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Crónicas
Segunda parte de la "Descripcion historico-jeográfica del Reino de Chile"
Capítulo XXXVI. Casas misionales que tiene el colejio de propaganda en este Butal-Mapu.

Los indios de este butal-mapu, aunque son dóciles, son ciegos imitadores de las costumbres supersticiosas de sus predecesores, pero no obstante, tuvieron los jesuitas en él dos casas de conversión, una en la ciudad i otra en Nagtolten, de donde salieron expulsados de los mismos indios el año 46 de nuestro siglo; i trancados los asuntos que dieron mérito a su expulsión con anuencia del gobierno, la trasladaron a la Mariqaina, dedicada al patriarca señor San José. Después de la expulsión de estos regulares, entraron al cargo del Colegio de Propaganda que tiene en Chile la religión seráfica, i el celo de sus religiosos estableció otras ocho por medio del coronel don Joaquín de Espinosa, siendo gobernador de aquel distrito.

1.ª La de Valdivia, que tiene la casa misional i su iglesia en la ciudad, cuyos feligreses son los indios que sirven a los españoles, i como viven en casa de éstos, profesan la religión católica, sin mezcla de supersticiones. Asciende su número al de 621, de todas edades i sexos. 2.ª La de San José de Mariquina, ubicada cinco leguas al NE. del castillo de Cruces, sobre la ribera septentrional del río de su nombre, donde tuvieron los españoles la plaza de armas, que se abandonó en 1655; cuyos feligreses no llegan a 600 i profesan la religión católica con mezcla de sus excesos supersticiosos.- 3.ª La de Nagtolten o Tolten bajo, quince leguas al norte del mismo castillo; ubicada sobre la ribera meridional del río Tolten, ménos de una milla distante de su embocadura en el mar Pacífico. Tiene cerca de 1,800 habitantes; pocos de ellos profesan la religión católica, mezclando supersticiones.

Antes de pasar a las demás conversiones, daremos noticia de este río i de las colonias situadas sobre sus riberas. Debe sus aguas a la laguna Malolabquen, que, sobre los 39 grados, tiene su ubicacion cinco leguas distante de los Andes, al setentrion del cerro Allipen, donde está el cráter del volcan de este nombre, conocido de los españoles por el de Villa-rica. Este profundo lago abundante de truchas, cauques i peladillas, se extiende mas de cinco leguas de norte a sur, i cerca de dos de este a oeste. A la parte septentrional, a tres millas de su ribera, tiene una pequeña isla, i sobre la del poniente tuvo su ubicacion la ciudad de Villa-rica; de modo que uno de sus lados tocaba en el lago, i otro en el río que de él se forma. He mirado su planta con tanto cuidado como sentimiento. Se conocen todavía sus ruinas, i algunas paredes que aun tienen la altura de 22 varas, dan idea de la extensión de su poblacion. El convento de San Francisco, que se conoce por una inscripcion que hacia una lápida, las tiene mas altas. Establecido en 1568 i dedicado a Nuestra Señora de las Nieves, fue el séptimo que esta religión tuvo en Chile. En los lacios del este i oeste, hai todavía, muchos frutales, i en los que miran al oriente i mediodía, se ven los vestigios de seis molinos de pan i dedos trapiches, en donde se daba beneficio a los minerales que se estarían de la cordillera, cuyo transporte era fácil, purgue en aquella parte tienen los Andes una obra que, por entre cerros, franquea camino de carruajes. Cuando yo de intento estuve a ver el lago, la ciudad i el volcara, interné por aquella sierra, cosa de 16 leguas, hasta la parcialidad de Rucachoroi, habitada de Muilliches, disputando por rodeos aquellos elevados montes, sin subir ni aun a la altura de una toessa, i me aseguraron los indios del paraje ser así todo el camino hasta salir a las pampas orientales, i que no caen nieves en él; no hai otro obstáculo que el rió Rucachoroi; pero es tan angosto, que yo lo pasé por un puente hecho de una sola viga, sin otro auxilio que el de un pasamano.

Es tradicion constante en Chile, que a 25 o 30 leguas al oriente de esta colonia, establecieron los conquistadores una rica minería, que se evidencia combinando esta memoria con las noticias de los viajeros de los Andes, adquiridas de sus habitantes, i de los vecinos españoles, que fueron cautivos en su desolacion i lograron ser rescatados. Testificaron éstos i afirman aquellos, que en los montes del centro de la cordillera, por la parte de Rucachoroi, hai ricas minas de oro, i que aun en la superficie se dejan ver; pudiendo ser mui bien que en los escombros haya hoy mucho metal. A sus habitantes he oído lo mismo, i manifestándose temerosos de andar en ellos, me hicieron la expresión da que a poco que andaban por allí se cansaban demasiado. Efecto, sin duda, del antimonio i demás minerales que acompañan a los metales.

Con estas noticias confronta la que adquirió don Justo Miguel de Heredia en uno de sus viajes a los Andes, por los años 58 de nuestro siglo. Se hallaba Heredia en amigable conversacion con un pehuenche, en cuya choza estaba alojado, i llegó otro de la misma nacion i entró en ella. Se habló de las espuelas de latón que llevaba nuestro viajero, i dijo el huésped pehuenche que en un monte inmediato a su país había copia de aquel metal. No bien lo escuchó Heredia cuando comenzó a examinarlo; i él a satisfacer con sencillez, pero el dueño de casa tomó la voz i procuró cortar el asunto. Mas el advertido Heredia, desentendiéndose con disimulo, le reprodujo que si había tanta abundancia de latón en aquellos montes, se podría conducir una carga, i contestó con su natural sencillez, que no, porque era pesado. Insistió Heredia i acortó la cantidad de la medida, proponiéndole la conduccion de un par de alforjas llenas, i repitió, que no se podía, porque pesaba mucho i se deslomaría la caballería. Cerciorado Heredia con estas sencillas contestaciones, de la existencia de una rica mina de oro, aparentó despreciar la conversacion para no desazonar al dueño de casa; i después movió otra incidencia para preguntarle cuánto distaba de allí a su casa i a qué viento, cuál era el monte del latón i a dónde correspondía; i por cómputo prudencial, infirió su situacion al paralelo de la Villa-rica. No pudo emprender su descubrimiento, porque a la sazón se comenzaba con ardor la guerra de algunas parcialidades de pehuenches i huilliches serranos; estrechados aquellos a replegarse hacia el norte, alejándose de aquel paraje, se continúa hasta hoy, auxiliados de las armas españolas de la frontera de aquel reino; i quedó interceptada la comunicacion con los habitantes inmediatos a los montes de la mina, que en 46 años hizo florecer la expresada ciudad.

En el mismo extremó del lago donde estuvo ubicada, tiene éste su desagüe; i se forma el río Tolten tan caudaloso en su origen como en su embocadura en el mar i en su ribera meridional están las parcialidades de Allipen, Tolten alto, Pitubquen (en ésta tuvieron los españoles el fuerte de San Martín), Doquell, Cugui, Pucullan, Quintoqué i Nagtolten, cuyos habitantes son de bello aspecto i de mansedumbre natural, pero todos tienen la infelicidad de ser gentiles, i por lo que se, experimenta, todos los bautizados en la infancia, desertan luego que llegan a la juventud. Volvamos a las conversiones.

4.ª La de Rarique, siete leguas al oriente de la de Valdivia, situada sobre la ribera meridional del rió Calle-Calle. Tiene cerca de 500 habitantes, i aunque en su distrito residen muchos españoles, con todo, no profesan la religión con pureza; hai todavía muchas reliquias del paganismo.-5.ª La de Quinchilca, 14 leguas al oriente de la de Rarique, situada sobre el río que da nombre a la parcialidad. Su terreno es llano i limpio; acuden bien las simientes de Europa i abunda en ganados caballar, vacuno i de lana. Sus habitantes no llegan a 600, i los que han entrado por el catolicismo, es con la perversa circunstancia que hemos referido. 6.ª La de Dallipulli, que tiene igual número de habitantes. - 7.ª La de Codigo; con cerca de 550. - 8.ª La de río Bueno, con igual número. Todas están situadas en los llanos i son iguales en abundancia, porque gozan las mismas proporciones que presentan las fértiles llanuras de río Bueno i sus inmediaciones; pero el catolicismo de estos nacionales es mui sospechoso i corre igualdad con el de todos los indios que entran por, el sagrado bautismo.  Desertan de la religión cuando ménos se imagina jamás se apartan de sus costumbres supersticiosas.-9.ª La de Niebla, sita en la costa de Quiñenamcu i ChanChan, seis leguas al norte del castillo de este nombre. Sus habitantes llegan a 300 i son los únicos indios de Chile que, apartados del trato frecuente de los españoles i distantes de nuestras poblaciones, profesan la religión católica sin mezcla de supersticiones.-10. La de Cayumapu, sobre la ribera del río Mariquina, dos leguas mas abajo del castillo de Cruces i cuatro de la misión de San José. Tiene cerca de 600 habitantes i todos saben el idioma castellano; pero no se apartan de sus ritos supersticiosos. Por lo comun son dóciles los habitantes de este butalmapu, i puede mui bien que el tiempo, el trato frecuente con los españoles i el infatigable celo de los padres conversares, les hagan olvidar sus diabólicas costumbres. Ello es que presentan mejores proporciones que los de los otros butal-mapus, para hacerles abrazar, en toda pureza, el catolicismo; mas nunca serian útiles al estado, a la sociedad i a la religión, si no se les hace entrar por el partido de admitir alguna forma de gobierno.

Al mediodía de la ciudad de Valdivia, entre ella i río Bueno, son montañas inaccesibles i tierras incógnitas para los españoles, de las que no tenemos mas noticia que la mui diminuta que nos dan unos pocos indios que viven sobre las riberas del río Chayhuin, cerca de la costa del mar, entre los cabos morro Gonzalo i punta de la Galera; quienes dicen ser vecinos de los indios tuncos, cuya parcialidad se extiende desde el río Chayhuin hasta la ribera meridional del río Bueno.