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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Capítulo IV. Los Comienzos de la Revolución. 1810
Documento 2. Oficio del Gobierno a la Real Audiencia, comunicándole el del Virrey de Buenos Aires, señor Cisneros

Paso a V. S. adjunta copia del oficio que he recibido del señor Virrey de Buenos Aires, avisándome las parcialidades pérfidas del vecindario de esta capital.

Cuando ya llega a tanta distancia esta trascendencia, el crédito de mi Gobierno y de las autoridades representantes del soberano; los sagrados derechos de éste, y sobre todo la seguridad pública, exigen una cautela que corte de raíz la más mínima sospecha.

No son las circunstancias para miramientos personales, que puedan haber retardado las providencias severas, que en toda la nación están en uso contra sus conspiradores, o menos adictos, a su justa causa, y a la integridad de nuestra Constitución monárquica.

No negamos que habrá aquí, como en todo pueblo grande, algunos mal intencionados que siembran semejante especie creyéndose impunes al favor de sus sigilosas máximas, de la connivencia de muchos que debían refrenarlos, y de la resistencia general por pusilanimidad de no enemistarse con los sediciosos, sin advertir que todos los que por cualquiera de  estas  maneras, no cooperan con la superioridad gubernativa, descubriendo y denunciando a tales criminosos, se hacen de su facción, y reos de su propio delito.

Yo no he perdido de vista a los que, como V. S. se explicó en su oficio de 3 de noviembre del año próximo pasado, marca la opinión pública de sospechosos.

En medio de mis vastos cuidados, indago, solicito y tomo precauciones; pero la dificultad está en las pruebas para proceder con la firmeza y seguridad correspondiente, lo cual no podré conseguir sin la anuencia a mi persona y Gobierno, con auxilio oficioso y eficaz de los magistrados, de los jueces,  de la municipalidad y de todos los empleados públicos.

En tan crítico estado, vuelvo a consultar a V. S. sobre el remedio que convenga, recordándole mi oficio de 5 de enero último en que anticipadamente propuse el establecimiento de la Junta de Observación, que ahora impulsa el citado del señor virrey, y como al mismo tiempo encargué en aquél a cada uno del Tribunal, velase sobre su respectivo cuartel para la pesquisa de estos individuos peligrosos, me informara lo que por su parte hubieren obrado, y el concepto que merezca de certeza la noticia comunicada de Buenos Aires. Dios guarde a V. S. muchos años.

Santiago y mayo 19 de 1810.

Francisco Antonio García Carrasco.

Señores Regentes y oidores de esta Real Audiencia.

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