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Capítulo III
Chillán.

Protesta de los católicos de ambos sexos.- Felicitaciones.

PROTESTA

Señores de la Comisión Popular de Santiago nombrados en la Grande Asamblea del 8 de julio de 1883.

Chillán, 29 de agosto de 1883.

Ante la sistemática y porfiada insistencia con que se pretende desoír la voz de los ciudadanos católicos del país que reclaman el amparo de la Constitución, reclamando a lo menos la libertad para las conciencias, cúmplenos hoy oponer, con la noble entereza de nuestras profundas convicciones, la tranquila y severa expresión de lo que exigen nuestro credo religioso y nuestros principios republicanos.

Cuando se nos ha arrebatado nuestras tumbas y condenado a dormir el sueño de la muerte sin las bendiciones de nuestra augusta religión; cuando se acaba de desconocer a un pueblo hermano, el católico y viril pueblo de Valparaíso, hasta el derecho de pedir la gracia, concedida a los extranjeros, de erigir un cementerio; cuando minando a la sociedad en su base, que es el hogar, quiere arrancarse al matrimonio de nuestras hijas su santidad condenándoseles a las volubilidades caprichosas de un contrato, que ni es tal: una idea salvadora surge en el fondo de nuestras almas, ideas de orden, de paz y de regeneración social: la unión de todos los católicos chilenos a la sombra de nuestra única bandera, la de nuestra santa fe. Esa unión nos salvará y salvará al país siempre grande y magnánimo hasta en soportar pacífico, aunque no resignado, las opresiones del momento. Esa unión la queremos, la aceptamos con toda el alma, como hombres de fe católica y de libertad republicana.

Son éstos nuestros principios, honorables señores, éstas nuestras esperanzas para el porvenir feliz de la patria, y al expresároslos dignaos a la vez dar nuestros más calurosos aplausos y un fraternal abrazo al noble e impertérrito «defensor de la paz, de la paz de las conciencias, de la paz del hogar, de los sepulcros» al grande e ilustre General don Erasmo Escala.

Somos vuestros compañeros y compatriotas: Excequiel Valenzuela Castillo; Pedro Alejandro del Valle; Miguel Poblete; Nicolás Sepúlveda; Pedro Nolasco Valenzuela; Juan Almarza; J. Candelario Sandoval; Ricardo Soto Zaldívar; Rafael Dueñas Guzmán; David del Fierro; Pacífico Rodríguez; Francisco J. Acuña; F. Aníbal Ravest; Juan de Dios Venegas; Juan Sepúlveda C; J. Flumer del Valle; Ricardo Carrera; Arturo Ayala; Fortunato Ruiz; Juan Blas Poblete; Ismael Poblete; José Froilan del Valle; Pedro del Valle; Manuel J. Carrasco; Modesto Bustos; José Antonio Sandoval; Daniel Ibarrondo; Enrique de la Cruz; José Santos Rivas; Lucas Sandoval; Pablo Vallejo.

(Siguen más de trescientas firmas publicadas en El Estandarte Católico de los días 5 de septiembre y siguientes)

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COMISIÓN DE LA ASAMBLEA POPULAR DEL 8 DE JULIO DE 1883

Santiago, 4 de septiembre de 1883.

En las horas amargas por las que está pasando en Chile la Iglesia Católica que meció a la patria en su cuna de libertad y la ha acompañado en la brillante carrera de sus adelantos, levanta el ánimo y fortifica la esperanza la actitud que en todas partes están asumiendo los verdaderos creyentes y los verdaderos hombres de libertad.

Valparaíso, Talca, La Ligua, Casablanca, Vichuquén, Curicó, Linares, Los Andes, San Felipe, se han apresurado a adherirse a la actitud de Santiago secundando sus propósitos; y hoy día Chillán nos da una prueba espléndida de lo que puede la fe herida y la conciencia religiosa vulnerada, con el acta-protesta que se nos ha enviado con fecha 29 de agosto último.

Haciéndonos eco de todos los católicos del país, enviamos a los de Chillán un aplauso sincero y entusiasta, y los exhortamos para que mantengan vivo el espíritu que los anima hasta que, poniendo por obra todos los medios que franquean las leyes, consigamos de una vez y para siempre el reconocimiento de la libertad de nuestra conciencia, y el respeto por lo que es para nosotros el símbolo de augustos deberes en esta vida y esperanza de inmortales destinos después.

Los que en hora menguada han creído que es posible ahogar en el corazón de los católicos la fe sagrada que los alienta, han olvidado en su ceguera que la humanidad no ha tenido otro guía en diecinueve siglos, que los raudales de luz del Calvario, ni ha habido otra salvación para la moralidad de los hombres y de los pueblos que las austeras enseñanzas de la Iglesia.

Salvemos nosotros ese precioso tesoro de doctrinas y de moral, y habremos salvado los intereses más vitales de nuestro país. Los católicos de Chillán, por lo menos, sabrán llenar su misión tan dignamente como la han iniciado.

Entretanto, repitiéndoles nuestros aplausos, nos ofrecemos sus AA. SS. SS. Matías Ovalle; Miguel Cruchaga; Ramón R. Rozas; Carlos Walker Martínez; Antonio Subercaseaux; Carlos Irarrázaval. A los señores Excequiel Valenzuela Castillo, Pedro A. del Valle y demás firmantes de la protesta de Chillán.

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