Le van a V. S. veinte mil pesos, que es la mayor exacción que pueden hacer las cajas en el momento por sus escaseces, dos pitos, dos tambores, dos resmas de papel, seis mil balas y dos quintales de pólvora, todo por manos del Teniente de Granaderos don Ramón Cuadra.

Han ya caminado, y estarán  en poder de V. S., o muy cerca, mil lanzas y dos mil machetones.

En la menor proporción, que sucederá luego, se le enterará el número que solicita.

Si la plata le escaseare, puede V. S. tomarla en empréstito, cuyo pago garantiza el Erario Público.

El Gobierno ha leído con satisfacción el oficio de V. en que, al paso que le llena el patriotismo activo de los habitantes de esas provincias, ve el celo y adhesión con que V. S. se lo participa.

En mejores tiempos, que llegarán pronto, sentirán todos, en medio de la paz y del orden, el efecto por sus servicios y la efusión del reconocimiento de la Junta.

Déles V. S. las gracias a su nombre; que estén seguros en el buen resultado de una empresa que sólo lleva por fin el beneficio público y el bien general.

Y para que V. S. esté más y más sobre los desvelos con que se aplica el Gobierno a hacer de necesidad la victoria de su expedición, le previene que va a remitirle, y que marchará en su ayuda hoy, o mañana, un oficial de Artillería.

Dios guarde a V. S. muchos años.

Santiago, diciembre 31 de 1811.

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