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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Capítulo VII. Las Vinculaciones Externas y las Vicisitudes Interiores de la Revolución. 1811
Documento 9. Comunicación de los diputados de Chile ante las Cortes de Cádiz, Joaquín Fernández de Leiva y Miguel Riesco, al Cabildo de Copiapó, sobre liberalidades para Chile

Muy Ilustre Cabildo:

El Excelentísimo Cabildo de Santiago habrá remitido a u. s. los decretos de las Cortes que para su noticia y este efecto hemos dirigido por cuantos conductos se nos han presentado.

Las Cortes han sancionado el inconcuso concepto de la igualdad de derechos de los naturales y originarios de ambos hemisferios y proclamado que todos, forman una misma familia, una sola nación y una sola monarquía.

Discutida la proposición de los diputados de América y Asia sobre que la representación de las ciudades, villas y lugares de los reinos ultramarinos debía ser por ahora y debía ser, en lo sucesivo, igual a la de las ciudades, villas y lugares de la Península e islas adyacentes, cuyo intento sostuvieron con el mayor empeño, se decretó a pluralidad que se establecería en la Constitución una perfecta igualdad de la representación ultramarina a la peninsular.

Por aclamación se acordó la protección de la agricultura, de las artes y la industria manufacturera en América y Asia en toda su extensión.

Se han concedido libremente al descubridor las minas de azogue, aboliendo la condición de avisar al Superintendente de Hacienda como prevenía la ordenanza.

No adeuda ya el azogue quintos ni derecho alguno.

Además, es ya artículo de libre comercio.

Los Tribunales de Minería están encargados de repartir proporcionalmente el que estuviere estancado en poder de los Ministros de Real Hacienda.

Quieren las Cortes que se proteja y auxilie a los indios, nuestros hermanos, como exige la justicia y verán con indignación cualquier atentado que se cometa contra sus personas.

Quieren también que esta providencia se les haga notoria, leyéndose al tiempo de las misas parroquiales.

Esperamos que los habitantes de ese hermoso reino, nuestros muy queridos compatriotas, aplicando su diligencia a estas leyes liberales arribarán en poco tiempo al estado de prosperidad que deseamos.

Tenemos minas ricas, las mejores tierras de labor del globo, regadas de ríos y arroyos y excelente ganadería.

No nos faltaba más que la libertad de la industria.

Ya está concedida.

Teníamos en la agricultura unas franquicias de que no disfrutaban otros pueblos de América.

Las Cortes quieren que este destino natural de los hombres no tenga límites en parte alguna de la monarquía.

Si la tierra de Chile produce por su propia virtud tantos y tan varios frutos ¿qué no produciría ayudada del arte y protegido el labrador de la mano benéfica del Gobierno?

Pero el celo y honor chileno no se encierran en los límites de amor al país, o en el espíritu de provincialismo.

Nuestros compatriotas han manifestado siempre su adhesión y el más vivo interés en la causa nacional.

Si el Rey del Reino Unido de la Gran Bretaña y de la Irlanda y su Parlamento movidos de la evidente justicia de la misma causa la protegen con todas sus fuerzas, no debe haber parte alguna integrante de la monarquía española  que no haga todo los sacrificios posibles por sostenerla.

Pertenecemos a una nación de primer rango y no podemos ni debemos consentir su degradación, ni en Europa, ni en América, ni en Asia.

Estamos muy satisfechos que u. s. reconoce y respeta estos principios y esperamos que interpondrá todo su influjo con los pueblos del partido para colectar un donativo considerable que recibido en las cajas reales del distrito se remitirá a España por el Navío de s. m. Británica el Baluarte, que saldrá del Callao con caudales del Perú.

Es preciso proceder con la mayor actividad y mover todos los resortes que están al alcance de la prudencia y de la sagacidad para llenar este objeto generosamente.

Creemos que aun el pobre paisano que no tenga numerario, dará de sus sementeras y de su pobreza lo que le dicte su celo y exige imperiosamente el bien de la patria: los gremios, los artesanos desplegarán toda su generosidad y ¿qué diremos del clero y de las comunidades religiosas, de los ricos propietarios, comerciantes y mineros?

Conocen muy bien sus obligaciones y que sus liberalidades en el ara de la patria después de cubrirles de honor, son un tributo debido a lo que defienden los hombres por más precioso, la religión y la integridad del Estado.

La excitación de u. s., de los prelados y de las diputaciones territoriales no hará más que reunir el patriotismo general de todas estas clases.

Tendremos el mayor gusto cuando presentemos al Congreso Nacional los esfuerzos de u. s. y de los dignos habitantes de ese partido en un objeto tan laudable, con razón circunstanciada de las personas que donasen.

Dios guarde a u. s. muchos años.

Real isla de León, 12 de febrero de 1811.

Joaquín Fernández de Leiva.- Miguel Riesco.

Señor Subdelegado e Ilustre Cabildo de Copiapó.- Es copia.

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