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Crónicas
Segunda parte de la "Descripcion historico-jeográfica del Reino de Chile"
Capítulo XXXIV. Descripcion del Butal-Mapu sub-andino denominado Ina-Pire-Mapu, i noticia de las poblaciones españolas que hubo en el distrito.

El butal-mapu denominado ina-pire-mapu, es decir, país inmediato a la sierra nevada, se extiende de norte a sur entre los ríos Bio-Bio i Tolten, i de este a oeste entre los Andes i la línea imaginaria que lo divide del lelbun-mapu. Es comprehension de diez parcialidades principales, que son: Bureu, Colhue, Mulchen, Malleco, Regaico, Chacaico, Quechereguas, Llamuco, Tub-tub i Maquegua, i todas, con sus dependencias, tienen una poblacion que se acerca a 28,000 habitantes.

En la de Colhue fue fundada por don García Hurtado de Mendoza, marques de Cañete, la, ciudad de los Infantes, trasladando a ella la de los Confines de Encol. Su planta es tan bella, que no puede proporcionarse otra mejor, ni aun fingiría una fecunda idea. Estuvo situada sobre una colina baja, que domina un espacioso valle por donde corre el río Tolpan, que lo fertiliza. En esta llanura i en la de Encol se conservan todavía muchos frutales i viñas. De éstas, que hoy son parrones, se hacia excelente vino i se transportaba a la ciudad de Buenos Aires. Esta situacion tiene tal proporcion para la conservacion de un establecimiento, que de toda la frontera pudiera ser fácilmente sostenida; dista seis leguas de las plazas de Nacimiento i San Carlos, i tres del vado de Biobio en Negrete. Su parroquia fue dedicada a San Andrés, en obsequio del excelentísimo señor don Andrés Hurtado de Mendoza, padre del fundador; i la religión seráfica tuvo en ella un convento dedicado a Nuestra Señora de los Anjeles, i fue el octavo que tuvo en aquel reino.

Los jesuitas tuvieron en este butal-mapu las misiones de Colhué, Mulchen, Marbeu, Chacaico i Maquehua.

En los montes de los Andes que corresponden a este butal-mapu, están los cerros de Callaquí, entre los ríos Queco i Bio-Bio, que no tienen 23 otros árboles que pinos chilenos, i de ellos se sacaron en 1782, los que se necesitaron para reposicion de la arboladura de la escuadra de bajeles guardacostas del mar del Sur, cuya, comisión fui encargado de sostener, para que los pehuenclaes no sorprendiesen a los trabajadores. A la parte oriental de estos pinares, se eleva el monte de Huilligüeya, sobre el confíente de los ríos Pangurco i Bio-Bio, i en su cúspide tiene el cráter un volcar, que no vomita fuego,  pero despide huelo, i en ningun tiempo del afilo se ve despoblado de nieve.

En la falda occidental de este monte hai un manantial cuyas aguas son de color de perla, i puestas en un vaso, se ven en su circunferencia muchos pequeños glóbulos, o ampollas, congo si estuviera en accion de fermentar. Tiene cierta dulzura agradable aun a las bestias, pues la que alguna vez bebe de ella, siempre que no esté mui distante del paraje, la busca. Cuando estuve a ver la fuente, noté que los caballos del pehuenche Pichacalquin, que estaban en una pradera, distante una milla de ella, fueron al mediodía en busca de aquellas aguas, sin beber en tres arroyos que vadearon para llegar a ellas. Sale de unos lechos de ocle amarillo pardo, con algunas vetas de tierra azul. Son aquellas aguas de estraordinaria suavidad, i lavándose con ellas, se suaviza la otitis; cualidad que no pierde, sin embargo de que a las dos horas no le quede, dulce i se pone insípida.

En aquellos montes i en sus valles, vió roas de cien especies de yerbas medicinales, de que usan aquellos nacionales para curar las dolencias ordinarias, sin los costos i riesgos de las drogas de botica: que tan caro cuesta a la naturaleza i al bolsillo. Por cosa particular, referiré dos curaciones que hizo una india, en el tiempo que allí estuvo. La primera, fui, del indio Manquelig, que curó perfectamente en poco mas de dos fineses de una profunda i mortal herida que le hizo en el vientre otro indio llamado Curinamun. No hubo uso de tientas ni de otros instrumentos; no anduvieron las incisiones, ni los ungüentos, ni se le hizo otra operacion que, después de lavada la herida con agua del tiempo, aplicarle un lechino de una yerba mui parecida, a la romana, de cuyo nombre indico no me acuerdo. Con la misma curó al cacique Manqueleb de otra herida no pequeña, que le hizo en el estómago uno de sus mocetones, i se hallaba ya el cacique en la edad de 80 años.