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Crónicas
Segunda parte de la "Descripcion historico-jeográfica del Reino de Chile"
Capítulo XXIII. Fisonomía, caracter, vestido, habitaciones, alimentos i relijion de los indios de Chile.

Fisonomia.-Son estos hombres de la ínfima estatura comun de los europeos, mui robustos, nerviosos i firmes de brazos i piernas, como que son criados sin regalo, bien alimentados, i expuestos a la interperie desde que nacen. Tienen las cabezas mui pobladas de cabellos largos, negros i gruesos. Cara redonda, frente pequeña, nariz roma, poca barba, pies i manos pequeñas, i color de cobre, inclinándose al blanco, i por eso mezclándose con español, a la tercera jeneracion blanquean perfectamente. La mayor parte de los individuos de las parcialidades de Boroa i Doquell son blancos i rubios, i los serranos, por lo comun de la mayor estatura regular europea, i mucho mas robustos i feroces, aunque todos convienen con los demas en la fisonomía.

Carácter.-Son arrogantes i soberbios, ajiles i atrevidos, cautelosos. suspicaces, e inconstantes, i por eso jamás se halló en ellos fidelidad, La verdad les es tan desconocida como el honor. Vengativos, hijos del interes i desgraciados en sumo grado, cuanto mas se les beneficia tanto mas se engrien, manifestándose altivos en vez de rendir las gracias de agradecidos, atribuyendo el beneficio recibido, no a efecto de liberalidad, sino del temor que convienen se les tiene. Groseros, ignorantes i de viles inclinaciones, nada apetecen, ni procuran, que no sea perteneciente al cuerpo, siéndoles totalmente desconocido lo invisible i espiritual. Emplean las potencias i toda su alma, en objetos frívolos o nocivos. Su barbarie casi toca en irracionalidad i se roza, mucho con la ferocidad de las bestias, a quienes exceden en la brutalidad de costumbres, pues sin consideracion a la lei natural, no tienen otra que la que les dicta el mas desordenado apetito, i la violan sin pudor ni remordimiento. No les pasa por la imajinacion la excelencia de la naturaleza del hombre. No saben su orijen, ni ménos lo sublime de su destino. Su ignorancia es inseparable compañera de tal malicia, que los pone en mayor estupidez con cierta apariencia de insensatez i de inadvertencia. Casi viven como brutos, i fallecen del mismo modo, sin que les cause la menor alteracion la vecindad de la muerte, ni el tránsito a la eternidad, sin embargo de estar persuadidos de la inmortalidad del alma.

Vestido.-El vestido de estas jentes es mui sencillo: está reducido a pocas piezas, que son juboncillo, calzon corto, a manera de los calzoncillos de lienzo que se usan en España, i en lugar de capa un poncho, que es una manta cuadrilonga abierta en el medio de modo que quepa la cabeza i quede colgada de los hombros por detras i por delante, todas de lana i de color azul oscuro. Les habitadores de los Andes en lugar de calzon usan una manta doblada a. lo largo, i ceñida a la cintura de modo que les llegue a la pantorrilla. Las mujeres visten dos mantas del mismo material i color. La una sirve de camisa, enaguas, justillo, juboncillo, periquillo, corsé, zagalejo i basquiña, i es una especie de túnica, que baja desde los hombros, donde la prenden con dos alfileres de madera, hasta el empeine del pié, i dejando descubiertos los brazos, la ciñen por la cintura con una cinta de lana de variedad de colores i bordada. La otra que les sirve de pañuelo, mantilla i cabriolé, la visten a manera de capa, i la llaman iquilla, bajando desde los hombros hasta las corvas, prendida hácia el pecho con una aguja de fierro puesta en una rodela de plata, a la que le dan el nombre de tupú. Se adornan con pendientes de plata, anillos de lo mismo, de cobre i de laton, llevan ahogadores de llancas que son esmeraldas falsas i una infinidad de cuentas de vidrios. De todo el cabello hacen dos trenzas, i envueltas en cintas de lana bordadas, las colocan en la cabeza a manera de diadema, i del mismo modo lo llevan los hombres. Los serranos, sin embargo de su fiereza i bravura, usan pendientes i otros adornos mujeriles, i tanto los hombres como las mujeres, se adornan con pinturas encarnadas de figura triangular, que se ponen en las mejillas i barba, tirando por todo el rostro tres líneas negras desde los párpados i labio superior. Parecen demonios, i es el mas precioso adorno dé que usan.

Casas.-Sus casas, que son de mayor ó menor estension segun el número de las familias, carecen no solo de los adornos superfluos, sino también de los muebles indispensables para la mas moderada comodidad: Ponen la cama en el suelo, i no hai mas colchon que un par de zaleás, ni mas sábanas que una manta, sirviendo de almohada un tronco de madera.

Viandas.--Las viandas de que se alimentan no llevan condimento alguno, que las especias i salsas le son desconocidas, i acaso Contribuirá mucho este método a la dilatada vida que jeneralmente gozan.- Comen la carne no bien asada, ni bien cocida, de modo que declinando en alguno de los estremos, se acerque mas a cruda que a cocida, i no lleva mas condimento que sal i pimiento. Del mismo modo comen las menestras i versas, i de éstas los nabos les son mas agradables i a su raiz le llaman cogollo, i gesou a la hoja. Les agrada mucho, el pan, pero no careciendo de trigo, sabiendo reducirle a harina i usando de cierta especie de hornillos para asar manzanas, no se dedican a hacerle con levadura, i en las pocas ocasiones que le hacen, es sin fermento i le cuecen enterrándole en ceniza caliente. El modo comun de suplir su falta es con papas asadas o cocidas, de que tienen cerca de 30 especies. De la misma manera que quieren aderezan la carne o aliñan. I como a la comida es consiguiente la bebida, componen ésta de varias frutas i de algunas menestras, i son tan apasionados a ella, que uno de sus vicios característicos es la embriaguez. A cualquiera de estas bebidas dan el nombre de pulco.

Relijion.-A ningun númen rinden adoracion; ignoran el Supremo Ser, i aquellos vocablos: Butángen, Vilvembre, Vilpepilvo, Moligelu, Aunolu, gran ser, creador de todo, omnipotente, eterno, infinito, que se hallan en su idioma, son combinaciones inventadas por los misioneros para hacerles comprender los atributos divinos, i hacerles entrar por los principios de nuestra relijion. Temen al demonio, no porqué le atribuyan divinidad, sino por el daño que conciben les puede hacer, bajo la forma de Epunamun, Ibonche, Huecubu i Alhue. A éstos atribuyen todos los anales, i al Meulen todos los bienes; pero preguntados por la esencia i propiedades de éstos entes o seres, no saben explicarse; son rudos intérpretes de su errada teolojía.

No se les puede hacer entrar por la inmortalidad del cuerpo, segun i como enseña nuestra creencia, aunque se persuaden de la del alma. Se acercan mucho a la trasmigracion, como si en algun tiempo hubieran tenido maestros pitagóricos. Por este principio creen que, muriendo, no se acaban, sino que pasan a otra rejion situada a la otra parte del mar. I persuadidos de este viaje, se entierran los varones con armas, vestidos, caballo, alhajas i víveres para viático de su jornada, i las mujeres con ruecas, usos i otras alhajas propias del sexo. Este rasgo de viciada teolojía lo mezclan con un ridículo error. Están persuadídos que la entrada en aquella rejion se hace por un angosto paso, en donde reside una desapiada vieja que cobra la entrada o portazgo, i si el viajero no lleva el precio establecido o su canivalente, con nada ménos sé contenta aquella mala hembra que con un ojo.

No obstante la indiferencia con sus deidades i la total carencia de culto, son ridículamente supersticiosos. De todo lo rasan agüero; si suena la lumbre, si se acerca a su casa algun remolino o p ara sobre ella al, un pájaro; si les zumban los oidos, si se les cae el bocdo al llevarlo a la boca, si sueñan, si canta alguna lechuza, si palpitan las entrañas de algun animal que degüellan, se sobresaltan i se sobrecojen de un pueril vergonzoso temor.

Si se infestan las mieses de gusanos, lo atribuyen al Huecubu i a ceden ala supersticion. Forman una enramadadegrande estension, i en ella ponen el circo colocando un ramo de boygne, i sobre él un anciano. Al pié del ramo queman mucho tabaco, i por espacio de 24 horas seguidas bailan al rededor hombres i mujeres alterrandose las parejas. Concluido el tiempo conducem un gusano en una piel de cordero, i colocado debajo del boygne, le dan veneno. Al punto que muere el insecto, se postran los danzantes en el suelo aparentando cierta especie de éxtasis, i se acerca la jente moza a manosear i usan torpemente de las mujeres, que se dejan estar como estatuas sin movimiento alguno. Pasado un largo rato comienza la comida i bebida Hasta embriagarse, i apuran la grande cantidad de pulcu que prepararon para la funcion.

Lo mismo acontece en las enfermedades que jamas se las ocasiona el vicio de los humores, siempre suponen ser causadas por el Huecubu, introducido por algun hechicero a solicitud de algun individuo de su nacion, i para su curacion ocurren a sus machis, que son agoreros de profesion. Para que uno de estos haga la curacion colocan la cama del enfermo en un ángulo de la casa, en otro un carnero negro atado de pies i manos, i en medio una mesa con muchos candiles luciendo. En el patio ponen un ramo de boygne, i cuelgan en él un tamboril; preparado esto se juntan los de la parcialidad i con ramos de boygne en las manos, foman una procesion circular al rededor del patio, cantando las mujeres canciones lúgubres al són de tamboriles. Dadas algunas vueltas, entran las mujeres a la casa cantando, precedidas del agorero, i luego todos los hombres que caben. Toma este un incensario de cuerno, enciende tabaco, i con él inciensa el boygne i la cama del doliente. Durante la incensacion todos los circunstantes, ménos la lúgubre música, se sientan en el suelo formando círculo i guardando silencio con las cabezas bajas i los semblantes tristes. Tres veces inciensa el boygne, carnero i cama. Concluida la trina incensacion, pausa la música i vuelve a la cama., descubre el pecho i vientre del enfermo, toca las partes descubiertas i las sahurna con humo de tabaco i las cubre. Canta la música otra cancion mas triste que la primera, i el agorero pone el carnero sobre la mesa, toma el cuchillo, lo abre por medio i saca el corazon palpitando i le pone en el centro del boygne, en una escarpia, que de el mismo se prepara para este fin. Tres veces inciensa el corazon i otras tantas chupa la sangre que tiene. Hecha esta operacion, inciensa la casa i chupa fuertemente el pecho, el vientre i la parte infecta del paciente, i la inciensa.. De allí vuelve al boygne, inciensa el corazon del carrero i con la música da tres vueltas al rededor, tañendo el tamboril que estaba preparado.

Luego que suena el tamboril del agorero, sale del boygne una densa nube de humo, cae en tierra, privado de los sentidos i da su cuerpo espantosas voltetas hácia, arriba. El tamboril da por si solo los mismos saltos que el cuerpo del agorero. Pasado un rato cesa la música i empieza a sosegar el cuerpo del agorero, que queda en figura espantosa, i aun al siguiente dia causa horror el mirarle. Vuelto a su primer estado, toma el tamboril i le coloca en el boygne, i las mujeres cantan las mismas canciones. Durante la música inciensa el boygne i oculta el corazon riel carnero i la escarpia en que estuvo colgado, para persuadir que le comió el Pillan, que es el demonio. Con esto se deshase la diabólica funcion i el agorero se acuesta a dormir. Por la mañana al tiempo de almorzar, dice a los interesados, si duran o nó el enfermo, la calidad del veneno con que finje le hicieron la operacion que le ha hecho el tósigo, í levanta el testimonio a quien le dá gana, i este infiel inocente sufre, cuando mas descuidado está, el peso de las resultas de todo este embuste supersticioso, en una sorpresa (ellos llaman maloca) que aquellos le disponen, acompañados de sus parientes i amigos. Esta es la grande medicina de aquellos nacionales.

Viajando a ver el territorio de la arruinada ciudad Villarica i el volean de Allipen, inmediato a ella, estuve en la parcialidad de Doguell, i el cacique Manguelipe, deseoso de hacer estrecha amistad conmigo, se interesó en que le bautizase una hija recien nacida, condecendí a su instancia, porque la criatura estaba cercana a la muerte, i efectivamente fálleció seis dias despees. Una de sus mujeres, i era la madre de la criatura que bauticé, de tiempo anterior estaba enferma de los ojos, adolecia de una grave fluccion. Para su curacion habia llamado al agorero de mas nombre, i dió la casualidad de llegar el mismo dia que yo, i aquella noche hizo la operacion de su diabólica medicina, que el compadre me facilitó presenciar desde a fuera de la casa por un portillo que tenia, i acompañado de Ignacio Fontecilla, natural i vecino de la ciudad i plaza de Valdivia, observé las ridículas i supersticiosas ceremonias que hemos referido. Pagado el machi por el trabajo de sus diabluras, marchó a su parcialidad, i yo me interesé para que se me permitiese ver a la comadre. Conocí su enfermedad, la persuadí se bañase las piernas con cocimiento de hojas de laurel, i que suavemente lavase los párpados con agua de alumbre, que hice a su presencia en una cascara de huevo para que aprendiese a hacerla. Continuó ese simple remedio, i pasados cuatro meses, la  i sana en la parcialidad de la Mariquina, donde me dió las gracias de su curacion, que me sirvió de márjen para hacerlas comprender su error, pero nada mas alcancé que la satisfaccion de haber imitado al Bautista en aquello de predicar en desierto.

Sus bautizos los hacen solemnes, preparan una enramada, avisan a los parientes i amigos i verificado el concurso, la madre presenta en él al niño. Su padre, colocado en el centro de los convidados, le toma en brazos, hace relacíon i memoria de sus ascendientes i luego termina diciendo el nombre, que si es el primojénito lleva el del abuelo, i si no lo es le pone otro, i como siempre va compuesto de dos, como Milla Vilu, culebra de oro, el una dice ser de la raza de la familia, v. g. la de los Viles, i asi a otro le culebra negra. Puesto el nombre que le corresponde lo exhorta a que sea un valiente como sus abuelos, i concluida la elocuente oracion, comienzan a comer i beber i dura dos o tres dias la celebracion. Tambien he presenciado esta funcionen la parcialidad de Pitubquen, en casa del cacique Payllaquin.

En sus territorios son tambien supersticiosos i ridículos; mantienen el cadáver dentro de la casa todo el tiempo que tardan en preparar las bebidas para los que concurran al funeral, a que dan el nombre de curicahuin: convite negro. Hechas las provisiones i juntos los convidados, que son todos los de la parcialidad, i muchos de los circunvecinos, lloran sobre el difunto 24 horas, entre los bríndis. Llegada, la hora de la procesion, toma cada uno un ramo de boygne, que es su árbol sagrado, i sale de la casa el acompañamiento, llorando las mujeres, i los hombres encorvados hacia el suelo con los semblantes tristes, precedidos de dos jóvenes a caballo, que corriendo, se dirijen al as llama a sus cementerios. Los parientes del difunto van llorando i se alternan para llevar el féretro, i cuando se relevan, hace alto toda la comitiva, i las mujeres esfuerzan el llanto. Asi llegan al eltún, donde está prevenida una gran casa cuadrada, hecha de tablas gruesas qué llaman piguai, i colocado en ella el cadáver, ponen su equipaje de montar si es hombre, i la rueca i otros instrumentos mujeriles, si es mujer; mucha carne, harina i jarras de pulcu i las cierran tambien con tablas; Bien cubierto el pilguai, le echan tierra hasta que se levante tres o cuatro varas sobré la superficie. Al tiempo de cubrirle se alternan las mujeres a llorar, i el coro que calla, bebe, mientras llora el de turno. Si el cadáver es de hombre; degüellan un caballo de los que tuvo el difunto, le quitan la piel i la ponen sobre el eltún en un caballete de madera I arriman a él la lanza de que usaba en la guerra. Hecho esto   se retiran a la casa i prosiguen comiendo i bebiendo tres o cuatro dias.

Al año síguiente, se hace el cabo de año, exhuman el cadáver i lloran otras 24 horas al rededor del pilguai, i un anciano elocuente dice las alabanzas del difunto. Hace memoria de sus posibles, si los tuvo, trae el número de sus mujeres, sus brillantes acciones de guerra, sus descendecias de capitanes valerosos, sus principales viajes i hasta sus mas triviales operaciones. Concluida, la oracion, sepultan el cadáver en la forma que dijimos, vuelven a la casa de los dolientes i se repite el curicahuin otros tres o cuatro dias.