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El Monitor Araucano
Tomo I. N° 77. Martes, 5 de Octubre de 1813.
"Continuación del discurso del número precedente". Reflexiones sobre la situación de Europa (Iniciado en Tomo I, Nº 76, continúa en Tomo I, Nº 78 y 79).

Estemos a lo más probable. La España sería, subyugada, el sistema continental se establecerá con más extensión y al fin se decretaría la paz general. Todo se ha tentado, pero inútilmente, para oponerse a la preponderancia del Imperio Francés en el Continente europeo. Se han promovido guerras sobre guerras, coaliciones sobre coaliciones y sólo se ha logrado precipitar varios estados y príncipes en desastres y ruinas. El regreso de los rusos a su territorio consumará irrevocablemente la revolución política de la Europa. ¿Qué juzgaremos de los recursos de la Francia; cuando después de la derrota del gran ejército del Norte, ha desplegado una prodigiosa fuerza y un poder formidable? Aquel Imperio sale de la cuna más poderoso y firme que el de los romanos. Nada le falta para ser él arbitro de los destinos de la Europa, que ha llenado de trofeos: Ahora, pues, para realizar todos sus principales puntos el sistema continental, o para que no se introduzcan en el continente manufacturas ni producciones nacionales coloniales de Inglaterra, es indispensable la subyugación de la España, o darle un rey como se hizo con la Holanda, y Nápoles. No cabe otra terminación, como quedó demostrado anteriormente. Lo cierto es quo para plantear el sistema continental se han emprendido cosas muy grandes; se ha apoderado Napoleón de los arsenales de Amsterdam y Amberes; se han establecido escuelas navales y una conscripción marítima en todo el Imperio y Estados Aliados; se ha creado la Confederación del Rhin, el Ducado de Varsovia, las provincias Itíricas; se ha invadido la España y Nápoles; se ha unido al cetro imperial la Holanda, la Toscana, los Estados Romanos, las Ciudades Hanseáticas, las bocas del Elba, etc. ¿Qué motivo hay, pues, cuando la reciente campaña del Norte se ha abierto con victorias, para abandonar un designio quo está tan adelantado y en que se ha trabajado tanto y con tal suceso? Es aún de notar, que para el logro de este designio se ha puesto en tortura el genio del Emperador, y la investigación y actividad de las artes y ciencias en orden a subsistir con las producciones y fábricas del Imperio, los artículos que recibía de las colonias y fabricas británicas. Los trabajos de lana, lino y seda se han aumentado; se labora azúcar de ciertos vegetales y plantas indígenas; se han llevado maestros hasta de América, y se han establecido numerosas rnanufacturas de algodón: la planta del algodón crece y se multiplica diariamente en lo interior del Imperio, principalmente en las provincias del Adriático y del Reino de Nápoles. Siendo, pues, tan esencial a este sistema la total posesión de la España, no puede creerse que el Emperador abandone su conquista. Esta posesión es necesaria para cerrar todo el Continente al comercio inglés; y el temperamento de muchos de sus puntos facilita el logro del gran sistema de que el Imperio tenga en su propio seno el azúcar y otros artículos coloniales. El Emperador medita en hacer al Imperio independiente, en todo lo posible, de recursos exteriores, y sus planes comerciales son muy vastos.

La ocupación de la Península fue decretada desde que se proyectó la formación del Gran Imperio, y la creación de un formidable poder naval. Se juzgó necesario extender los límites de la Francia y ordenar las cosas de modo que jamás pudiese alguna fuerza extraña penetrar a lo interior, como en tiempo de Francisco 1.°, sin superar dificultades inmensas. Se dijo que había irregularidad y debilidad en algunas partes de sus fronteras. De aquí es, que los límites del Imperio se extendieron por el lado de Alemania, y se formó la Confederación del Rhin. Por otra parte se agregó la Holanda al cetro imperial, se tomaron los estados do Italia, y se invadió la Península. En el proyecto del nuevo poder marítimo entraba el aumento de puertos cómodos y seguros, de estaciones militares y arsenales en todas direcciones. Por tanto se decretó agregar a la inmensa lista de este género Cádiz, Ferrol, Cartagena, etc. Se dijo en Francia: Napoleón es más grande que Luis XIV, y la era actual ha de ser en todos sentidos mas gloriosa que la de aquel brillante reinado de Luis XIV. A su ascensión al trono no halló arsenales, ni aprestos navales; y los términos de Francia entonces eran estrechos. Luis lo quiso, y lo decretó, y en pocos años el monarca francés tuvo una escuadra bastante poderosa para disputar a la Holanda e Inglaterra la soberanía de los mares. Pero ahora, los recursos de la Francia son infinitamente superiores a los que antes tenía; sus rentas se han hecho mucho más ingentes; no es menos prodigiosa la extensión de las costas del Imperio, que crían hombres de mar; el genio del Emperador es bien conocido; todo pues se reúne para hacer esperar una escuadra mayor que la de Luis XIV.

Se deduce de todo lo expuesto que la ocupación de la España es un designio más antiguo que el de su invasión; que es un plan muy combinado, y una sanción quo ha de sostenerse con todas las fuerzas del Imperio Francés. Se deduce igualmente de todo lo expuesto, y de lo que después se expondría que la total subyugación de la España es naturalmente inevitable, y que se consumara con el regreso de los rusos a su territorio. Es naturalmente inevitable lo que debe resultar de la aplicación y dirección de fuerzas inmensas a un fin único, y de la naturaleza de los sucesos. En llegando este período se agravaran los riesgos de la América; ella seguirá la suerte de la España, o será una colonia eternamente de la Francia, si con la mayor presteza no se uniforma en el sistema de la libertad, y si las provincias revolucionadas no se organizan en Estados regulares con sus gobiernos y cuerpos legislativos constituidos por la voluntad general.

(Se continuará).