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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Capítulo IX. Predominio de la Idea de Independencia. Persecución a los Realistas
Documento 14. Circular del Vicario General

Carísimos hermanos:

El pueblo de Chile, ese pueblo religioso, a quien la tribu del Señor mereció siempre los más sinceros y respetuosos homenajes, oprimido de los peligros, ha establecido su seguridad en un sistema de Gobierno que nada puede sindicarle la moral más austera.

Respeto a la religión, fidelidad a Fernando, libre indemnidad, y prosperidad para la patria, son las bases que constituyen este precioso edificio, formado por la expresión libre de sus habitantes.

Estoy seguro que no existe un verdadero ciudadano, ni un hombre, que haciendo uso de su razón, desapruebe tales medidas.

Sin embargo, hay ignorancia y hay mala fe, que sabe disfrazar los objetos más puros con el color de sus pasiones.

Si oyereis alguna vez prostituir las palabras del Señor con malignas interpretaciones, aplicar doctrinas y decisiones truncadas o dichas en distintos casos y derechos; si el hombre tímido os consulta sobre sus opiniones, no dilatéis un momento en manifestarle la probidad de los principios consagrados del bien público.

No dudo que todos estáis penetrados de la justicia de nuestro Gobierno y de la obligación que tenéis en sostenerlo; pero si alguno vacila, absténgase de producir sus opiniones, comprenda los buenos objetos del actual sistema y avergüéncese de haber pensado contra ellos.

Vuestro ministerio que os da tanto influjo sobre la moralidad de los pueblos cristianos, os haría responsable de todas las calamidades de la patria, perjudicando las conciencias con tales preocupaciones.

No os llaméis desgraciados, si no queréis sentir los golpes de una razón despreocupada, que os alumbra la verdad.

Por lo que toca a nuestra autoridad y jurisdicción, desde luego ordenamos y declaramos, que el religioso de nuestra provincia que por ministerio del confesonario [sic], o por consulta, o por conversaciones particulares asiente o diga que el Estado, el Rey, la religión, o la moralidad cristiana se perjudican en los actuales principios del Gobierno, será suspenso perpetuamente del ministerio sacerdotal, privado de todos sus honores, castigado severamente y excomulgado, así por la sustancia del hecho como por la infracción del precepto formal de obediencia que les imponemos para que se abstengan de sostener semejantes perversas opiniones, que atraerían con la anarquía los mayores males.

Mandamos que de éstas nuestras letras se pasen testimonio a todos los conventos y casas de la provincia: y que cada Superior de ellas lo publique y remita uno igual a los religiosos que se hallasen ausentes: y les exhortamos a que en el púlpito y demás funciones de su ministerio, manifiesten la justicia de los principios del Gobierno.

Convento Grande de Predicadores de Santiago, y septiembre 20 de 1811.

Fray Domingo de Velasco, Vicario General.

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