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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Capítulo V. El Curso de la Revolución. 1810
Documento 2. Proclama al pueblo

Compatriotas[1]:

Después de mil zozobras amaneció para nosotros el día feliz de la deseada tranquilidad.

El fecundo y delicioso suelo de Chile, entre los muchos héroes que ha dado al Estado y a la memoria respetable de los hombres, dio tan felizmente al señor Conde de la Conquista, Caballero del Orden de Santiago, que, revistiéndose con las virtudes ideales de un verdadero patriotismo, rompió las discordias, como la aurora las tinieblas, firmando el exordio el 17 de julio del día sereno de nuestras felicidades.

Se apareció después de las tempestades, como el mejor iris en el cielo araucano; esmaltó con armoniosa variedad sus colores en la reflexión de los rayos nacidos de la grandeza de su alma y de un corazón fielmente sentado en las sabias leyes del mejor de los monarcas; anunció a la patria y a todo este reino la firme alianza, la quietud, la inspirada paz; y consolidó así la esperanza de todos de no sufrir en lo sucesivo nuevos contrastes y discordias.

Correspondió el afecto general a la alta comprobada elección de su nuevo Gobernador, Capitán General y Presidente.

El contento público, las festivas aclamaciones, la recíproca congratulatoria alegría de todos los vecinos, formaron los arcos triunfales en su recibimiento.

Congratulaos repetidamente, nobles ciudadanos, pues que ya está desterrada la discordia y extinguido todo espíritu de partido. Congratulaos, repito, de ver salva vuestra patria con sólo la gloria de haber exaltado a un hijo suyo al primer mando del reino, cuyos enlaces heroicos y ramificaciones ilustres, como mil escudos reunidos a la causa pública de sus conciudadanos, formarán el inexpugnable baluarte de nuestra defensa.

La justicia y la paz, reuniendo sus derechos, han dado principio al gobierno, de su nuevo jefe.

Aquéllos suscitarán los días felices de Octavio, llenando de justificación y equidad sus pueblos; grabarán en los anales de Chile, la justa memoria que eternizará su nombre en el templo de la fama.

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Notas

[1]

Este documento es agregado por Feliú Cruz en la edición de 1964, copiándolo de Miguel L. Amunátegui, La Crónica de 1810. (N. del E). Volver.

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