En la Ciudad de Santiago de Chile en tres días del mes de marzo de mil ochocientos once. Estando presentes en la sala de despacho de este palacio los señores que componen la Excelentísima Junta del Reino y demás del Consejo de Guerra, el Procurador General de Ciudad, los dos alcaldes ordinarios y el Regidor don Agustín de Eyzaguirre para tratar de contestar un oficio recibido de la Excelentísima Junta de Buenos Aires con fecha 18 de febrero último en el cual pide auxilio de tropas a este reino en virtud de los ofrecimientos que se le habían hecho de ellas en otro del 6 del mismo, y oídos los pareceres de los antedichos señores que componían el citado Consejo de Guerra y de los del Ilustre Ayuntamiento, dieron los siguientes:
El Sargento Mayor don José Joaquín Guzmán dijo que se procurase salvar con honor el ofrecimiento, hecho por esta Excelentísima Junta a la de Buenos Aires.
El Teniente Coronel de los reales ejércitos don Juan Miguel de Benavente opinó que, debían mandarse mil hombres de socorro.
El de la misma clase, don Juan de Dios Vial, fue de la propia opinión.
El Sargento Mayor de asamblea don José María Botarro, que se mandase la gente que tuviese a bien esta Excelentísima Junta en socorro de la patria y religión.
El señor Coronel de Milicias Conde de Quinta Alegre, que, no pareciéndole de absoluta necesidad esta remisión, creía oportuno no hacerla.
El Teniente Coronel de los reales ejércitos don Juan Manuel de Ugarte, que conceptuaba precisos mil hombres.
El señor Coronel de Milicias don Antonio Mendiburu, opinó de la propia suerte.
El Sargento Mayor don Juan José Carrera dijo, que habiendo sido falsa la noticia de la gente que se suponía traer al señor Elío y que motivó el ofrecimiento de esta Junta, no parecía bien, en vista de nuestra necesidad de gente veterana, despojarnos de ella, y remitirla.
El señor Coronel don José Pérez García, que podrían remitirse de las tropas de Concepción y de los demás partidos del reino de 300 a 400 hombres, oyendo primero al Ilustre Ayuntamiento de esta Capital.
El Teniente Coronel don José Santiago Luco, que no se enviasen tropas algunas.
El Teniente Coronel don Tomás de Figueroa, que convendría reunir al Ilustre Cabildo de la capital y hacer lo que éste resolviere.
El señor Marqués de Monte-Pío, Coronel de milicias, que fuesen algunos de los vagamundos y se hiciese lo que opinase el señor Procurador de Ciudad.
El señor Coronel de los Reales Ejércitos, don Domingo Díaz Muñoz, que conviniendo salvar el ofrecimiento hecho por esta Excelentísima Junta, se mandasen 500 hombres, pagados por la de Buenos Aires, con la calidad de reemplazarlos de los cuerpos de donde se sacaren y, si era posible, desarmados, contemplando que este servicio cede en beneficio del Rey y de la patria.
El señor Coronel, Comandante del Real Cuerpo de Ingenieros, don Manuel Olaguer Feliú, que no convenía enviar tropas veteranas, por la necesidad que hay de ellas en el reino para nuestra defensa y lo más que opinase el Procurador General: y éste con los alcaldes ordinarios.
Doctor don Joaquín de Echavarría. Don Javier Errázuriz y el Regidor don Agustín de Eyzaguirre dijeron, que siendo mucho mayor la necesidad de tropas y de armas en nuestro reino, no convenía deshacernos de ellas, y, de consiguiente, que no debían mandarse; con lo que se concluyó este acuerdo como lo firmo.
José Gregorio de Argomedo, Secretario
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