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Capítulo III
San Felipe.

Protestas de los católicos de ambos sexos.- Felicitaciones de la Junta Ejecutiva de Santiago.-  Contestaciones.

PROTESTA DE LOS CATÓLICOS

Los vecinos de San Felipe que suscriben, profundamente indignados ante la perjura deslealtad de sus mandatarios, se adhieren sin reserva a las conclusiones de la grande asamblea celebrada en Santiago el 8 de julio último, y protestan con toda la energía de su derecho contra el ultraje inferido a su religión santa y fueros de ciudadanos, contra la tendencia despótica y anticatólica de los perjuros que han escalado el poder y contra las leyes y decretos vejatorios de su dignidad y creencias. Leyes y decretos dignos de sus autores, pero jamás de pueblos que han sabido ser católicos libres, destrozando las cadenas de la esclavitud.

¡Insensatos! no conocen ni a su Patria: la han creído envilecida, confundiendo la noble obediencia del ciudadano con la impotente y abyecta sumisión, y en su orgullo, se han soñado bastante fuertes para encadenarla como esclava, cuando sus hijos ostentan a la faz del mundo que son dignos de la honra y libertad que supieron darle sus gloriosos padres.

San Felipe, noviembre 4 de 1883.

José Santos Contreras, Benjamín de Parrasia, Manuel C. Mardones, Manuel Gilisasti, Lorenzo Beytía, Máximo Calvo, José Vicente Duarte, J. Miguel Foncea, Martín Videla, Pedro Chinchón José Francisco Canto, Mateo Contreras, Ignacio Ramírez Reyes, Juan de Dios Vicencio, Juan de D. Béjares, D. Contreras, Marcial Galdámes Ramón González, Ramón Silva, Juan Montenegro R., Arturo Aguirre, José Luis Montenegro, Bernardo Sepúlveda, Manuel D. San, José Silva, Francisco Carrasco, Juan Valdivieso, Manuel S. Caldera, Juan Silva, Federico 2° Oyaneder, Domingo Olivares.

(Siguen más de mil cuatrocientas firmas de distintas personas respetables publicadas en El Independiente de 30 de noviembre y siguientes).

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COMISIÓN DE LA ASAMBLEA POPULAR DEL 8 DE JULIO DE 1883.

Santiago, 2 de noviembre de1883.

En medio del desaliento que ha podido infundir en el ánimo de algunos la persecución religiosa que se desencadena, San Felipe ha sabido mantener en alto sus fueros de pueblo católico y libre; para orgullo del país, todas sus clases sociales, todos los hombres de bien que aman de corazón la libertad del ciudadano y la fe de nuestros mayores, han protestado con energía de la tendencia desquiciadora implantada por la actual administración como sistema de gobierno.

Ese hecho nos llena de satisfacción y trae espontáneamente a nuestros labios la expresión del más noble de los sentimientos; la gratitud fraternal para los que quieren compartir con nosotros la áspera tarea de luchar contra el abuso, contra la ceguera y contra la embriaguez de despotismo que reina en las alturas.

Nos es muy grato solicitar de ustedes se hagan eco ante los católicos de San Felipe, de este agradecimiento sincero de los católicos de Santiago, y rogarles acepten las consideraciones de distinguido respeto de sus afectísimos servidores. Matías Ovalle.- Miguel Cruchaga.- Carlos Walker Martínez.- Antonio Subercaseaux.- Carlos Irarrázaval.- Ramón Ricardo Rozas.- A los señores José Santos Contreras, Benjamín de Parrasia y demás firmantes de la protesta de 4 de noviembre hecha por los católicos de San Felipe.

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PROTESTA DE LAS SEÑORAS DE SAN FELIPE

El Creador por sus leyes naturales divinas ha constituido a la mujer, regenerada por el cristianismo, en el primer guardián de la pureza del hogar y moralidad de la familia, y por esto es que, cumpliendo con esa misión augusta, tenemos el imperioso deber de protestar muy alto contra esa ley impía de matrimonio civil, que no reconoce como legal ni da valor alguno al sacramento del matrimonio católico, ni reconoce legalmente constituida la familia, sino en la forma que rechaza nuestra conciencia y condena la moral católica. Este es el más irritante despotismo, el ultraje más grosero a la moral cristiana y el propósito más inicuo de corromper en su origen la santidad y pureza de las familias.

Como católicas tenemos también el derecho de ser respetadas en nuestras creencias y libertad del ejercicio práctico de nuestra religión, garantido por el Código Penal y la Constitución del Estado, y protestamos con toda la energía de nuestra alma contra la ley inconstitucional de cementerio laico obligatorio y los despóticos decretos de arbitrario despojo de nuestros cementerios parroquiales, y la grosera violencia de la fuerza bruta con que se nos arranca los cadáveres de nuestros deudos para ser conducidos entre policiales al cementerio profano.

Si nuestra voz es débil y despreciable ante el hinchado desdén de los que mandan, será fuerte y robusta ante Dios y ante los hombres sensatos, y habremos, sobretodo, cumplido con nuestro deber de madres, esposas e hijas, que han bebido el puro néctar de la moral y doctrina de Cristo.

San Felipe, octubre 19 de 1883.

(Siguen más de mil doscientas firmas de señoras que aparecieron en El Estandarte Católico de 1º de noviembre y siguientes, y en El Censor de San Felipe).

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COMISIÓN DE LA ASAMBLEA POPULAR DE 8 DE JULIO DE 1883.

Santiago, 30 de octubre de 1883.

Distinguidas señoras:

La protesta que contra las leyes de cementerios laicos y de matrimonio civil han firmado ustedes con fecha 19 del actual, es un nuevo título de la heroica ciudad de San Felipe, a la consideración y al respeto que el país le ha consagrado por la virtud de sus hijos y por la energía que han desplegado en toda ocasión en que se han puesto en tela de juicio los intereses vitales de la patria.

Hoy están comprometidos los principios fundamentales de la constitución cristiana de la familia, base de las sociedades, y por eso la mujer chilena que exhibe --para honra del país-- en el hogar, en la sociedad, en todos sus actos, un tesoro de fe cristiana, se siente herida en la dignidad a que la elevara el cristianismo y protesta de que en premio de sus nobilísimas prendas se mancille el lustre de su nombre, que es el brillo de su religiosidad.

No obstante, la elocuencia de vuestra protesta, respetables señoras, hará detenerse a los que se empeñan en la ingrata tarea de herir vuestro corazón en lo más íntimo y, Dios mediante, la obra de reparación no ha de tardar mucho.

Mientras esa hora feliz llega, aceptad nuestras felicitaciones muy sinceras y permitidnos ofrecernos vuestros SS. SS. Matías Ovalle.- Miguel Cruchaga.- Carlos Walker Martínez.- Antonio Subercaseaux.- Carlos Irarrázaval.- Ramón Ricardo Rozas. A las señoras doña Mariana Mesina, doña Josefa Henríquez de Uribe y demás que firman la protesta de las señoras católicas de San Felipe.

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San Felipe, noviembre 9 de 1883.

Señores:

Creemos interpretar fielmente los sentimientos de las señoras de este departamento que firmaron la protesta del 19 del pasado, manifestando a Uds. en nombre de ellas y en el nuestro, cuán grata nos ha sido su honrosa felicitación.

No habríamos sido dignas del gran título de hijas de Cristo si hubiéramos ahogado en nuestro pecho el grito de reprobación por las leyes y decretos injuriosos a nuestra religión y a los respetos debidos a nuestras creencias y moral católica.

Aprovechamos esta oportunidad para felicitar por nuestra parte a esa Junta Ejecutiva por sus nobles esfuerzos en pro de la causa de Dios y de la más hermosa libertad.

Somos de Uds. SS. AA. SS. Mariana Mesina.- Josefa H. de Uribe. A los señores Ramón R. Rozas y demás miembros de la Junta Ejecutiva de Santiago. (El Censor de 11 de Noviembre).

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