Excelentísimo señor:

Llegó el correo a las 8 del día, y son las diez y cuarto y en este mismo momento hago el posta para la Excelentísima Junta de Buenos Aires, incluyendo el oficio que V. E. le remite.

Yo por mi parte doy a V. E. las más debidas gracias, y en el caso que sea necesaria gente, según me comunica la Excelentísima Junta de Buenos Aires, daré pronto aviso a V. E., como de todas las demás cosas que ocurran, en obsequio de la causa pública que sostenemos.

En el momento que llegó el correo conductor del oficio que incluyo, le hice venir a mi casa en donde lo examiné con prolijidad de todo lo acaecido en aquella capital, y me respondió lo siguiente:

Que era verdad la llegada de Elío a Montevideo, y que fue nombrado un Oidor (que supone era un tal Acevedo) con la embajada de dicho Elío, el que naturalmente esparció que traía porción de gente para invadir a Buenos Aires.

Que en la realidad en aquella capital se creyó, y que en esta virtud mandó la Junta, correo a detener ochocientos hombres que se habían remitido a Santa Fe y se hallaban en el paraje del Rosario; pero que luego, habiendo tenido noticias muy frescas de Montevideo, mandó continuar la gente para Santa Fe: circunstancia que precisamente da a entender haberse cerciorado la Junta de no traer Elío la gente que se supuso, y sí sólo algunas familias de Cádiz y frailes de San Francisco; siendo esto lo que hasta aquí sabemos; y verdaderamente estos sujetos que hicieron el correo son dignos de reprensión, pues escriben sin la debida certidumbre y madurez.

Doy parte de ello a la excelentísima Junta para que tome la correspondiente providencia: y si alguno de estos alborotadores cae por allá, espero que V. E. hará lo mismo, para sujetar la debilidad de unos hombres que dan pronto asenso a todo lo que es adaptable a sus ideas.

Tratando con los señores ministros de Real Hacienda sobre caudales para conducir estas tropas a Buenos Aires, me han expuesto hallarse estas cajas exhaustas de ellos con motivo de haberse remitido en el momento que se tuvo la noticia, las tropas que se hallaban en esta ciudad más prontas, y disciplinadas; y que siempre para aquel caso será preciso que V. E. nos auxilie con algún dinero al efecto, con cargo de la debida responsabilidad; siendo constante que la debilidad de gente en Buenos Aires es indudable por los muchos puntos a que tiene que atender y los ataques que le amenazan, y por lo mismo es de precisa necesidad el que las tropas que V. E. ofrece estén muy prontas, pues me persuado que la contestación de aquella Junta será igualmente acelerada.

Nuestro Señor guarde a V. E. muchos años. Mendoza, 9 de febrero de 1811. Excelentísimo señor.

Javier de Rosas.

Señores de la Excelentísima Junta de Santiago de Chile.

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