Las infelices provincias de Chile iban desplomadas derechamente a su destrucción y su ruina, si su capital a quien desvela una empeñosa decisión por su felicidad y por su bien, no obrase principalmente en la enmienda de los medios en que pretendía cimentarse la anarquía.

La instalación del Congreso fue el primero con que los enemigos de la Patria pretendieron disimular su intención y engañarnos, hasta que puesta la obra en su fin fuese nuestra sangre y nuestra disolución el único resultado de la revolución más justa por sus principios.

El manifiesto que acompaña a V. el Gobierno convencerá a ese pueblo, objeto de sus primeras atenciones, la certeza del daño que les amenazaba, que ha descubierto, y que les indica en este oficio. El patriotismo de V., su celo y adhesión a la causa pública, no pueden menos que obrar por la uniformidad de ideas entre esa provincia y la Capital. Bien sabe V. que nada hace consistir la obra de una regeneración política, como el consentimiento universal en los planes que se meditan.

Así cuidará Ud. que todo su pueblo se imponga en la justicia de la revolución última de Santiago. Conciliando V. las voluntades y consiguiendo la unión lo conocerá el Gobierno por el espíritu mediador de la consolidación universal y tendrá presente su celo con la influencia que se merece la profesión de espíritu público, y ejercicio de las virtudes.

Dios guarde a Ud. muchos años.

Santiago y diciembre 4 de mil ochocientos once.

José Miguel Carrera.- Manuel Javier Rodríguez, Secretario.

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