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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Capítulo XI. Las Ideas de la Revolución. Predominio de los Hermanos Carrera.
Documento 3. Manifiesto del Gobierno sobre su conducta

Los peligros que el 4 de septiembre empeñaron los defensores de la patria, no dejaron más lugar que el de salir de ellos a toda costa; el riesgo era grave como inminente; había entrado la corrupción dentro del mismo santuario; un partido dominante por la pluralidad más desigual, todo lo arrastraba a sus designios; el reino caminaba a su ruina con pasos tan adelantados, que o se debía jurar su exterminio político, o poner la mano en el sagrado mismo de su representación.

Sobre este cuadro tan horroroso como cierto, se dio aquella bronca pincelada; todo lo que condujo el peligro de ser perdida para siempre esta preciosa piedra de la real diadema; en su extremo apuro no tuvieron lugar los principios más liberales; fue forzoso salir del paso a todo trance; de aquí resultó un vacío que sofocado en los primeros momentos por la inesperada seguridad, comenzó muy ligero a manifestarse en el descontento de los sensatos; cada hombre conocía las virtudes de los nuevos mandatarios; todos estaban satisfechos de su administración, bendecían las providencias libradas en todo orden; pero aquel testigo inseparable del mortal, el testimonio íntimo del corazón, acusaba la debilidad de las bases.

No se había consultado la voluntad libre del ciudadano; aparecía atropellada la representación general por la separación de sus prostituidos miembros; las provincias aún no habían habilitado los poderes que arrebató a sus pérfidos representantes el abuso de la más alta confianza; aparecía en una palabra la nulidad más insanable; el crédito del reino oscilaba en las opiniones más humillantes, y era forzoso reponerlo, o abandonar el concepto.

En crisis tan apurada enseñó la política que debía constituirse en toda libertad a cada hombre, ya en su persona, ya en sus dignos representantes; así se verificó el memorable día 16 del corriente, en que reunida, bajo una forma apacible la más respetable asamblea, y constituido el Congreso en la plenitud más señalada de su alta representación, se escuchó el voto libre del reino, que unánime aclamó el Gobierno representativo, y que lo sirvieron por la provincia de Concepción el señor Brigadier don Juan Martínez de Rozas, por la de Santiago el Teniente Coronel don José Miguel Carrera, y por la de Coquimbo, el Doctor don José Gaspar Marín; así se resolvió, y desde aquel momento sólo ha resonado el eco de la confianza; bajo tan sagrado auspicio no se compromete el nuevo poder, cuando espera con firmeza corresponder tan alto encargo.

¡Pueblos de Chile!

¡Generosos habitantes del mejor suelo conocido!

El Gobierno es en razón del concepto que le dispensan los que manda[n]; sólo es enérgico cuando lo sostiene el robusto brazo de la opinión; ella se gana, ya se ve por las virtudes sociales; pero si ha sido libre vuestra elección, si los llamados lo han recibido constantes, y sólo vuestro empeño los ha sentado en el ejercicio más arduo, vosotros que habéis de responder a la posteridad de vuestra libre elección, estáis rigurosamente obligados a sostener un crédito de que pende esencialmente vuestra misma felicidad.

Santiago y noviembre 20 de 1811.

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