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Crónicas
Tomo I
Capítulo LXXXIII. Don Felipe III entra en la sucesion de España, i se hace en Chile su proclamacion - Gana el Gobernador otra batalla a los araucanos - Despoblacion de las ciudades de Cañete, Santa Cruz i San Ildefonso de Arauco.

Don Felipe III de este nombre en España, hijo de don Felipe II ; de doña Ana de Austria, nació en Madrid el 14 de abril de 1578, i sucedió al Rei, su padre, en la monarquía desde el 13 de setiembre de 1598 hasta el 31 de marzo de 1621, que falleció en la misma villa de Madrid. En la ciudad de la Concepcion recibió el Gobernador la funesta noticia del fallecimiento del señor don Felipe II, con orden del virrei del Perú, para proclamar al señor don Felipe III, i se hizo la proclamacion en setiembre de 1599, sin aquella celebridad, con que las ciudades i vasallos de América manifiestan su amor i fidelidad al soberano. Se hallaba todo aquel reino mui trabajado con la cruel guerra en que estaba empeñado por necesidad, i no podia manifestarse como era debido. Se paso orden a la capital i demas poblaciones septentrionales i ultramontanas, para que formalizasen el mismo ceremonial, i se hizo con aquella alegría que por sí misma manifiesta la sinceridad interior con que se proclama al monarca español.

Se disponia el Gobernador para salir a retirar las poblaciones de Cañete i Arauco, i aunque no mudo de resolucion, varió de objeto. Tuvo noticia que la ciudad de Cañete, que tenia las guarniciones de los fuertes de Tucapel i Lebu, apretada del hambre, con las armas en la mano, i arrojando enemigos, se habia trasladado a la de Arauco; i que hizo lo mismo la de Santa Cruz de Coya, bajando por los montes de San Jerónimo con la guarnicion del fuerte de este nombre. Con este incremento que tomo la de Arauco no habia que temer, i abandonada la idea de despoblarla, dirijió sus cuidados a las colonias mas abandonadas. Salió con todas las tropas que tenia en la Concepcion, i volvió a llevar todo el furor de las hostilidades por las parcialidades de Taboleu, Catirai, Puchanquí Puren i Lumaco, hasta la Imperial.

Aquí fué recibido con la alegría que demandaba la necesidad en que se hallaban. Levantaron los indios el sitio, no atreviéndose a entrar en funcion con él, i se retiraron. Desde allí aviso a las ciudades de Valdivia, Osorno i Villarica que luego irla a hacer levantar el asedio con que eran oprimidos, i que nada tardaria en arribar al puerto de la primera el coronel don Francisco de Ocampo con 200 hombres, que enviaba el virrei para sostenerlos.

La Imperial estaba sin víveres, i no podia dejarla en peligro de ser rendida por hambre, i para que quedase abastecida, le fué indispensable demorarse en ella algunos dias. Esta demora i la esperanza de socorro que prometió el virrei, impidieron la promesa del Gobernador, i se perdieron aquellos tres establecimientos. Mandó este jefe tres partidas de tropa para que, por diversas partes de los pagos de la Imperial, buscasen víveres para su abasto, i se hallaron pocos, porque los indios tenían talado todo aquel país. Durante esta operacion, se tuvo noticia de que Paillamacu, aprovechando la ausencia del Gobernador, desvastaba la provincia de Chillan con un cuerpo de dos mil hombres, i tenia en apretado asedio la ciudad de San Bartolomé de Gamboa. Esta operacion de la animosidad do Paillamacu, le hizo suspender aquella idea i volvió en demanda del arrogante araucano.

Repasó el Bio-bio en su confluencia con el reo Vergara, para encontrar a Paillamacu si abandonaba la empresa por la noticia de su regreso i le salió bien su pensamiento. Se dió Paillamacu por satisfecho del trabajo de su espedicion con el cuantioso botin que recojió, i no quiso aventurarle. Levanto el sitio i resolvió volver a su pais; pero se encontró con el Gobernador en las islas de Toboi, conocidas hoi por el nombre de Pavon, situadas al oriente de Yumbel, a distancia de 6 leguas de la plaza de este nombre.

Nada le acomodó a Paillamacu este encuentro inesperado, casual i repentino; mas no por eso se escusó de pelear. El Gobernador sin detenerse, le embistió sobre la marcha, para no darle lugar a elejir terreno i formacion. Los araucanos resistieron el ataque con demasiado valor, i mantuvieron la batalla todo lo que duro el día. La oscuridad de la noche presento ocasion a Paillamacu de retirarse con reputacion i sin ser derrotado, i talvez prisionero o muerto, i en la misma noche repasó el reo Laja, i con acelerada marcha, llego al Bio-Bio, en cuyo tránsito perecieron no pocos; pero tampoco fué corto el número de los españoles que murieron en la batalla.

Recupero el Gobernador toda la presa que llevaba Paillamacu, i regresó a la ciudad de la Concepcion. Allí tuvo noticia de que los araucanos con cuatro mil hombres, estrechaban el asedio de la de Arauco, i resolvió su despoblacion. Envió a don Pedro Paez de Castillejo con 320 españoles a esta espedicion. Atravesó el Biobio cerca de su embocadura en el mar. No tuvo oposicion en su tránsito, ni en la marcha; llego al valle de Chivilingo, i en una noche se repuso sobre el río Carampangue, i antes que amaneciese, forzando las trincheras de los enemigos i dándoles un golpe de mano, entro en la ciudad. Les hizo varias surtidas para divertirlos i alejarlos, i cuando estuvo en disposicion de marchar, salió de aquella ciudad, dejando victoriosos a los araucanos con su despoblacion. Yo estoi persuadido que estas resoluciones ventajosas para los indios, i de irreparable perjuicio para el estado, no tuvieron otro principio que la falta de víveres. Estaban todos los campos del obispado de la Imperial talados, es verdad, pero no debemos suponer incultos los de Santiago. Ello es que capitanes esperimentados fueron los que tuvieron esta conducta, i en reverente obsequio de sus talentos militares, creo mediaron otros motivos que les hicieron perder terreno con desdoro de las armas españolas. Hagámosles este obsequioso honor, aunque yo he sido testigo ocular de iguales operaciones en militares de crédito, que tuvieron por orijen sus fines particulares con grave perjuicio del público, del estado, i del real erario. Salió, como dijimos, el capitan Paez, i fué seguido de los araucanos, por ver si en algun descuido lograban una buen á suerte. pero repasó Paez el Biobio i entro felizmente en la Concepcion.