ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Otras
El ataque del Callao por Lord Cochrane. Drama Naval.
Acto III

Alameda con vista del Rímac.
(aparece Lima en un poyo recostada).

Lima:
Cuando cesaren ya las discusiones,
que mi España sostuvo largo tiempo,
cuando vuelva Fernando a su real trono
pensé yo disfrutar de algún sosiego;
entonces fiera parca, me arrebatas
aquella que fomenta mi embeleso,
a mi Isabel amada, a mi señora,
al amor de mi gusto y mi contento,
de mi monarca a la querida esposa
y amada reina de ambos hemisferios.
En fin, ya la he perdido, que se cumplan
del Dios a quien adoro, los decretos.
Mas, como su vasallo, siempre firme,
por la gloria de su alma, Dios, te ruego,
que descanse en el seno de los justos,
en donde reinas vos, Señor Supremo.
Yo Lima, del Perú que soy cabeza,
siempre fiel a mis reyes, hoy elevo
a vuestra sabia eterna omnipotencia
mi clamor, mis suspiros y lamentos.
Consérvame a Fernando, Dios piadoso,
que deje sucesor para sus reinos,
pues de Borbón la estirpe esclarecida,
es lo que quiere Lima en todo tiempo.
Yo soy la capital de las provincias
del reino de los Reyes, y mi anhelo
solo aspira a ser fiel hasta que vengas
a juzgarme, señor, el día postrero.
Ampárame, mi Dios, en todo trance;
vuestro auxilio me valga en todo tiempo,
que la ley que de España me mandaste
sin mancha la menor, firme conservo.
A tu deidad he sido tributaria.
Llano, Rosa, Toribio Mogrovejo,
de mi lealtad, señor, son los garantes,
las flores que te he dado de mi suelo,
de mi suelo fecundo y siempre firme
en la alta observación de tus preceptos.
Yo, Lima, protectora de la causa,
que miro santa, y que por tal defiendo,
pues en ella conozco la ley sacra,
el orden acordado a los pueblos,
la justicia del cielo descendida
y de mi soberano los derechos.
¿Mas qué ruido he sentido que suspende
de mi deprecación el tierno acento?

(Sale el Vigía).

Vigía:
Yo soy, señora, con ligeros pasos
acabo de llegar ahora del puerto.

Lima:
Y bien ¿qué quieres? de decir acaba.

Vigía:
Soy vigía que observo en San Lorenzo:
allí ha vuelto el corsario y ha saqueado
incendiando también después el puerto.
Lo demás que él pretende o que él intenta,
declarado ha de estar en este pliego.

(Le da un pliego a Lima que lee lo siguiente)

Lima:
Del estado de Chile soy mandado,
segunda vez al puerto me presento;
entrégame las llaves de la plaza,
o pasadas cuatro horas pongo fuego.
Los cohetes incendiarios de Congreve
decidirán la suerte de este suelo
arruinándolo todo hasta las bases,
sus soberbios castillos demoliendo.
Me hallo pronto a luchar con igual fuerza:
haz que tus tropas salgan a mi reto,
que la fuerza mayor que está a mi cargo
mandaré se retire a sotavento.
Respóndeme al instante, pues lo manda
Cochrane, General de los chilenos.

(Rompe una nube y baja el ángel).

Ángel:
Lima bella, Lima fiel,
ciudad que en este hemisferio
eres primera entre todas
por tu lealtad y tu celo:
no temas las amenazas
de ese proscrito protervo,
no temas, porque tu causa
defiende y custodia el cielo;
tienes buques y tesoro,
tienes soldados guerreros,
tienes jefes sin iguales
y General fuerte y recto.
Tú, que has venido mandado,
pasa la vista al momento
para que a ese le refieras
las fuerzas de este gran pueblo.

(Tocan marcha: sale un oficial con una bandera que llevará este letrero: ¡Viva el infante! La batirá junto a la concha y por el mismo orden: Burgos, Numancia, Cantabria, la Artillería, Arequipa, Número 1.- Un Pardo con una bandera que diga: Vivan los Pardos de Lima, y un Moreno id. Después un Húsar, un Dragón de Lima, de Carballido, del  Rey y de los Pardos. Todos se colocarán formando un semicírculo, quedando Lima en el centro; el Ángel saldrá por la izquierda, el Vigía se retira al último bastidor de la derecha y sale la Concordia, bate su bandera y se queda firme).

Ángel:
En este lucido cuadro
ya te presento el espejo
en donde se ve a Fernando
con un semblante risueño,
propio de un padre amoroso
de este fiel limano pueblo.
Allí tienes la Concordia
del noble y rico comercio,
compuesto de fieles hijos
de América y europeos;
todos tan bien hermanados,
tanto el noble y el plebeyo,
tanto el rico como el pobre,
tanto el grande y el pequeño.
La Concordia del Perú
que ha puesto todo su esmero
en defender de los reyes
tantos sagrados derechos,
y su ilustre consulado
siempre erogando el dinero
para sostener la guerra
que inventaron los protervos.
En fin, Lima, a contestar
a ese intruso con denuedo:
y para animarte más,
oye las voces del pueblo,
que con realista entusiasmo
acordes vienen diciendo:

(Dando voces)

¡Vivan la Patria y Fernando!
¡Muera el altivo guerrero!

(Salen los carros).

Concordia:
De la Patria y Fernando adalides,
a los campos marchad del honor.
Abatid al protervo altanero
destrozando su infame pendón.

Primera Voz:
A las bocas del bello Rímac
el altivo Cochrane volvió;
altanero con cohetes pretende
inundarnos la playa de horror.

Coro:
De la Patria, etc.

Segunda Voz:
Pero Lima defiende a su Rey
con constancia aguerrida y valor,
despreciando al britano proscrito
General de la infame opresión.

Coro:
De la Patria, etc.

Tercera Voz:
Aunque quieras tirano, oprimirnos,
nuestra causa defiéndela Dios,
pues peleamos siguiendo la ley
que dictaron justicia y razón.

Coro:
De la Patria, etc.

(Concluido se retiran; se hace mutación y se descubre el Callao; al foro la línea del insurgente; a la derecha la bahía de nuestra línea con los buques a palo seco).

Insurgente:
¡Viva la Patria!

Realista:
¡Viva el Rey!

(Tiran cohetes, cae uno hacia la concha y sale un muchacho corriendo y lo apaga con el sombrero).

Sale Martina:
¡Muchacho, ve que te quemas!

Muchacho:
¡Lo apagué con el sombrero
y voy a hacer triquitraques!

Martina:
Qué muchacho del infierno:
quítate de ese peligro.

Muchacho:
Ya tengo al bolsillo el trueno,
ya no me puede quemar.

Martina:
Múdate de aquí al momento.

Sale el Vigía:
Martina, de embajador
le voy a hablar al porteño.

Martina:
Cuidado hombre con Cochrane.

(Vase).

Vigía:
Ahora verá lo que es bueno;
que se aborde aquí un esquife
y vengan dos marineros.

(Se embarca y va a bordo de la Isabela).

Vigía:
¡Ha del Alcázar, donde Cochrane mora
cual General fuerte, generoso, etc.
He vuelto ya de Lima con respuesta.
Salvas me hagan, pues soy parlamentero.

(Pasa a la fragata).

¡Salve, Almirante del chileno estado,
puse en manos de Lima tu alto pliego:
la respuesta es aquesta, puedes leerla
y despacharme pronto para el puerto.

Cochrane:
“He recibido tu oficio,
haz lo que quieras, severo,
tú responderás a Dios
de resultados funestos.
Defiendo a mi soberano
la ley divina cumpliendo.
Los jefes que me gobiernan
prontos están a los riesgos;
no haya más correspondencia
con el jefe de mi pueblo,
que términos tan altivos
son un grande atrevimiento”.

Vigía:
¡Adiós, mi amigo, me voy!...

(Vase).

Cochrane:
Vete pronto, majadero.

(Sale el Brulot, el castillo empieza a disparar; llega el Brulot, hace la explosión y estallido y se deshace entre las olas. Aparece la Prueba al bastidor).

Vigía:
El Brulot se fundió
y ya calan masteleros,
para combatir, las naves
del Rey, que están en el puerto.

Cochrane:
¡Qué es lo que mis ojos ven!
La línea a salir disponen!
¿Allá otro buque de guerra?
Sin duda viene del norte.
¡Me agarran a dos costuras
y sin Fuertes, sin Brulote...!
Pues huyamos del peligro.
¡Adiós conquista, acabóse,
mi eminente almirantazgo!
Ya dejo de ser Quijote,
el desfacedor de agravios
del Toboso y su horizonte.
¡Ha, marchémonos al punto
que he salido al estricote!...

(Vanse).
(Salen los coros).

¡Viva Lima, del  Rey tan amado,
y sus hijos, etc.

(Concluido el coro cae el telón).