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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Anexos
Documento Nš 12 - CDHI, XXIII, 67-77.

Exposición de la Junta de Guerra de Concepción sobre el cambio de la Junta Provincial y reconocimiento del gobierno de Santiago, Julio de 1812. Respuesta de la Junta de Santiago al oficio anterior. Comunicación del Obispo de Concepción. Respuesta del Gobierno.    

Los siempre fieles, generosos y cuerdos oficiales, los intrépidos soldados y noble vecindario de esta ciudad de Concepción, conociendo que la unión y perfecta tranquilidad de todo el reino, es no sólo conducente, sino absolutamente necesaria para su defensa, su conservación y sus aumentos, sufría impaciente la división que entre esta provincia y nuestra amada madre la capital, había introducido y fomentaba el espíritu revolucionario y egoísta de algunos individuos, que aunque no muchos en número, por sus intrigas y conexiones se habían erigido en tiranos de la patria, y árbitros de nuestra suerte. Si la prudencia más austera no hubiese dirigido nuestros pasos, mucho hace que hubiéramos despedazado las cadenas, sacudido el yugo y sacrificado cuatro víctimas; habríamos dado a V.E. claras pruebas de que nos anima una alma ardientemente enamorada de la tranquilidad universal; pero temíamos derramar una sola gota de sangre hermana, aunque fuese la menos digna de circular por venas nobles. Estos respetos, si retardaron los efectos del general entusiasmo, no fueron capaces de extinguirlo.

Así en la noche para nosotros gloriosa del 8 del presente julio, unidas con la mayor conformidad, y sin discrepancia de uno solo, las tropas de dragones, de artilleros y de infantes, bajo el mando de los señores don Juan Miguel de Benavente, Sargento Mayor del Cuerpo de Dragones, don Ramón Jiménez, Sargento Mayor del Batallón de Infantería, y don José Zapatero, Capitán del Real [Cuerpo] de Artillería, después de haber jurado oficiales y soldados inviolable obediencia a sus respectivos jefes, se presentaron a un mismo tiempo en la plaza mayor de esta ciudad, escudados más en su intrepidez y su generosidad que de sus armas, proclamando a una voz, que exigía el bien general, se disolviese en el instante la antigua Junta, cuya mala política amenazaba a la provincia y al reino los resultados más funestos; se erigiese en su lugar una Junta de Guerra, que provisionalmente tomase las riendas del gobierno, ínterin se daba parte a V.E. a fin de que su notoria generosidad se sirva aprobar o reformar, lo que nuestro procedimiento tenga digno de elogio o de censura.

A consecuencia de esta resolución se juntaron todos los oficiales de los mencionados cuerpos, y por su voto unánime fueron nombrados por miembros de la Junta de Guerra Provisional los señores don Pedro José Benavente, Presidente, don Juan Miguel Benavente, Vicepresidente, don Ramón Jiménez y Navia, y el Capitán de dragones don José María Artiga, Vocales; y Secretario, el Capitán de Infantería don Luis Garretón. Luego que fue reconocida y jurada la nueva Junta, se destacó por su orden competente número de guardia, para poner en arresto a los señores Brigadier don Juan Martínez de Rozas, Coronel don Luis de la Cruz, Capitán de Milicias de Caballería don Bernardo Vergara, Licenciado don Manuel Novoa, vocales que eran de la Junta ya disuelta; como igualmente al Comandante de Infantería don Francisco Calderón, por parcial declarado del sistema divisorio. Y este gobierno se interesa con la mayor eficacia porque los sujetos sobredichos sean mirados benignamente por V.E., y no experimenten pena ni vejamen que los mortifique o los deshonre.

El Cuerpo de Artillería ha pedido y proclamado por su comandante al Capitán don José Zapatero, el cual lo era por orden de ese gobierno y que había sido retirado por la antigua Junta Provisional, a pesar de su distinguido mérito.

El nuevo gobierno deseoso de dar desde luego pruebas de su amor a la justicia y al buen orden, ha declarado en esta fecha restituidos a su dignidad a los señores que obtenían varas concejiles, y que habían sido violentamente despojados de ellas y se ha nombrado por Asesor interino, hasta que V.E. determine, a don Juan Esteban Manzano.

Querer explicar el júbilo que manifiesta este pueblo por una revolución, que deseaba y concebía tan necesaria como útil, sería emprender un imposible. Los vivas, las aclamaciones, los plácemes recíprocos no cesan, ni cesarán por muchos días. Esta ciudad por orden del gobierno se iluminará tres noches consecutivas; se obsequiará a la tropa  como permite nuestra fuerza, y nada se omitirá para inspirar los más pacíficos y amigables sentimientos, así en los vecinos de esta ciudad, como en cada uno de los pueblos de nuestro mando. Nos lisonjeamos, que esa Junta Excelentísima, que esa noble capital y demás ciudades, villas y pagos del reino recibirán con tierno afecto la unión y a la más íntima fraternidad a estas leales tropas y a toda esta provincia, que se sujeta plenamente a ese superior gobierno, que protesta obedecer hasta la muerte, y que pide por todo premio de sus desvelos, afanes y peligros, se sirva V.E. aprobar sus justos procedimientos, comunicándonos las ordenes que su superior discernimiento juzgue conducentes para el bien general, y para la eterna conservación de la dulce paz y unión de ambas provincias que es el blanco de nuestros deseos y el único fin a que dirigimos nuestras obras; y por el cual estamos prontos a sacrificar nuestras vidas en las aras del honor.

Dios guarde a V.E. muchos años. Concepción de Chile 9 de julio de 1812.- Pedro José Benavente.- Juan Miguel Benavente.- Ramón de Jiménez y Navia.- José María Artiga.- Luis Garretón, Secretario de Guerra.

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Con el placer que vieron los liberticidas nuestras diferencias, ha celebrado esta capital los triunfos del patriotismo. Tal debe apellidarse el suceso del 8 que fijará para siempre la lealtad de Concepción. No podían los generosos habitantes del Estado de Arauco, poner una barrera a su libertad, cuyo eco resuena ya en todos los ángulos del Nuevo Mundo. O la libertad, o la muerte es el lema chileno: no es asegurable aquella sin unión, el que la quiebra jura nuestro exterminio, este es el alto crimen en que han incidido los perturbadores desgraciados de la tranquilidad interior, y por el que se rastrea fácilmente el mérito sublime de sus restauradores.

Transmítales V.S. a nombre de la patria, que representamos, los homenajes de la virtud: penétrelos íntimamente de las ideas consoladoras de su libertad, proscrita más ha de tres siglos; asegúreles por los manes de sus celosos progenitores los efectos liberales de la fraternidad más estrecha, y conozca el mundo todo las ideas que abriga el gobierno superior del reino de Chile. No sería consiguiente a sus mismos principios, si no aprobase a la faz del universo la generosa resolución que restableció en la memorable noche del 8, los sagrados lazos que esencialmente constituyen la fuerza respetable del Estado chileno; estréllense en ella los impotentes esfuerzos del despotismo expirante; lean los tiranos en nuestra unión inseparable el decreto de su desesperación y conozcan a su pesar nuestros enemigos interiores, que el glorioso sistema de la América del Sur dirige y resuelve el espíritu político de Chile en todas sus partes. Si han logrado distraer por un instante la obra grande de nuestra regeneración civil, tiemblen desde este momento los desnaturalizados: el gobierno jura en las aras de la patria que lo constituye a su frente reponer a toda costa el tiempo que le ha robado una disidencia desgraciada; a cuyo efecto declara Intendente interino de esa provincia al benemérito Coronel don Pedro José de Benavente, quien dando las gracias a la Junta de Guerra, supletoria de la depuesta de Gobierno, funcionará desde el recibo de ésta, el provincial de esa Intendencia.

No es nuestro ánimo suprimir las juntas, por el contrario, deben instalarse aún en los partidos del reino, pero han de ser el resultado de la voluntad general: cada pueblo ha de elegir libremente la representación respectiva a su población; y para lograrlo se procede a formar inmediatamente el censo general del reino, que realizará Concepción de su parte en 90 días perentorios, para fijar los sufragios de la provincia. De este punto ha de partir el sistema liberal de Chile; y entre tanto sólo está de parte de V.S. arrimar a todo trance el hombro a nuestra común seguridad.      Se aprueba justamente la restitución a sus varas de los regidores depuestos a condición de ser decididos para nuestra sagrada causa, que jurasen individualmente, como todo funcionario público. Entre tanto se declaran electivas como conviene a los altos fines de su erección y dignidad de los electos. La interposición de V.S. por los vocales, y comandante arrestados, previno justamente las intenciones del gobierno, que sólo quiere su desengaño: y para lograrlo hará V.S. que el Brigadier don Juan Martínez de Rozas pase inmediatamente a esta capital, bajo su palabra de honor, acompañado de un oficial, remitiendo a los demás con una escolta, que haga su seguridad individual, sin mengua de su carácter y destinos. En lo demás hará V. S. como Intendente de la Provincia, y con presencia de las cosas, cuanto exija la gran causa que sostenemos, la felicidad general y la seguridad común, dando los partes oportunos para acreditar a ese digno vecindario, generoso ejército, y hasta el último hombre que puebla tan deliciosos países, las pruebas más decididas de nuestra sincera fraternidad, inseparable unión y liberalidad inmutable de nuestro sistema. Dios guarde V.S. mucho años. Santiago y julio 19 de 1812. José Santiago Portales.- Pedro José Prado.- José Miguel Carrera.- Agustín de Vial, Secretario [1] .

Señor Presidente y vocales de la Junta de Guerra de Concepción.

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Aunque la ocurrencia de la noche anterior me tiene tan sobresaltado, que apenas acierto a formar unas cláusulas mal concertadas, no puede prescindir mi amor paternal de molestar la atención de V.E. para suplicarle tenga a bien condescender con los deseos de esta desgraciada provincia, que a nada más aspira que a la unión y fraternidad con esa de Santiago, de quien unas infelices complicadas circunstancias la tenían separada. No puedo persuadirme a que en los disgustos recíprocos, que han mediado hasta aquí, han influido siniestras intenciones de parte alguna; a todos he oído constantemente clamar por la paz y la unión; pero la maligna estrella de la discordia que por todo el mundo difunde su apestado influjo, no ha perdonado a este delicioso país y sus dignos habitantes para que equivocando sus verdaderos intereses, se tratasen como enemigos, los que la naturaleza hizo hermanos. V.E. ha sabido libertar a esa capital de las convulsiones que la agitaban y todas las noticias que de ella se nos comunican están llenas de bendiciones hacia el gobierno que le ha restituido su tranquilidad; difunda, pues, V.E. a esta provincia su espíritu de beneficencia; y si los ruegos de este desgraciado pastor, pueden merecerle alguna consideración, permítale le suplique, no sólo por los sujetos que han contribuido a esta crisis delicada sino también por los desgraciados que erraron sus principios y equivocaron sus ideas.

Perdone V.E. esta confianza, y esté seguro de las veras con que pido a Dios por su acierto y que le guarde y prospere muchos años. Concepción y julio 9 de 1812.- Excelentísimo Señor. Diego Antonio, Obispo de Concepción.

Señores de la Excelentísima Junta Gubernativa del Reino en la capital de Santiago de Chile.

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Puede V.S.I. serenar su espíritu en el concepto decidido, que no abrigará jamás este gobierno otras ideas que las liberales que ha proclamado: los prestigios más desgraciados pudieron aventurar nuestra común tranquilidad por una disidencia que si ha puesto a esa provincia a la raya de su ruina, constituyó al reino entero en un estado de convulsión, que abría las puertas a los descontentos desnaturalizados y liberticidas; repuesta felizmente la tranquilidad interior, sólo resonarán en adelante los dulces ecos de la libertad civil, fraternidad y unión. La capital ha presagiado felizmente los efectos preciosos de nuestra reconciliación política por las demostraciones más sensibles: cada hombre ha singularizado las efusiones del genio americano, y el gobierno asegura a V.S.I. que sólo quiere el convencimiento de los engañados; teme incidir en la debilidad, pero lo manda imperiosamente un sistema liberal, que aborrece la sangre, conoce el poder de las preocupaciones sobre el corazón de los mortales, y ve a cada ciudadano con todo el interés que inspira la dignidad del hombre libre.

Sírvase Vuestra Señoría Ilustrísima descansar en los votos más sagrados con que le aseguramos el alto aprecio de su interposición pastoral, y de su digna persona. Dios guarde a V.S.I. muchos años. Santiago y Julio 19 de 1812.- Ilustrísimo señor.- José Santiago Portales.- Pedro José Prado.- José Miguel Carrera.- Agustín Vial, Secretario [2] .

Ilustrísimo señor Obispo de la Concepción.

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[1]

Este documento también fue publicado en la Aurora de Chile, observándose algunas diferencias en la forma. Entre ellas, su fecha, apareciendo firmado en el periódico, con fecha 15 de julio.
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[2]

Esta versión del documento guarda algunas diferencias con la publicada en la Aurora de Chile, entre ellas la fecha, ya que en el periódico aparece datado el día 15.
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