ellas: «1.° El Código será distribuido en cinco volúmenes. Las leyes deben ser redactadas en los términos más claros y expresos, en el estilo más perceptible y puro, evitando con el más cuidadoso empeño sentidos ambiguos.. . » Se procurarían los medios de hacer más breve y cabal la justicia y-materia muy importante se proveería a un ensanchamiento gradual de las libertades públicas. Los proyectos quedaron a mitad de camino, pues estaba reservado a don Andrés Bello el honor de dar vida al Código Civil que andando los años traduciría esos altos anhelos de progreso (13a).

Numerosos otros proyectos y trabajos llenaron la vida parlamentaria de- Vicuña Larraín.

En el Congreso de 1828 fue elegido presidente de la Comisión de Constitución. Vicuña se fijó como modelo, en su trabajo, el estudio de las instituciones de Estados Unidos. «La centralización -escribe su biógrafo principal - era para este distinguido patriota la plaga más funesta y la reunión en la Capital de los más ricos propietarios y de los principales poderes políticos el germen de todas las revoluciones. Un contrapeso en las autoridades provinciales; al poder central de la República, y una organización política independiente (en materias administrativas) en estas mismas provincias, el medio más seguro y expedito de contrarrestar la influencia de la aristocracia que se había aglomerado en la capital. Estas ideas, a pesar del estado en que se hallaban nuestros progresos politicos y morales, decidieron al señor Vicuña por un sistema de federación, en que las provincias hirieran sus ensayos y aprendieran prácticamente lo que más les convelía». Vicuña, en 1826, «se ponía al lado del pueblo, porque sólo en él percibía las tendencias a la mejora y al progreso». El legislador aportó a la nueva constitución, en cuyo trabajo pudo contar con colaboradores distinguidos, las bases de un sistema federal que no tardaría mucho en echar por tierra 1a oligarquía agrícola, temerosa de perder el control del gobierno.

En función el nuevo código fundamental, Vicuña, en su calidad de presidente del Senado fue designado Presidente provisorio de la República, asumiendo la primera magistratura el 14 de Julio de 1829 (14).

Vicuña prestó juramento el mismo día ante la junta del Congreso y formó su gabinete designando ministros interinos a don Melchor José Ramos en la cartera de Interior, Santiago Muñoz Bezanilla en la de Guerra (15) y Manuel José Huici en la de Hacienda.

El Presidente Provisional procuró pacificar el país en el que se notaban ya los primeros síntomas de la tempestad reaccionaria que no tardarían en provocar los conservadores en supremo esfuerzo para apoderarse del gobierno. Ocupóse con especial interés de la instrucción pública, nombrando una comisión encargada de modificar los planes de estudio en vigencia y de indicarle los medios conducentes al fomento de la educación obrera. Preparó un plan de obras públicas que las dificultades interiores malograrían e intentó dar impulso especial a la descentralización administrativa del país. En materia de relaciones exteriores y de acuerdo con las nuevas vinculaciones con el Vaticano sometió al Congreso las bullas pontificias por las cuales el Papa León XII creaba obispos in partibus al futuro metropolitano de Santiago, Dr. Manuel Vicuña, y, a don José Ignacio Cienfuegos. Y en tocante al ramo de guerra proyectó diversas modificaciones de interés (16).

El 13 de Septiembre el Presidente Vicuña inauguró solemnemente en Valparaíso las sesiones del Congreso, leyendo un mensaje en el que daba detallada cuenta del estado del país y formulaba sus esperanzas de paz para lo futuro. «Pasando en revista-escribe Barros Araría (17) las reformas de indisputable utilidad llevadas a cabo en el último tiempo para la mejor, organización administrativa, para el fomento de la enseñanza pública y para el mejor arreglo de la hacienda nacional, anunciaba un incremento efectivo de las rentas o una disminución en los gastos que casi permitirían satisfacer cumplidamente el presupuesto. Este cuadro, presentado sin arrogancia y con notable claridad en fa forma, era bastante lisonjero».

En Septiembre él Congreso eligió Presidente de la nación al general Pinto, pero éste, atemorizado ante las difíciles circunstancias políticas, dimisionó su cargo sin asumirlo y Vicuña hubo de continuar a la cabeza del gobierno, conservando el gabinete que había designado al asumir el poder supremo.

Pero la revolución conservadora estaba en marcha. ¿Cómo sofocarla sin que ello costase al país pérdidas dolorosas? El Presidente provisorio, haciendo todos los esfuerzos a su alcance, llamó a Freire, designándole general en jefe. Este distinguido militar no supo, desgraciadamente, colocarse a la altura de las circunstancias y solicitado por las intrigas de los políticos no aceptó la defensa del gobierno, que era la del régimen liberal.

El día 7 de Noviembre se verificó una asamblea tumultosa en el Consulado y los ciudadanos allí reunidos, pretendiendo repetir la escena de la abdicadón de O'Higgins, acordaron exigir la renuncia de Vicuña. . Una comisión destacada por los asambleístas se trasladó al palacio de gobierno y el Presidente la recibió con la banda terciada sobre el pecho y rodeado de sus ministros. Luego de oirla, Vicuña pronunció estas palabras históricas: «He recibido el poder de manos del Congreso constitucional y sólo al Congreso constitucional puedo entregarlo» (18).

La comisión regresó al Consulado y los asambleistas-en su mayoría caballeros pelucones, comerciantes y dependientes afectos al bando conservador-resolvieron asaltar el palacio. Llegados a él y tras de corta brega lograron desarmar la escasa guardia y lanzando gritos de muerte penetraron al despacho presidencial, teniendo Vicuña que refugiarse en los departamentos privados en donde pasó toda la noche con sus edecanes y ministros y algunos oficiales fieles que permanecieron arma al brazo.

Al día siguiente el gobierno se puso en comunicación con las tropas comandadas por Viel, que estaban acampadas en Tango, y éstas manifestaron su acatamiento a las autoridades constitucionales. El Cabildo y la Asamblea Provincial de Santiago tomaron idéntica actitud.

Dominada la situación, el Presidente resolvió cambiar el Ministerio y designó otro integrado en la siguiente forma: José Nicolás de la Cerda, Interior y Relaciones Exteriores; Pedro José Prado Montaner, Hacienda, y el coronel José Antonio Pérez Cotapos, Guerra y Marina. Reunido en consejo el nuevo gabinete se acordaron medidas extraordinarias, encaminadas a sofocar la revolución que, bajo el mando de Prieto y dirigida secretamente por Portales y Rodríguez Aldea, impulsaban en diversas provincias los pelucones, con el pretexto especioso de que la constitución había sido violada en la elección de vice-presidente (19).

Para precaver posibles contingencias y poner a salvo la autoridad del Ejecutivo el presidente resolvió trasladar la sede del gobierno a Valparaíso, dirigiéndose allí el 12 de Noviembre en compañía del Ministro de Guerra y de diversos funcionarios. En Santiago permanecieron los demás secretarios de Estado y el vice-intendente (20).

Desde el puerto tentó Vicuña un supremo esfuerzo para salvar la democracia tan incipiente todavía, pero todo resultó estéril. Quiso, sin. embargo, agotar hasta el último recurso y se embarcó el 9 de Diciembre, con sus ministros de Hacienda y Guerra y el sub-secretario de Interior don Melchor José Ramos, en el Aquiles, único barco que entonces poseía la marina nacional y que fue puesto bajo el comando del contra-almirante Wooster.

El triunfo de la revolución pelucona haría estéril este último sacrificio.

Al término del breve gobierno de Vicuña quedaron en arcas fiscales quinientos cuarenta mil pesos (21). Esa suma, muy importante para la época, no fue aprovechada en armar a las masas, como opinaba uno de los ministros, pues el Presidente consideró que no era aceptable que se expusiese a los obreros a una masacre o cuando menos a las dudosas alternativas de una guerra civil en que todo indicaba que la suerte de las armas continuaría siendo adversa.

Con estos acontecimientos terminó la vida política de don Francisco Ramón Vicuña.

En 1832 el ex-presidente fue acusado ante el Congreso por la viuda del teniente don Pedro Rojas, ejecutado durante su gobierno por varios conatos de sedición: Sostenía la querellante que el jefe del Estado había confirmado la sentencia militar respectiva, quebrantando el artículo 85 de la constitución vigente en 1829. La Cámara de Diputados declaró que había lugar a la formación de causa y remitió los antecedentes al Senado con fecha 10 de Agosto. Constituyóse esta corporación en alta corte de justicia, absolviendo plenamente en mérito de la defensa (22). Conocida la sentencia absolutoria, representantes de todos los partidos y la sociedad entera de Chile rindieron homenaje al ilustre ciudadano.

Vicuña fue casado con doña Mariana Aguirre y Boza, hija del marqués de Montepío. Esta dama, de notable belleza y de acerado puritanismo, le dio varios hijos, entre los que se contaron don Pedro Félix, padre de Vicuña Mackenna, y doña Magdalena, que casó con don Ramón Subercaseaux y Mercado, suegros estos últimos, andando el tiempo, de Vicuña Mackenna.

Los últimos años de Vicuña Lárraín transcurrieron en la amable paz de los suyos, sirviéndole de apoyó en horas de abatimiento y enfermedad el amor de su hermano don Manuel Vicuña, primer arzobispo de Santiago (23), de quien se cuenta milagrera leyenda de virtudes y de santidad.

Don Francisco Ramón falleció el 13 de Enero de 1849.

 

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Notas

12

Pedro Félix Vicuña: Recuerdos Biográficos del señor don Francisco Ramón Vicuña. Santiago, 1842.
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13

«Chile durante los años de 1824 a 1828» por M. Concha y Toro (Historia General de Chile, de Vicuña Mackenna, tomo V).
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13a

Véase la introducción de don Miguel Luis Amunátegui Reyes al tercer tomo del Proyecto de Código Civil de don Andrés Bello (Volumen V de las Obras de Bello, edición auspiciada por la Universidad de Chile).
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14

Al hacer dejación del mando el vice-presidente, general Francisco Antonio Pinto, ofició al Congreso, indicando que en virtud de la Constitución correspondía asumir el poder al presidente del Senado. Decía Pinto en ese interesante documento: «Desde el retiro que he elegido para convalecer no cesaré de hacer los más ardientes votos por la prosperidad de mis compatriotas, no dudando que la providencia, que se ha esmerado siempre en asistirnos, continuará dispensándoles su protección. Las eminentes virtudes del ciudadano en quien recae la administración pública, son el garante más seguro de tan gratas esperanzas».
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15

Ambos desempeñaban el cargo de subsecretario en el departamento respectivo.
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16

Entre ellos una nueva bandera nacional tricolor, de azul, blanco y grana, en cuatro triángulos, formándose el superior e inferior del blanco y los colaterales del azul y grana: en el medio las armas de la nación».
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17

Diego Barros Arana: Historia General de Chile. Tomo XV.
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18

Barros Arana atribuye al Presidente otra declaración. «Cuando se hubo hecho leer el acta de la asamblea del consulado por un oficial del ministerio, --escribe en su Historia General de Chile-contestó Vicuña que nada le sería más grato que abandonar un puesto que le imponía tantos sinsabores y tanta responsabilidad; pero que la constitución del Estado le imponía el deber de desempeñarlo», etc. La tenacidad y sacrificio con que procuró, más adelante, mantener el orden constitucional, corroboran la frase estampada en el texto y que hemos recogido de tradiciones y papeles de familia. Ello tiene la importancia de acusar un razgo de carácter que revela profundo sentido del deber en un mandatario que recibía en su propio despacho, ausentes de la capital las tropas regulares y sin defensa por ello, la presión de elementos amotinados.
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19

Fué elegido en Septiembre para ese cargo don Joaquín Vicuña y Larraín, hermano del Presidente provisional. El funcionario electo renunció su cargo casi inmediatamente.
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20

Estando en Valparaíso el Presidente Vicuña las fuerzas del coronel Viel se trasladaron a la capital, en cuya plaza de Armas y en junta de guerra se acordó nombrar jefe al capitán general Freire. Este intentó proclamar la junta que bajo su presidencia habían pretendido constituir los facciosos el día 7 de Noviembre, pero el comandante Tupper defendió la legalidad y Freire fué inmediatamente depuesto del mando militar en nueva junta de guerra. Cuenta Barros Arana, a propósito de estos acontecimientos, un episodio que honra al pundonoroso Tupper. Freire, instigado por algunos amigos que recordaban la forma en que O'Higgins dominó a las tropas sublevadas en Enero de 1823, se dirigió a los cuarteles a imponerse por acto de presencia. En las puertas del convento de San Agustín, en donde se encontraban acuartelados batallones de los regimientos Chacabuco y Pudeto, el jefe rebelde se encontró con Tupper y éste desnudando su espada dio orden de poner armas al hombro e hizo adelantar de las filas a los oficiales, exponiéndoles la situación. Luego les preguntó si estaban dispuestos a obedecer al general Freire, en rebelión contra las autoridades legales o a él que sostenía el gobierno constitucional del Presidente Vicuña. Los oficiales respondieron a una voz: «¡No obedeceremos más que a vuestras órdenes! ¡Viva el coronel Tupper!
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21

Cabe agregar, como dato ilustrativo, que Vicuña desempeñó gratuitamente la mayor parte de los cargos públicos que le fueron confiados.
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22

Defensa y vindicación del ex-Presidente don Francisco Ramón Vicuña en la acusación que se le ha hecho ante la Cámara de Diputados por la ejecución del teniente don Pedro Rojas. Santiago de Chile. Imprenta de la Independencia, 1832.
Esta defensa fué escrita por don Pedro Félix Vicuña, según de puño y letra de Vicuña Mackenna está puesto en el ejemplar que tenemos a la vista.
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23

El Dr. don Manuel Vicuña y Larraín desempeñó el arzobispado de Santiago creado en 1839, desde ese año hasta el de su muerte, ocurrida en 1843.
Véase la interesante y bien documentada vida de este distinguido sacerdote, de que es autor don Alejandro Vicuña Pérez.
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