ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Documentos
Capítulo III
Concepción.

Adhesión al Meeting del 8 de Julio.- Presentación ante el Presidente de la República.- Felicitación.

ADHESIONES AL MEETING CELEBRADO EN SANTIAGO EL 8 DE JULIO DE 1883

(De La Libertad Católica de Concepción).

Considerando la situación especial creada a los católicos chilenos por el Gobierno que actualmente nos rige, los infrascritos, en nuestro carácter de chilenos y de católicos, venimos en adherirnos y en hacer nuestras las conclusiones del meeting que tuvo lugar en Santiago el 8 de los corrientes; comprometiéndonos a empeñar todos nuestros esfuerzos en la defensa de nuestros derechos de ciudadanos y de nuestra fe de católicos. Concepción, 17 de julio de 1883.

Miguel I. Collao; J. B. Méndez Urrejola; Horacio Serrano; J. de las D. García; Ramón Herrera; Dionisio Tapia; J. Crisóstomo Herrera; J. Miguel Marchant; J. Miguel Prieto.

(Siguen más de ciento cincuenta firmas).

***

REPRESENTACIÓN AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

Exmo. Señor:

Los infrascritos vecinos de la ciudad de Concepción, en uso del derecho de petición, tenemos el honor de exponer a V. E. lo que sigue:

La ley de 2 de agosto último, al establecer que no se podrá impedir inhumación alguna en los cementerios administrados por el Estado o las Municipalidades, cerró por el mismo hecho las puertas de esos establecimientos a los católicos, para quienes es una costumbre antiquísima y venerable, encarnada en su culto y sancionada por la Iglesia, sepultar tan solo a los que murieron en su comunión en un campo santificado por sus bendiciones.

Rudo fue el golpe que esta ley asestó a nuestros sentimientos religiosos y a nuestro derecho de propiedad, más no irreparable mientras existiera el supremo decreto de 21 de diciembre de 1871 que permitía crear cementerios particulares y que el señor Ministro de lo Interior invocó una vez en el Senado como garantía suficiente para defender su proyecto contra los que lo impugnaban como atentatorio. Pero el decreto del 11 del mismo mes, firmado por el propio señor Ministro, revocando aquella facultad, nos arrebata la última esperanza que nos quedara y nos priva del derecho de sepultarnos conforme a nuestras creencias. De este modo lo que no habrían osado los enemigos de Chile, en el caso de haber triunfado; lo que Chile mismo no intentará jamás contra sus enemigos vencidos, una política sin entrañas, lo ha llevado a cabo contra los ciudadanos católicos de este país.

Pendiente hállase también ante el Congreso un proyecto de matrimonio civil; el cual, a más de amparar y legalizar el crimen, impone una farsa sacrílega a la conciencia católica. Desgraciadamente tanto este proyecto como el ya convertido en ley de cementerios, nacieron con la punta dirigida contra el inviolable Pontífice Romano, Jefe de la Iglesia; y de ahí es que tanto la una como el otro lastiman vivamente a cuantos reconocemos en éste al único soberano en el gobierno espiritual de las almas.

No debe ser buena esta política, Exmo. Señor, cuando para implantarla ha sido preciso olvidar que la Constitución garantiza el ejercicio pleno de la religión católica, y cuando por lo que respecta a cementerios, ha habido que olvidarla una vez más restringiendo el derecho de propiedad, hasta el punto de negarnos el de dedicar un pedazo de tierra para el descanso final de nuestros restos mortales. Sí, Exmo. Señor, con la mayor pena lo decimos: esta política no es sólo enemiga de Dios sino de la mayoría de los chilenos, que ciframos en él nuestra última esperanza después de esta breve peregrinación del tiempo. Es también enemiga de esos hijos ilustres que, si han sabido dar días de gloria a su patria, es porque comenzaron por amar la gloria del cielo; y cuando suene la hora, acaso no lejana, en que les exijáis que defiendan unas leyes que aborrecen, porque sus conciencias las condenan, es muy posible que se les caiga el arma de las manos.

Por todo lo cual, deseosos los infrascritos de apartar de su patria y de sus familias los males que ya divisan y de ser reintegrados en el goce de sus derechos desconocidos, se permiten llamar la atención de V. E. a la necesidad de proclamar de una vez una política elevada, generosa y reparadora, que lleve la tranquilidad a los ánimos conturbados, y cobije bajo el manto protector de la verdadera libertad a todos los chilenos, sin excepción alguna.

Dios guarde a V. E.      

Horacio Serrano; Ramón Herrera; Rafael Urrejola; Aníbal Las Casas; J. Crisóstomo Herrera; Dionisio Tapia; J. Miguel Prieto; Enrique García; Emilio Claro y Cruz.

(Siguen más de quinientas firmas publicadas en la Libertad Católica de Concepción y El Estandarte Católico de Santiago).

***

COMISIÓN DE LA ASAMBLEA POPULAR DEL 8 DE JULIO DE 1883.

Santiago, 18 de septiembre de 1883.

Motivo de singular satisfacción es para la Junta Ejecutiva de Santiago enviar a la Junta de Concepción los aplausos a que se ha hecho acreedora por la solicitud que ha promovido de los católicos de ese pueblo ante el Presidente de la República.

Si esa solicitud estuviera condenada a los mismos desaires que el orgullo insensato o la ceguera del Gobierno tuvo para la de los católicos de Valparaíso, el resultado moral en la gran masa de los católicos chilenos seria todavía mayor que si se le aguardara la consideración de hipócritas miramientos.

La provincia de Concepción, en uno y otro caso, atendida o no la solicitud que suscriben gran número de sus hombres más respetables, hace en esta ocasión honor a su pasado; su levantada actitud de hoy es digna del pueblo que dio tantos hijos ilustres a la patria desde los días mismos de la independencia, que ha asumido siempre en las horas difíciles de la historia actitud resuelta, y que ha merecido, por sus progresos, por su cultura y por su patriotismo, el título de capital del sur.

Esperamos que sean para en adelante estos mismos antecedentes, como lo han sido hasta ahora, estímulo de lo que tienen que esperar de Concepción en su defensa la conciencia del creyente y el derecho del ciudadano, hollados inconsideradamente por los hombres que gobiernan.

Con este motivo nos suscribimos de Uds. afectísimos SS. SS. Matías Ovalle; Miguel Cruchaga;  Antonio Subercaseaux; Carlos Walker Martínez; Carlos Irarrázaval; Ramón Ricardo Rozas. A la Honorable Junta Departamental de Concepción.

***   ***