Excelentísimo Señor:
Aunque por mis anteriores comunicaciones participé a V.E. que esta plaza se había entregado al ejército de mi mando por capitulación, no habiendo sido ratificados los artículos propuestos para ella, resultó que el día 23 del corriente tomando todas aquellas medidas de precaución que debió sugerirme la frecuente experiencia de la mala fe de su Gobierno, me posesioné de todas sus fortalezas, parque, y demás útiles concernientes al fondo público.
Esta oportunidad ocasionada con la malicia o la debilidad del General enemigo en diferir hasta aquel acto nuestra ratificación respectiva sobre lo pactado, me proporcionó apoderarme de la ciudad a discreción, haciendo que las tropas que la guarnecían saliesen extramuros quedando depositadas en la casa de los Negros, y panadería de Pérez.
Sucesivamente determiné el arresto del General Vigodet con toda la oficialidad veterana que existía en ella, apoderándome juntamente de los buques que se hallaban en la bahía, y demás pertrechos navales.
Sin embargo, siguiendo invariablemente los principios de humanidad que me caracterizan y estimulado de la compasión que es capaz de excitar la calamidad a que han quedado reducidos estos infelices habitantes, he dispuesto que no sufran perjuicio alguno en sus propiedades, y que corriendo un velo sobre todos los acontecimientos que antes de ahora haya podido promover el fuego de la venganza, vuelvan al centro de sus relaciones, descansando tranquilamente en el seno de sus familias, después de los sacrificios que han consagrado en vano a su antiguo Gobierno. Yo espero, pues, que V.E. se dignará aprobar mi conducta esencialmente en el interés que tomo por la quietud y fortuna de este vecindario.
Dios guarde a V.E. muchos años.— Montevideo, junio 30 de 1814.— Excelentísimo señor Carlos de Alvear.— Excelentísimo Supremo Director del Estado.