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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Capítulo VII. Las Vinculaciones Externas y las Vicisitudes Interiores de la Revolución. 1811
Texto

1. IDENTIDAD DE IDEAS Y CONDUCTA DE LAS JUNTAS DE CHILE Y BUENOS AIRES. La unión, que más bien puede llamarse identidad de ideas y conducta de las dos juntas de Chile y Buenos Aires, conforme en todo a los principios revolucionarios practicados en la Francia y en casi toda Europa, empieza a desplegar los terribles efectos de crueldad, anarquía y libertad acordes enteramente con los maestros del sistema.

Empezó la Francia su revolución, difamando, persiguiendo y quitando la vida al Rey, y a todos los que sostenían el partido monárquico.

Buenos Aires depone y destierra a su Virrey, a la Real Audiencia con todos los demás ministros de los tribunales, y quita la vida ferozmente al ilustre Liniers, Allende, Concha, etc., y ahora victorioso el ejército de Castelli en Potosí, prosigue en su sanguinario principio decapitando a los fieles defensores de la justicia y del Rey, señor Nieto Presidente de Charcas, señor Sanz, Intendente de Potosí, y a su Asesor Doctor Cañete.

Líbranse de igual suerte otros varios con la fuga y sufren la pena de confiscación de bienes y destierro, cuarenta vecinos los más distinguidos entre empleados en servicio del Rey, eclesiásticos y adictos a la justa causa.

Estas últimas noticias recibimos el dos de enero.

La Junta de Chile, secuaz de la misma doctrina, sigue, aunque a retaguardia, los mismos pasos: depuso a su Presidente; ahuyentó al Intendente de Concepción, tiene infamada y perseguida a la Real Audiencia, persigue y oprime a todos los empleados del Rey y dispone con indecibles fatigas y desvelos al pueblo para servirse de su poder en los mismos hechos de Buenos Aires.

Las demostraciones de júbilo y la celebración tan extremada con que recibió este Gobierno a todos los facciosos, la nota del triunfo de Castelli en Potosí manifestaba claramente el espíritu de conformidad con los insurgentes de Buenos Aires y la suerte que nos esperaba a todos los amantes del Rey y del buen orden.

Fuegos artificiales, repique general de campanas, luminarias, vivas sin fin a la Junta, y mueran los tiranos, eran los instrumentos de nuestra mortificación y los anuncios claros de nuestra futura ruina.

2. DIVULGACIÓN DE PASQUINES SEDICIOSOS. Ensoberbecidos con tan faustos sucesos, los sublevados daban por hecho el proyecto de independencia de la España y empezaron a declarar abiertamente sus miras, divulgando infinidad de pasquines sediciosos con que intentaban alarmar al pueblo incitándolo al total exterminio
de los realistas, pintándolos a éstos con los denigrativos colores de satélites del despotismo y tiranía, de usurpadores y opresores de los americanos, y últimamente ensalzando las prerrogativas y derechos de estos pueblos que tenían facultad, ocasión y poder para elegir el gobierno que mejor les pareciera.

El escrito de esta especie más notable y escandaloso que se publicó en estos días es la Proclama que empieza:

[Vínculo con] Proclama de Quirino Lemáchez [Está en Documentos]

3. CREACIÓN DE NUEVAS TROPAS. No era posible ejecutar cuánto deseaban los sediciosos sin el auxilio y fuerza de las armas, defecto que les tenía con cuidado y temor pues todavía no se había generalizado (cuanto era necesario) la opinión pública revolucionaria, y para adelantar la obra dieron principio creando un batallón de infantería que llamaron Granaderos de Chile, y luego de la Patria, dos escuadrones de caballería intitulados Húsares de Santiago, cuatro compañías de artilleros, y otro batallón de infantería en Penco activando al mismo tiempo y disciplinando los regimientos de milicias de esta capital y los de las villas y pueblos más vecinos.

El estado de estas nuevas tropas se demuestra puntualmente.

4. SITUACIÓN DEL REAL ERARIO. Con la erección de estos nuevos cuerpos se recargó el Erario en la suma anual de doscientos diez mil doscientos cincuenta y dos pesos, que importaban sólo los sueldos, a que añadiendo las asignaciones de los vocales y otros nuevos empleos que cada día se inventaban, se conocía luego la imposibilidad de sostener tantos gastos, sin recurrir al arbitrio ordinario de nuevos impuestos.

Así se ejecutó, y el primer arbitrio que se tomó fue la baja de sueldos en todos los empleados, así seglares como eclesiásticos, ordenando que toda asignación desde seiscientos pesos hasta mil, sufriera el descuento de diez por ciento; desde mil hasta tres mil, un 15 por 100; y de tres mil para arriba un 25 por 100, en lo que se regulaba una entrada de cincuenta mil pesos anuales.

El aumento de un real a cada mazo de tabaco de humo y un peso a cada libra de polvillo que de antemano se había impuesto, calculaban debía producir al año sesenta mil pesos.

Pero no siendo suficientes estos recursos, el 8 de éste se mandó suspender la obra de la Catedral, y se echó mano de las vacantes mayores.

Además de esto, cien mil pesos que tenía el Consulado, proveniente del ramo de subvención, correspondiente al Consulado de Cádiz, se mandaron entregar al Gobierno y lo mismo se ejecutó con todos los ramos de la Real hacienda destinados a diferentes fines, como son la amortización de la deuda nacional, producto de Bulas, Redención de Cautivos, limosnas dedicadas a los Santos Lugares de Jerusalén.

Todo era necesario y aún no alcanzaba para fijar los cimientos del nuevo edificio de la independencia y libertad.

5. ARRIBO DE LA CORBETA FLOR DE MAYO A VALPARAÍSO. 20 DE ENERO DE 1811. El 20 de enero llegó a Valparaíso la corbeta Flor de Mayo procedente de Montevideo, conduciendo pliegos de la Península para este Gobierno y para el de Lima.

Inmediatamente despachó el Gobierno un comisionado que registrase con toda escrupulosidad el buque y tomase declaraciones a su tripulación con orden de que al menor defecto que observase en sus pasaportes y demás requisitos de estilo, la embargase y quitase el timón, asegurando a todos los individuos que en ella venían.

Don Juan Mackenna desempeñó perfectamente la comisión y no hallando defecto en los despachos y demás formalidades necesarias, tomó toda la correspondencia que conducía, y la remitió a la Junta, deteniendo arrestados a todos los navegantes hasta segunda orden.

Con esta ocasión se presentó el Diputado de Buenos Aires pidiendo a la Junta lo que explica el oficio siguiente:

6. LA JUNTA OCULTA LA CORRESPONDENCIA DE LA PENÍNSULA. JUBILACIÓN DEL GOBERNADOR DE VALPARAÍSO. DESIGNACIÓN DE JUAN MACKENNA. ES RESISTIDO. INTIMIDACIÓN DE LOS FIELES VECINOS. VIAJE DE LA FLOR DE MAYO. CARTA DE MACKENNA. Toda la correspondencia de la Península y de Montevideo se ocultó en el más profundo silencio, y sólo se dio a saber la jubilación o retiro del Gobernador de Valparaíso don Joaquín de Alós, a la que prontamente se prestó obedecimiento por resultar la vacante del empleo apetecido de muchos, pero que por más benemérito del nuevo sistema se confirió a [Juan] Mackenna.

Grande sentimiento causó a este fiel y distinguido pueblo la mudanza de Gobernador diametralmente opuesto a su constante y justa adhesión al Rey en que lo sostenía el antiguo Alós, y lo manifestaron con algunos pasquines, que pintaban a Mackenna acompañado de cuatro únicos vecinos adictos al partido revolucionario colgados de una horca por traidores al Rey.

Estos eran Blanco, Vial, Bayner y Pedregal, que siempre han correspondido al pésimo concepto que de ellos se tenía.

Atemorizado Mackenna con estos indicios dio parte a la Junta de hallarse aquel puerto en insurrección, y el día 27 salieron de esta capital ciento diez dragones al mando de don Miguel Benavente con el fin de aquietar aquel pueblo, y sostener al nuevo Gobernador en su autoridad; pero realmente se dirigió todo este aparato, a intimidar a aquellos fieles vecinos y someterlos con el terror de las armas al aborrecido sistema, conducta que siempre honrará a Valparaíso por haberla sostenido hasta el fin de la revolución a pesar de innumerables vejaciones y castigos de sus habitantes.

Consiguió por fin libertad de proseguir su viaje a Lima la Flor de Mayo, después de sufrir mil escrutinios y persecuciones los marinos de su dotación, y Mackenna quedó asegurado en su gobierno, estrechando cada día más los lazos de amistad con la Junta, a quien ofrecía extraordinarios servicios en favor del sistema como lo demuestra el oficio siguiente:

7. LLEGADA DEL VIRREY FRANCISCO JAVIER ELÍO A BUENOS AIRES. SORPRESA DE LOS MIEMBROS DE LA JUNTA. El 6 de febrero a las ocho de la mañana, llegó a ésta un correo despachado por algunos particulares de Mendoza con solas doce cartas para varios sujetos de esta capital.

El Administrador de Rentas, cumpliendo con la orden de presentar a la Junta toda correspondencia antes de entregarla a los particulares, la llevó al Gobierno inmediatamente, y siendo una de las cartas para el señor [Fernando Márquez de la] Plata, primer Vocal, la abrió y quedó pasmado al leer que el día 12 de enero había llegado a Montevideo el señor don Francisco Javier de Elío, nombrado Virrey de Buenos Aires, acompañado de seis mil hombres de tropa, para rendir aquellas provincias a su antiguo orden y gobierno.

Fue indecible la sorpresa y temor que ocupó a los gobernantes que atónitos y faltos de consejos permitieron se entregaran las restantes cartas a sus títulos, de que resultó se divulgase la noticia con tal celeridad, y causó tan diferentes efectos en los diferentes partidos de realistas y revolucionarios, que tuvo el Gobierno motivo de arrepentirse de su indiscreta conducta. La providencia más oportuna que ocurrió fue dirigir inmediatamente un extraordinario al Gobernador de Mendoza con el oficio del tenor siguiente:

Entretanto que se esperaba la cierta noticia del comunicado, se esforzaban los asustados facciosos en criticar su realidad, debilitando con varias razones su verificativo, fundándose principalmente en no haber sido comunicada de oficio por la Junta de Buenos Aires, ni por el Gobernador de Mendoza.

Al mismo tiempo que se escribió al Gobernador de Mendoza, se le incluyó otro oficio para la Junta de Buenos Aires concebido en los términos siguientes:

El día 12 como a las once del día llegó la contestación de Mendoza, de cuyo contexto consta el estado de las cosas:

Para satisfacer con más plenitud el deseo de estos señores, incluyó el Comandante de Mendoza el oficio original que había recibido de Buenos Aires y dice así:

8. LA JUNTA INTENTA PUBLICAR UN BANDO PARA ACALLAR LAS INTRANQUILIDADES DEL PARTIDO JUNTISTA. NUEVAS NOTICIAS SOBRE LAS TROPAS DE ELÍO. Apenas se cercioró esta Junta por el oficio del Gobernador de Mendoza que el señor Elío no había traído tropa, dispuso publicar un bando para sosegar al pueblo juntista que estaba muy sobresaltado, pero al tiempo de publicarlo el día 14, llegó el correo de Buenos Aires asegurando con su correspondencia que las tropas de Elío habían llegado a Montevideo después que el Virrey.

Fue comisionado para hacer pesquisa de las cartas particulares que trataban de esta materia, el Asesor don Francisco Antonio Pérez y supo que don F. Borin había recibido una de un hijo suyo que había venido en la misma escuadra de Elío, y con fecha 31 de enero dice que estaban desembarcando en Montevideo, de seis a siete mil hombres de buenas tropas.

Esta carta fue presentada a la Junta y hallándola conteste con otras varias y viendo al mismo tiempo en los impresos de Buenos Aires, los oficios del señor Elío a la Junta, Cabildo y Real Audiencia de aquella capital, quedaron nuevamente perturbados y confusos.

9. DECRETO SOBRE LIBERTAD DE COMERCIO. 21 DE FEBRERO DE 1811. El 21 de febrero después de sustanciado el expediente sobre el comercio libre, determinó la Junta publicarlo con solemne bando que literalmente dice así:

10. FALLECIMIENTO DEL PRESIDENTE DE LA JUNTA, CONDE DE LA CONQUISTA. El 27 de febrero falleció el señor Conde la Conquista don Mateo Toro, Presidente perpetuo de la Junta a los ochenta y medio años de edad, y a los cinco meses y diez días de la instalación del nuevo Gobierno.

El 29 fue sepultado en la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced con la pompa funeral correspondiente a su dignidad, después de haber servido a los facciosos como máquina que manejaron a su antojo para el trastorno del legítimo gobierno del reino, plan que constituido ya en el pie que lo dejó, no necesitaba de su persona; por lo que fue poco llorada su falta, y aun él mismo sintió el disgusto de conocer el desprecio con que lo trataban los compañeros gobernantes en los últimos meses de su vida, recompensa ordinaria de los que se separan del camino recto de la justicia y la virtud, ya sea por hechos positivos, o por omisión.

11. APOYO DEL MINISTERIO ECLESIÁSTICO PARA LAS ELECCIONES DEL CONGRESO NACIONAL. NOTA DEL CABILDO DE LA CIUDAD. El 28 remitió el Cabildo al señor Provisor del Eclesiástico don Domingo Errázuriz, un oficio dirigido a interesar su ministerio pastoral en la elección de diputados para el futuro congreso, buscando el apoyo e influjo que los eclesiásticos y especialmente los curas párrocos tienen en sus feligreses, según mejor lo explica su contenido que es el siguiente:

En vista del escrito que antecede, mandó el Provisor extender muchas copias que acompañadas de un expreso ministerial repartió a todos los curas y prelados de las diferentes religiones, semejantes todos en su estilo y expresiones al ejemplar siguiente:

12. MUDANZAS EN EL GOBIERNO ECLESIÁSTICO DEL OBISPADO DE SANTIAGO. Este fue el primer paso del oficio pastoral del nuevo Provisor que por ser instrumento a propósito y acomodado a las ideas de los facciosos, se introdujo a la dignidad escalando las cercas del redil.

Para mejor inteligencia de los sucesos de esta época, y mucho más para los sucesivos, entiendo ser necesaria una corta digresión, que explique con claridad los motivos de la escandalosa mudanza en el gobierno eclesiástico de este Obispado[1] el Doctor, don José Santiago Rodríguez, se oponía a los proyectos de los revolucionarios; y prosiguiendo siempre firme y constante en contraminar sus destructoras ideas, oponía un insuperable embarazo al establecimiento de sus meditados planes.

Nada ignoraban los enemigos del buen orden y faltándoles las armas y el valor para combatirlo a pecho descubierto, apelaron al común ardid de la intriga y la cábala.

Dióles buena ocasión el estado de absoluta demencia e insensatez en que se hallaba el Ilustrísimo señor Doctor don José Antonio [Martínez] de Aldunate, Obispo electo de esta diócesis, y sin tomar posesión de ella ni haber usado de la Real Cédula de ruego y encargo, en cuya virtud debía recibir el uso y ejercicio del Gobierno de esta Santa Iglesia, por la ineptitud en que lo constituían sus enfermedades y decrepitud; y advirtiendo la facilidad de sorprender y engañar la buena fe de dicho señor y del público, sobornaron a su Secretario y sobrino doctor don José Errázuriz, quien le presentó a firmar la deposición del señor Rodríguez y el nombramiento del nuevo Provisor don Domingo Errázuriz como a medida de sus ideas, lo que fue fácil conseguir atendida su total inadvertencia.

Publicóse inmediatamente esta sensible novedad que, sostenida y llevada a efecto por la Junta como un triunfo, proporcionaba grandes ventajas al sistema, lo que causó una inexplicable alteración y sentimientos en todos los adictos a la justa causa, que bien conocían las fatales consecuencias del suceso.

Nadie dudó de la nulidad de lo actuado, o bien se atienda a la falta de jurisdicción en el Obispo electo, o en la felonía y engaño con que veíamos ultrajadas y atropelladas las sagradas leyes y jerarquía eclesiástica, motivo que debía excitar nuestro dolor.

Además de esto se extendían a otra esfera nuestros cuidados, conociendo que el origen de donde debía derivarse a los fieles la pura y legítima administración de la sana doctrina y participación de los santos sacramentos, se hallaba viciado y obstruido, sin quedarnos otro recurso ni consuelo que la buena fe y la confianza de que la Iglesia como piadosa madre supliría la jurisdicción en tan inevitables caos.

Para perfeccionar la obra, y caracterizarla de completo atentado, no se dio parte al Cabildo Eclesiástico ni al verdadero Vicario Capitular, antes bien sin observar algunas de las formalidades de estilo, se apoderó repentinamente el nuevo electo de la curia eclesiástica y del gobierno espiritual.

Puesto a la frente de la Diócesis el nuevo Provisor, ocupó sus primeros cuidados en asegurar a la Junta el concepto de adhesión al sistema, que le había merecido, y fueron sus primeros pasos el nombramiento de Asesor para su juzgado eclesiástico en don José Miguel Infante, Procurador de Ciudad, campeón de los principales de la revolución, y acaso principal agente y factor de las intrigas para la remoción del señor Rodríguez y designación del intruso Errázuriz.

Luego procedió a la secularización del padre fray Joaquín Larraín, religioso mercedario, dando ejecución a un Breve de Su Santidad que había obtenido dicho Padre, pero por justas causas tenía mandado el Rey nuestro señor se recogiese, sin permitir el cúmplase, y se remitiese a su Supremo Consejo.

Nada detuvo al nuevo Provisor en su resolución, porque conocía ser este hecho una demostración la más agradable a los facciosos, que deseaban colocar al corifeo revolucionario Larraín, en estado de ser más útil a sus designios, sacándolos del claustro para ensalzarlo a las primeras cátedras de la sediciosa doctrina de la libertad.

En vano formó enérgicos recursos el verdadero propietario don José Santiago Rodríguez, declarando todas las nulidades, y protestando la violencia de tales procederes: el ídolo estaba propuesto y sostenido por el Gobierno, y no habían fuerzas ni razones para derribarlo.

13. SOCORRO DE TROPAS PARA BUENOS AIRES. El mismo 2 de marzo llegó el correo de Buenos Aires conduciendo un oficio de aquella junta, en que aceptaba y pedía el socorro de tropas que ésta [la Junta de Santiago] le había ofrecido anticipada y espontáneamente, según queda dicho y consta del contenido que es el siguiente:

14. CONSEJO O JUNTA DE GUERRA PARA TRATAR DEL ENVÍO DE TROPAS A BUENOS AIRES. En vista y reconocimiento de lo expresado en el anterior oficio, resolvió el Gobierno citar para el día siguiente un Consejo o Junta de Guerra para tratar este negocio, y a ella concurrieron más de veinte sujetos entre militares y empleados civiles, que discordando enteramente en sus pareceres, no pudo quedar nada resuelto; pero despreciando la Junta esa irresolución y deseando cumplir la oferta que sin consulta alguna había prometido, determinó la pronta remesa de las tropas.

Sabedor el Cabildo de dicha resolución, dispuso y presentó con fecha del 5, el oficio que a la letra es como sigue:

15. PARTIDOS Y OPINIONES QUE SE FORMAN SOBRE EL SOCORRO DE TROPAS A BUENOS AIRES. Condescendiendo el Gobierno con lo pedido por el Cabildo, le remitió el expediente de la materia, encargando el pronto despacho; y en este estado se divulgó el asunto por todo el pueblo, que se dividió en diversos partidos y opiniones acerca de la conveniencia o perjuicio que resultaba al reino de socorrer a Buenos Aires.

Con este motivo, se declararon públicamente dos facciones, o partidos contrarios.

El uno, patrocinado por el Cabildo repugnaba la remesa, y, el otro, protegido de la Junta, y en especial del Doctor Rozas, instaba por su pronto cumplimiento.

Este último, más numeroso y de mayor poder, se enardeció sumamente con las oposiciones o resistencias del Cabildo, y fueron muchos de sus secuaces a la sala del Gobierno a ofrecer sus personas y vidas en defensa de la causa de Buenos Aires, que decían ser idéntica con la de Chile, y no satisfechos con esta diligencia, se reunieron en número de ciento cuatro, y presentaron al Gobierno el escrito del tenor siguiente:

16. OPOSICIÓN DEL CABILDO DE SANTIAGO. Contestó el Cabildo a vista del expediente oponiéndose al socorro de Buenos Aires en los términos que se contienen en el siguiente oficio:

17. DESENTENDIMIENTO DE LA JUNTA. INFORME DEL VOCAL MÁRQUEZ DE LA PLATA. La providencia que tomó la Junta fue desentenderse del dictamen del Cabildo y remitir todo el expediente al señor Vocal don Fernando Márquez de la Plata, que se hallaba actualmente enfermo, para que abriese el parecer que quería seguir el Gobierno. Pasó el Secretario Argomedo a su casa y el señor Plata contestó el escrito siguiente:

18. RESOLUCIÓN DE LA JUNTA. Nada tuvo en qué detenerse la Junta para determinar su resolución en conformidad del anterior dictamen tan acomodado a sus deseos, y así decretó la Acta del tenor siguiente:

19. ORDEN AL COMANDANTE DE ARMAS DE CONCEPCIÓN PARA EL EMBARQUE DE TROPAS. Para el pronto verificativo de lo mandado, se remitieron luego los oficios correspondientes al Comandante de Armas de Concepción, y se dispuso viniesen embarcadas aquellas tropas con la oportunidad de hallarse en aquel puerto la fragata Begoña, y se dio cuenta de todo a Buenos Aires con un oficio que dice así:

20. EL DIPUTADO DE BUENOS AIRES LEVANTA BANDERAS DE RECLUTAS. Ninguna relación o discurso puede instruir más plenamente sobre estos sucesos que los oficios referidos, y así omito extenderme en estas materias añadiendo reflexiones.

El Diputado de Buenos Aires, en uso de la facultad concedida por el Gobierno, levantó banderas de reclutas en varios lugares del reino, eligiendo por Capitán de ellas a don Eugenio Fernández, natural de Buenos Aires, que en dos partidas remitidas a aquella capital completó el número de trescientos setenta y cinco, de donde no pudo exceder por haberse cerrado con la nieve el paso de la cordillera.

Además del oficio en que da parte esta Junta a la de Buenos Aires del auxilio decretado, acompaña un reservado que es el siguiente:

21. HIPÓCRITA CONDUCTA DE LA JUNTA DE GOBIERNO. REFLEXIONES DEL AUTOR. Extraños misterios oculta la hipocresía envuelta debajo de un manto, pero le es imposible mantenerse mucho tiempo rebozada. La hipócrita Junta de Chile blasona y tiene por timbre que fue erigida para defender, conservar y gobernar este reino para Fernando Séptimo, Rey de España; así lo estampa en su acta de instalación, así lo participa al Consejo de Regencia, y así lo publica a la faz de todo el mundo.

¿Pero las obras convienen con las palabras?

¿El corazón está acorde con la boca?

Respondan los hechos y obstrúyanse las lenguas de los que hablan cosas inicuas.

La Junta tomó su exordio destronando con intrigas, tumultos y violencias [a] las autoridades legítimas constituidas por Fernando Séptimo; la Junta se abrogó la suprema autoridad, se apoderó del Erario público, impuso a todo el reino contribuciones, levantó nuevos cuerpos de tropas con la falsa excusa de defensa; y todo esto lo dispone y ordena a nombre de Fernando Séptimo y para conservarle estos dominios.

Pero todo esto es poco.

La Junta y sus autores, desde su instalación y aun antes, forman estrecha e íntima alianza con Buenos Aires, comunican e identifican su causa con aquel rebelde Gobierno, apoyan y sostienen su infame rebelión, celebran y aplauden sus crueldades; y, por último, envían auxilio de tropa y armas, destinadas a hacer la guerra a la España y a su Rey, en ocasión que se halla ocupada y casi oprimida del tirano más poderoso y astuto que ha conocido el universo.

También todo esto se cubre con el nombre de Fernando Séptimo.

La Junta declara ahora, en el reservado anterior, que los preparativos de armas, caudales y tropas se previenen para hacer la guerra al Virrey de Lima, que es decir a la España y a su Rey de quien Lima es parte unida por su fiel obediencia y su Virrey, heroico vicario, vicegerente representante de Fernando Séptimo.

La Junta de Chile desconoce y desobedece al Supremo Gobierno de España, a quien reconoció y se obligó con solemne y público juramento sin prestarse a dar cumplimiento a sus órdenes y providencias.

La Junta insulta a la nación española, a sus reyes y a su Gobierno con los execrables títulos de tiranos usurpadores despóticos y otra multitud de epítetos de esta especie, que constan auténticamente de los documentos verdaderos y originales expuestos en los antecedentes.

La Junta persigue y abomina a todos los fieles vasallos amantes del Rey y de la nación con despojo de sus bienes, de sus empleos (ya que de su honor no puede) y tiene declarada y efectuada la guerra a Montevideo, depósito y asilo único de la virtud y lealtad de aquellas rebeldes provincias, y a todos los que defienden su misma causa que son todos los verdaderos españoles y sus aliados en las cuatro partes del mundo.

Pero me contengo en el vuelo que había tomado la pluma, reflexionando, como notará el lector, de superfluas o inútiles dichas razones como dirigidas a probar lo que los hechos referidos hasta aquí han declarado con más enérgica persuasión, y yo conviniera en formar el mismo concepto si sólo se encaminaran a este fin.

Mas no es así.

Probar que el sol alumbra y calienta, fuera un empeño ridículo y vano siendo tan notorio y conocido.

La hipocresía, vicio universal al mismo tiempo que desconocido y sólo en la apariencia aborrecido de los hombres, es el objeto peculiar de mi abominación y el que excita mi ánimo para manifestarlo al público y pintarlo con los viles y denigrativos colores que lo caracterizan.

¿No es grosera necedad que la Junta de Chile use del respetable nombre de Fernando Séptimo para todas sus providencias dirigidas a destruir al mismo?

¿No es insufrible profanación, no es infame maledicencia llamar al Rey tirano, déspota cruel, usurpador, opresor, gobernante arbitrario, y otros semejantes sarcasmos y dicterios?

¿No es una necia y ridícula contradicción estampar en un mismo escrito o documento, los términos "nuestro amado, adorado, deseado, idolatrado Fernando", y a pocos renglones del mismo, tratarlo de "tirano", etc.?

Tal es el estilo necio y continuo que se observa en el despacho de los revolucionarios.

Me dirán que esta hipocresía se dirige a sorprender y engañar la sencillez y fidelidad de los pueblos amantes todavía y acostumbrados a respetar y obedecer las órdenes y mandatos de nuestros reyes.

Respondo que los pueblos y la plebe por ignorantes que sean, advierten y saben que la Junta persigue, aborrece y tiene declarada la guerra al Rey y a la nación: de que resulta por forzosa consecuencia que la Junta sobre ser rebelde y traidora al Rey, de lo que blasona es hipócrita y necia, que son dos vicios menos advertidos pero criminales, viles, infames, que, la deben hacer más abominable.

22. HONORES FÚNEBRES A LA MEMORIA DEL CONDE DE LA CONQUISTA. SERMÓN REVOLUCIONARIO DE FRAY MIGUEL OVALLE, MERCEDARIO. El día 15 fue destinado para el honor fúnebre a la memoria del finado Presidente Conde de la Conquista en la Iglesia de la Merced donde estaba sepultado.

Concurrieron convidados todos los Tribunales, Corporaciones, y lo principal del vecindario.

La oración fúnebre la pronunció el padre Fray Miguel Ovalle, mercenario, con toda propiedad, pues por su buena paga o precio profanó el sagrado lugar y ministerio, con una arenga o más bien proclama en que desplegando las máximas y autoridades de Jacobo Rousseau y sus secuaces, lució su erudición y buen gusto.

Persuadió o quiso persuadir que la España se hallaba enteramente subyugada del tirano, que el pequeño rincón de Cádiz se conservaba inconquistado por miras políticas de los franceses que lo conservaban como punto de reunión del comercio y caudales que iban de las Américas, las que poseerían de ese modo.

El fruto del sermón correspondió a la esperanza del autor (que según fama pública y conformidad de máximas con la proclama que dejamos estampada en el 6 de enero) fue el ex mercedario don Joaquín Larraín.

El auditorio se manifestó también digno espectador de tal doctrina y orador, pues prodigó señales de sumo aplauso y aprobación, recompensando al extraordinario predicante con la gratificación de doscientos pesos de sola la casa del Conde, y por una voluntaria suscripción de los revolucionarios asistentes se le contribuyó con una numerosa cantidad.

¡Fatales anuncios de los males que amenazaban a la religión católica en este reino, son los premios de los que tienen más atrevimiento para empezar a profanarla!

¡Grande disposición se descubre en los ánimos de los chilenos para despreciarla y perseguirla!

¡Grandes alicientes para los malos eclesiásticos!

Todas las revoluciones de los últimos tiempos tienen por objeto la ruina de la religión y del Estado.

23. NOTICIAS DE LIMA. RUMORES. CHILENOS EXPULSADOS DE LIMA. El 18, se supo haber llegado a Coquimbo dos buques de Lima, al mismo tiempo que ya se sabía haber venido otro de Concepción, y notándose que a Valparaíso no llegaba alguno hacía tiempo, se divulgó la voz con este motivo de que el Virrey de Lima quería mortificar a esta capital con la privación de comercio, de que se excitaron grandes quejas y sentimientos de los hacendados por carecer de extracción sus frutos.

El 20, presentó a esta Junta el oficial don José Ignacio Campino, una carta que decía haber recibido de un sobrino suyo residente en Lima, en cuyo contenido decía:

Que en términos de ocho o nueve días se instalaría Junta en Lima infaliblemente, por estar aquella ciudad totalmente revolucionada.

Que se aseguraba que Castelli, General del ejército rebelde de Buenos Aires, tenía en su poder más de mil firmas de los sujetos más principales, y acaudalados de Lima declarándose adictos a su partido.

Que las tropas del General Goyeneche, malcontentas y pagadas, estaban en disposición de desampararlo;

Que Castelli llegaría sin tropiezo hasta dicha ciudad;

Que el Virrey Abascal, noticioso de todo esto tenía meditada la fuga en la corbeta Castor, surta en el Callao, a cuyo efecto estaba reduciendo todo su caudal en oro que trocaba con excesivos premios.

Esta carta fue divulgada rápidamente por toda la ciudad, y causó un júbilo entusiasmado en todos los insurgentes que no deseaban ni esperaban noticia más conforme y agradable a sus ideas de que se generalizase la rebelión en toda la América.

Pero esta artificiosa impostura, tuvo la desgracia de desvanecerse al día siguiente, en que llegó a Valparaíso la fragata San Juan procedente del Callao, conduciendo las más satisfactorias noticias de que Lima se hallaba en perfecta quietud y sosiego.

Que el héroe del Perú, señor Abascal, había erigido con aplauso y acierto el nuevo Regimiento de la Concordia, apropiándose el título de Coronel, y el señor Arzobispo el de Capellán, y que en dicho cuerpo fueron alistados todos los principales vecinos de Lima, interpolados los patricios con los europeos.

Que para reforzar el ejército de Goyeneche se habían remitido dos mil quinientos hombres, y que a orillas del Desaguadero sólo esperaba órdenes del señor Virrey para atacar y destruir al ejército de Buenos Aires.

Estas y otras muchas favorables noticias se comunicaban por manuscritos e impresos incontestables, pero recibieron mayor certidumbre por confesión verbal de los chilenos expulsados de Lima que vinieron en la misma embarcación:

Eran estos Tagle, Piedra, Castillo y otros varios, que por explicarse con alguna libertad en Lima, los expelió su Virrey, y todos los chilenos residentes en aquella ciudad quedaban amenazados de igual peligro por el mismo motivo.

Este escrito tuvo el falaz ardid y ficción de la carta de Campino, que sin duda la fraguó él mismo, o se le mandó fraguar para animar y engañar al pueblo temeroso y acobardado con la expedición de los dos mil quinientos hombres, que se temían fueran destinados a este Reino.

24. ARRIBO DE LA FRAGATA TERESA. CORRESPONDENCIA PARA LIMA. Por estos mismos días llegó a estos mares la fragata Teresa que venía de Montevideo; y temiendo su Capitán lo que podía suceder, arribó a la costa de San Antonio, en donde saltó solo en tierra, y quedó convenido con los pilotos en las señas que les servirían de aviso para entrar en el puerto, o proseguir su viaje a Lima.

El cauteloso Capitán marchó por tierra a Valparaíso, conduciendo en su baúl dos paquetes de correspondencia del Gobierno de Montevideo para el Virrey de Lima, y apenas entró en aquel puerto, fue llamado del Gobernador, quien lo examinó menudamente del estado de Montevideo y de su viaje, etc., y pidiéndole la correspondencia que traía la remitió inmediatamente a la Junta que observó un profundo silencio de su contenido y no he podido averiguar el resultado de este hecho; si le dio curso para Lima o si quedó suprimida y oculta en este Gobierno.

Mi juicio conjetural es que aquellos papeles venían compuestos con el destino y conocimiento de que habían de quedar en Chile, y lo fundo en que contenían noticias adversas y desagradables, supuesto no las publicaron y también en que el astuto Capitán tuvo habilidad para libertar la nave con tantas precauciones y voluntariamente había traído y entregado dichos papeles que no venían para Chile, y por cuyo hecho quedó preso y con centinela de vista continua.

A pesar de tantos cuidados supo y pudo el Capitán mandar a su embarcación prosiguiera el viaje sin tocar el puerto, y además se fugó y embarcó en la fragata San Juan que salió luego para el Callao.

25. SERMONES DEL CANÓNIGO MANUEL VARGAS. DECLAMA CONTRA ROUSSEAU. SE DIFUNDE UNA OBRA DE ESTE AUTOR, IMPRESA EN BUENOS AIRES, PARA LA EDUCACIÓN DE LA JUVENTUD CHILENA. El 27, dio principio el Canónigo don Manuel Vargas a una apostólica misión en la Catedral, según lo acostumbra todos los años con mucho provecho de las almas y reforma de costumbres.

El tercero día declamó vivamente contra la lectura de las obras escandalosas y prohibidas de Juan Jacobo Rousseau, particularmente contra un librito, extracto de dichas obras, que se imprimió en Buenos Aires y se remitieron a esta ciudad cuatrocientos ejemplares para educar la juventud chilena con esta doctrina.

Esparcidos estos perversos y perversores catecismos era su lección y estudio la erudición y máximas favoritas del día citándolas como autoridades irrefragables, y adquiriendo por momentos tantos secuaces y defensores cuantos eran los revolucionarios.

Por esta razón se resintieron y alarmaron los Jacobinos contra el predicador y querellándose a la Junta, cabeza de los Jacobinos, se tomó la providencia de mandarle decir al Doctor Vargas se abstuviese de impugnar a aquel autor y su doctrina particularmente en las materias de Estado y política a las que no se extendía la prohibición, de cuya clase era el catecismo corriente en esta capital.

El Canónigo respondió remitiendo a la Junta el expurgatorio y manifestando que la prohibición se extendía a todas las obras sin excepción de materias, y que incumbía a su ministerio corregir toda especie de vicios.

El Doctor Martínez de Rozas y los demás vocales se irritaron bastante con la respuesta, y aunque deseaban tomar providencias más severas, los contuvo el temor del respeto, autoridad y ascendiente que el canónigo tenía en todo el pueblo.

26. REPARTO DE LAS ESQUELAS DE CONVITE PARA LA ELECCIÓN DE DIPUTADOS. El 28 de marzo, repartió el Cabildo las esquelas de convite para la elección de Diputados que debía celebrarse el primero de abril en la Sala del Consulado en número de seiscientos.

Al mismo tiempo se mandó fijar en los lugares públicos de costumbre el aviso siguiente:

27. EXCLUSIÓN DE LOS INDIVIDUOS OPUESTOS A LA REVOLUCIÓN. Publicaban los sistemáticos[2] en estos días que debían ser excluidos del convite todos los opuestos a la revolución, y al efecto los dos abogados don Bernardo Vera y don Carlos Correa, insignes defensores de la libertad, formaron una representación en la que incluían una numerosa nota de esta especie de sujetos que para mayor desprecio y vilipendio eran llamados sarracenos, pidiendo al Gobierno que por notoriamente enemigos de la Junta actual, fuesen privados de elegir y ser elegidos diputados.

Condescendió el Gobierno ya que no en el todo, en mucha parte, y por un decreto expreso quedaron excluidos los siguientes vecinos:

Don Juan Antonio Fresno.
Don Cristino Huidobro.
Don Lorenzo Nieto.
Don Diego Cos y Arce.
Don José Gundián.
Don Francisco Javier Zuazagoitía.
Don José Ignacio Arangua.
Don Antonio Pérez.
Don Pedro González, presbítero.
Don Domingo Bustamante.
Don José María Villarreal.
Don Roque Allende.
Don Juan Olivos, presbítero.
Don Esteban Arza.
Don Ramón Prieto.
Don Domingo Ochoa.
Don Celedonio Astorga.
Don José María Luján.
Don Juan de Dios Luján, presbítero.
Don Juan Medina.
Don Manuel Antonio Figueroa.
Don Francisco Antonio de la Carrera.
Don José Teodoro Sánchez.
Don Ambrosio Gómez.
Don Julián Zilleruelo.
Don Joaquín Zamudio.
Don Mariano Serra.
Don Felipe del Castillo Albo.
Don José Gaspar González, presbítero.
Don Ramón Bórquez.
Don Andrés García.
Don Javier Bustamante.
Don  Prudencio Lazcano.
Don Judas Tadeo Reyes.

Además de los privados nominalmente por el decreto anterior, fueron otros muchos excluidos por el Cabildo, arrancando de este modo todo el trigo, y dejando sola la cizaña que era la que debía ocupar exclusivamente el campo.

 

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Notas

[1]

En este punto, la edición de 1964 inserta el siguiente texto ”Ya dejamos estampados en el 16 de agosto, los esforzados oficios y la valiente lealtad con que el legítimo Provisor, Vicario Capitular y Gobernador del Obispado”, que Feliú Cruz copia del manuscrito de esta Memoria que perteneció a Diego Barros Arana.(N. del E). Volver.

[2]

Interprétese como adictos al sistema (N. del E). Volver.