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Relación que de la Conducta Observada por los Padres Misioneros del Colegio de Propaganda Fide, de la Ciudad de Chillán, Desde el año 1808 Hasta Fines del Pasado de 1814, Hace su Prelado el Reverendo Padre...
13. Presentación que hizo el prelado del colegio al Señor General don Gabino Gainza

Presentación que hizo el prelado del colegio al Señor General don Gabino Gainza de resulta de los tratados celebrados en Talca con los insurgentes, y odio esparcido contra esta casa y sus moradores

 

16 de mayo de 1814.

Señor General:

Vuestra Señoría tendrá la bondad de perdonarme si por la responsabilidad que tengo, como Guardián de este apostólico colegio, molesto por un instante su superior atención.

Señor, desde que el reino comenzó a meditar su emancipación de la corona de España ha experimentado de sus habitantes esta apostólica comunidad una distancia que ascendiendo al compás de los pasos que daban para verificar la independencia, ha venido a parar en un odio formal contra esta casa y sus moradores; manifestándole, como es notorio, en obras y palabras, en papeles públicos y secretos y en manuscritos e impresos que han difundido con las mayores calumnias que pudo inventar un corazón corrompido y poseído de un furor infernal, con el objeto de desacreditar con nuestras personas, las funciones de nuestro apostólico ministerio.

A consecuencia de esto se notó que cuando vinieron a atacar esta ciudad, su meditación más interesante era la ruina de esta casa, pasar a cuchillo a sus moradores y practicar con nosotros hechos enormísimos que no pueden darse a la pluma sin escándalo, atribuyéndonos la causa de que la plaza no se rindiera y que las tropas del Rey se negaran a entregar las armas.

La derrota que padecieron, lejos de humillarlos, hizo subir de punto el fuego de su odio que manifestaron de mil maneras hasta pintar con carbón en la Puerta de los Carros una horca con su víctima vestida de ropa talar y tal es el temperamento de sus corazones acerca de esta comunidad, que jamás hizo mal a nadie y siempre mucho bien a todos.

Por lo expuesto conocerá V. I. que esta comunidad, ni debe ni puede en conciencia confiarse en el Gobierno que en virtud de lo estipulado debe mandar en el Reino.

Porque, señor (hablo con libertad evangélica y con el debido respeto), tratamos con unas gentes cuyo carácter en la materia es la falsedad y el engaño.

Los mismos tratados publicados lo manifiestan y a poco que se mediten se ve claramente la felonía de que se valen para sostener su independencia.

Dicen que reconocen al Rey. Es verdad que le juraron, pero perjuros, le negaron luego la obediencia, hablando de la real autoridad en público y en secreto con el mayor vilipendio que es imaginable.

Dicen también que reconocen la autoridad de la Regencia que aprobó su Junta: son dos falsedades, porque nunca han reconocido dicha autoridad, antes la rechazaron por el artículo quinto de su constitución, ni la Regencia aprobó jamás sus juntas ni congresos.

Así se versan y han versado siempre en estos asuntos publicando sin reserva que con la boca hacen la guerra, y con la boca han de vencer, como lo verificaron en Concepción, donde después de haber jurado solemnemente al Rey y reconocido la Junta de Regencia, abusando de la benignidad del señor Pareja llamaron a los Carrera para que los libraran de este yugo.

Esto mismo parece acaba de verificarse en Talca de que se han apoderado, gritando ¡Viva la Patria! y tremolando la bandera tricolor a pesar de lo que dicen los tratados.

¿Pero qué fe podrán guardar a los hombres los que niegan la que prometieron a Dios en el santo bautismo?

¿Y de la fe de tales hombres podremos confiarnos?

No, señor, jamás haremos tal cosa. Siempre seríamos víctimas del furor, aun cuando quisiera favorecernos el Gobierno.

Supongamos, por un instante, que en virtud de los tratados mandara que no se nos moleste: ¿Pero cómo podrá impedir que unas gentes persuadidas contra nosotros hasta mirarnos como los mayores enemigos de su soñada felicidad, mediten y nos hagan todo el mal que puedan?

No puede ser en medio de las revoluciones presentes, y sabemos muy bien cómo hablaron de nosotros en Talca aun después de hechos los tratados.

No nos engañemos, señor, en todo tiempo hemos hecho constar que primero moriremos, antes que sujetar la cerviz al yugo de su infame sistema.

Esto mismo por la obligación que nos impone el carácter hemos persuadido a las gentes para que se mantenga fieles a la religión y al soberano; por ser así conforme a todo derecho humano, divino y natural; este es todo nuestro pecado, y este sería siempre.

Pero mandándonos el Evangelio que huyamos de una ciudad a otra, cuando somos perseguidos por nuestro ministerio y permaneciendo el odio de los insurgentes en el vigor que llevo expresado, se nos hace preciso dejar este pueblo y transmigrar al abrigo de las tropas a donde más convenga al servicio de ambas majestades.

Nosotros componemos un cuerpo peculiar que subsiste por sí, sin relación alguna con las otras comunidades, y sin dependencia del ordinario, sino sujetos al Padre Reverendísimo de Indias, a la Sagrada Congregación de propaganda Fide y al Soberano que nos condujo de España a cuenta de su Real Hacienda con el objeto de descargar la real conciencia por la obligación de dilatar la fe entre los indios infieles, y coadyuvar a mantenerla en los cristianos.

Por esto, somos admitidos y nos conservamos bajo de una particular real protección; y esta es la que ahora imploro y solicito de V. I. como Vice Patrono; suplicando se sirva proporcionar los correspondientes auxilios para nuestro aviamiento, el de las alhajas del culto y ornamentos sagrados; librando asimismo la providencia que juzgue oportuna para conservar estos edificios y muebles que quedan mientras las cosas toman otro aspecto que nos dé seguridad.

Dios guarde a V. S. muchos años. Colegio de Chillán y mayo 16 de 1814.

Fray Domingo González, guardián.

Al Sr. Brigadier General del Ejército Real de Chile Don Gabino Gainza. Es copia fiel,

Certificación

En virtud de la comisión que se nos dio por los, etc.