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Fuentes Bibliográficas
Julio Bañados Espinosa. La Batalla de Rancagua. Sus Antecedentes y sus Consecuencias
Capítulo VIII

CAPÍTULO VIII
Abascal desaprueba los tratados de Lircay y envía a Osorio.- Antecedentes del Coronel Mariano Osorio.- Desembarco en Talcahuano.- Organiza el ejército en cuatro divisiones.- Luis Urrejola.- Ildefonso Elorreaga.- José Ballesteros.- Manuel Montoya.- Rafael Maroto.- Manuel Barañao.

 

¿Por qué venía Osorio del Perú en son de guerra, siendo que estaban vigentes los tratados de Lircay?

Una vez que el virrey Abascal tuvo conocimiento de los tratados de Lircay y una vez que se impuso del contenido de ellos, los desaprobó con enfado y se propuso organizar una división para someter a sangre y fuego el reino de Chile. En el acto se puso a la obra, escogió 550 hombres del magnífico Regimiento de Talaveras que hacía poco había llegado de España al mando del coronel Rafael Maroto, 50 artilleros y un buen número de oficiales. Acopió abundante dinero para el pago de las tropas y gran cantidad de pertrechos de guerra, como ser municiones, fusiles, cañones y sables.

Preparada la división y las provisiones, las embarcó en el navío Asia y dio el mando en jefe al coronel de artillería Mariano Osorio que recibió instrucciones terminantes para romper los tratados de Lircay y someter incondicionalmente a Chile.

Osorio que gozaba en Lima de reputación muy superior a sus méritos personales, era sevillano. Había nacido en la hermosa Sevilla el año 1770. En Segovia recibió alguna educación y después de dedicó a la carrera de las armas. Se batió y ascendió con rapidez en la guerra de la independencia de España habiéndose encontrado en el sitio de Zaragoza. Más tarde, en 1812 se dirigió al Perú, en donde se ganó la amistad, el cariño y hasta la veneración de Abascal.

En Lima era considerado como valiente y sobre todo como instruido. Su valor lo demostraba con la cicatriz de una herida grave que recibió en la pierna derecha en uno de los combates que hubo en el sitio de Zaragoza. Su competencia la probaba con las lecciones de matemáticas que recibió con provecho en Segovia.

Osorio era de buen carácter. Su corazón predispuesto a la bondad y a la compasión. En benignidad y sentimientos, era muy superior a la mayor parte de los jefes que en América sostenían la causa real. Se había conquistado en la camarilla del virrey y entre la buena sociedad limeña cierta encumbrada nombradía por las batallas en que se había encontrado, por la habilidad que poseía para insinuarse por medio de agasajos y ocurrencias festivas, y por la fama que sin motivo a veces rodea al hombre que llega de tierras lejanas con decoraciones y títulos.

Estamos lejos, muy lejos de creer que tuviera talento militar suficiente para cumplir la ardua misión que se le confiara. No pasaba de ser un oficial mediocre, de cierta instrucción teórica y de alguna práctica administrativa en el ejército. Carecía de la audacia, de la viveza intelectual, de la rápida concepción, del ojo experto y sereno, de la pericia estratégica y de la avilantez de carácter, que constituyen el fondo del caudillo y del jefe. De mejor corazón que el que aparece en la historia a pesar de las crueldades que por debilidad permitió en la era luctuosa de la reconquista española, ingenioso a veces en la conversación familiar, picante en sus expresiones, de naturaleza flexible y fácil de dejarse arrastrar por las impresiones del momento, hombre de corazonadas y por lo mismo temible: Osorio dejó tras sí huellas que le son poco favorables como soldado y como gobernante.

Reconocido en el puesto de jefe de la división, leídas las instrucciones perentorias que le dio Abascal y que han visto la luz pública en El Pensador del Perú, se encaminó al Callao y se embarcó con destino a Chile. El 13 de agosto ancló en la bahía de Talcahuano el 18 del mismo llegó a Chillán a incorporarse al ejército de Gaínza. En esta ciudad fue recibido como libertador entre vítores, aplausos, abrazos y flores. Asistió a un gran Te Deum que prepararon los religiosos del Colegio de Propaganda y se alojó con su tropa en el convento de los mismos.

Pasadas las horas de júbilo y contento, inició sus operaciones con sorprendente actividad. Organizó dos escuadrones de caballería distribuyó su ejército en cuatro divisiones cuya composición, que sacamos en parte de la Revista de la guerra de la independencia de Chile redactada por el coronel de ejército realista José Ballesteros, es como sigue:

VANGUARDIA (1)
Coronel Elorreaga con milicianos: 200.
Teniente coronel de milicias Quintanilla con su escuadrón Carabineros de Abascal: 150.
Coronel Carvallo, con su batallón de Valdivia: 502.
Coronel Lantaño, batallón de Chillán: 600.
Total: 1.452.
La caballería constaba, pues, de 350, a las órdenes de Elorreaga.
La infantería de 1.102, al mando en jefe de Carvallo.
Además tenía la vanguardia 4 cañones de campaña.

PRIMERA DIVISIÓN
Jefe, coronel de ejército, José Ballesteros, con batallón voluntarios de Castro: 800.
Batallón Concepción, mandado por José Vildósola:  600.
Total: 1.400.

Con cuatro cañones de campaña.

SEGUNDA DIVISIÓN
Jefe, coronel de ejército, Manuel Montoya, con el batallón de Chiloé: 500.
Batallón auxiliar de Chiloé: 550.
Total: 1.050.
Con 4 cañones de campaña.

TERCERA DIVISIÓN
Jefe, coronel de ejército, Rafael Maroto con el batallón Talaveras: 550.
Dos compañías del Real de Lima al mando del comandante Velasco: 200.
Escuadrón de Húsares a las órdenes del comandante Manuel Barañao: 150.
Total: 900.
Con 6 cañones de campaña.

Ballesteros en su libro padece un error al sostener que los Talaveras constaban de 600 plazas, siendo que en el Callao se embarcaron sólo 550.

Además había en las cuatro divisiones 120 artilleros al servicio de las piezas.

Reasumiendo tenemos:

Infantería: 4.302 plazas.

Caballería: 500  plazas.

Artillería con 18 cañones y 120  plazas.

Total: 4.922 plazas.

Tanto el señor Barros Arana como Ballesteros han padecido una equivocación de suma al sostener que la infantería realista constaba de 4.352 soldados y no de 1.302 como decimos más arriba.

Para convencerse de esto, basta exponer los sumandos y ejecutar la operación, cosa que hacemos a continuación:

Batallón Valdivia: 502.

Batallón Chillán: 600.

Voluntarios de Castro: 800.

Voluntarios de Concepción: 600.

Batallón de Chiloé: 500.

Auxiliar de Chiloé: 550.

Talaveras: 550.

Real de Lima: 200.

Total: 4.302

La caballería se descomponía así:

Milicianos de Elorreaga: 200.

Escuadrón Abascal de Quintanilla: 150.

Escuadrón de Húsares de Barañao: 150.

Total: 500.

El mando superior estaba distribuido en esta forma:

Jefe principal, Mariano Osorio.

Jefe de estado mayor, Luis Urrejola.

Comandante de la vanguardia, Buenaventura Carvallo (2).

Comandante de la 1 división, José Ballesteros.

Comandante de la 2 división, Manuel Montoya

Comandante de la 3 división, Rafael Maroto.

Las caballerías reconocían como jefe a Ildefonso Elorreaga.

Casi todos los jefes divisionarios y varios oficiales subalternos del ejército invasor, eran notables por sus glorias militares adquiridas en las dos primeras campañas, por los talentos desplegados en ellas y por sus eminentes cualidades de hombres de combate y de empresa.

Ya conocemos a Osorio. En cuanto a Urrejola era un jefe muy honorable por sus bellas prendas personales, por su hidalguía y principalmente por su generosidad para con el vencido. Era un gran organizador y muy diestro en el manejo de la administración interior de un ejército.

En la vanguardia descuella en primer lugar el intrépido coronel Ildefonso Elorreaga que, después de admirables campañas y de empresas propias de leyenda, murió como un héroe en Chacabuco; le sigue el rudo y áspero guerrillero Clemente Lantaño más audaz que inteligente; y figura después en algo grado por su energía y tenacidad Antonio Quintanilla que fue el último defensor de la causa real en Chile.

En la primera división es digno de mencionarse José Ballesteros a quien debe la historia estudios hechos con imparcialidad acerca de los acontecimientos principales de las campañas que se sucedieron a contar desde 1813 hasta 1826. Es autor de la Revista de la guerra de la independencia de Chile que manuscrita compró el gobierno y que más tarde en 1851 se publicó por la imprenta del Estado. El manuscrito está en la Biblioteca en dos tomos, el primero describe a Chile con sus producciones, clima, recursos, población y geografía; y en el segundo las campañas de la independencia desde 1813 a 1826. Esta segunda parte es la que está publicada.

En la 2 división aparece Manuel Montoya, excelente oficial que acompañó a Pareja en su invasión y que siguió batiéndose con Sánchez, Gaínza y Osorio.

En la 3 división brilla en primer término el altivo coronel de Talaveras, Rafael Maroto, jefe orgulloso, valiente, muy ajustado a la ordenanza y a la disciplina, enérgico hasta la exageración, sereno en el peligro y de un carácter sin doblez, propio de los caballeros antiguos. Al lado de él y a sus órdenes estaba el bravo y leal Manuel Barañao que se cubrió de heridas y de gloria en los asaltos de Rancagua.

La inspiración, el plan inteligente, el nervio y el alma del ejército realista, no estaba en Osorio, sino en los excelentes y experimentados oficiales que hemos delineado al correr de la pluma.

 

Notas.

1. En el libro de Ballesteros hay un grave error de suma en esta división, debido a los correctores de prueba, porque en el original que está en la Biblioteca en manuscrito, no existe, En el libro se dice que la vanguardia constaba de 2.964, siendo sólo 1.452.

2. Osorio en la parte de la batalla de Rancagua dice que el jefe de esta división era Elorreaga. Es un error.