ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Fuentes Bibliográficas
Homenaje a Vicuña Mackenna Tomo 2º.
Capítulo LXXIII.

Los funerales de Vicuña Mackenna constituyeron una apoteosis nacional. Y fue ella tanto más significativa cuanto por encima del aparato y de las solemnidades oficiales dió ocasión a que el sentimiento popular se manifestase en toda su noble intensidad.

El cuerpo de Vicuña fue velado en Santa Rosa de Colmo durante todo el día 26. Los campesinos de la comarca y de los pueblos y aldeas circundantes acudieron en ininterrumpida peregrinación. Y en la mañana del 27, cuando la comitiva se puso en marcha en dirección a Quillota, una inmensa fila de campesinos arrodillados fue abriendo paso a la carroza fúnebre. En Quillota el pueblo se precipitó al encuentro del cortejo como en los triunfales días de las jiras lejanas. Sólo que ahora la expresión del dolor popular -del dolor que no se finge ni estimula- reemplazaba los hurras y las ovaciones de hacía dos lustros.

El convoy, cubierto de banderas y flores, se puso lentamente en marcha y durante el trayecto a la capital iba recibiéndose, a lo largo de la línea férrea, el mudo homenaje de los trabajadores que de todas partes acudían. Esa parada silenciosa, esas frentes que se inclinaban a tierra, ese mudo sollozar de los proletarios valía como el más alto honor (396).

Santiago le tributó el 27 de Enero magna recepción. Al ser desembarcado el ataúd por las delegaciones oficiales, el pueblo se precipitó sobre él. Dijo el sargento mayor don Manuel Herrera: «La patria, anegada en lágrimas, recibe los restos de su hijo más querido, y la ciudad de Santiago, prosternándose delante de su féretro, dice al mundo entero que Chile, en un solo pensamiento, llorando la pérdida del más digno y bueno de sus hijos, declara que principia hoy su apoteósis».

El cortejo fúnebre avanzó por la Alameda, abriéndose difícil paso entre las filas de soldados que presentaban armas, pues la muchedumbre pugnaba por conducir en hombros el féretro. Llegado a la Iglesia de la Merced, el cuerpo de Vicuña Mackenna fué expuesto a la veneración del pueblo hasta el día siguiente.

El 28 se llevaron a cabo las honras oficiales con asistencia del gobierno. Y en seguida el cortejo cruzó calles plenas de una multitud muda y férvida, subiendo al Cerro de Santa Lucía, cuyas avenidas cubiertas de crespones y banderas a media asta recibían a su fundador.

En la terraza principal llamada hoy de Caupolicán -se verificó la última ceremonia. Balmaceda, en nombre del gobierno dijo: «Asistimos a un duelo público, nacional, porque la patria ha perdido una parte de su existencia moral e intelectual». «Felices aquellos que como Vicuña Mackenna cumplieron el deber, que hicieron el bien, que amaron a la humanidad, que la sirvieron, que la ilustraron y la ennoblecieron». Y terminó expresando que su memoria viviría al través de las generaciones conservada «por las obras de todo género con que honró su nombre y su siglo».

Cuando los oradores terminaron (397), se transportó los restos a la Ermita, en donde fueron sepultados.Y comenzó el desfile del pueblo que duró días y días. Hasta allí, en peregrinación dolorida, llegaban hombres, mujeres y niños, llevando ofrendas modestas. Cada tarde se levantaba sobre la lápida una montaña de flores.. .

Y a través de los años, en esa tumba sin olvido en que reposa el más grande de los chilenos, se ha renovado piadosa, noble, férvidamente el homenaje de su pueblo.

 

___________

Notas

396

El tren fúnebre hubo de detenerse en varias estaciones del trayecto en donde el pueblo y autoridades habían dispuesto ceremonias especiales.
volver

397

En la Corona Funebre se encuentra el texto de los discursos pronunciados y de algunos de los poemas y composiciones en verso escritas en memoria de Vicuña Mackenna, con ocasión de su muerte.
volver