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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo IV. El Gobernador propone conciertos de paz a los indios - Batalla de Piculhue - Segunda campaña del Gobernador i combate de Los Robles.

Don Luis Fernandez de Córdova, estrechado de algunos politicones superficiales, que la solidez de sus discursos consiste en el aire de majisterio con que se producen i vierten sus proposiciones, escribió al gobernador, que ya estaba en Lima, i al virei, lo conveniente que sería llevase consigo algunos indios principales, que por serlo habían sido espatriados. Opinaban aquellos charlatanes, que la libertad de estos caciques era medio mui seguro para el restablecimiento de la paz, estincion de la guerra i para la sujecion de los araucanos. Por la noticia que de ellos se envió de la Concepcion, fué fácil en Lima recojerlos i se condujeron con toda distincion i con la misma se les tenia en reclusion. Deseaban éstos su libertad, pero no quisieron rendirse a pedirla, por no verse, de algun modo obligados al reconocimiento. Ni fué menester que ellos se interesasen, porque los famosos políticos se empeñaron en toda la valentia de su retórica para persuadir las conveniencias de su libertad. El gobernador, que tenia entendimiento de primer orden, conoció luego el carácter de los indios, i persuadido de que importaba poco su prision, i se aventuraba ménos en su libertad, sin dificultad entró por este partido. Les regaló mucho, i despedidos cortesmente, les encargó propusiesen a los de su nacion la paz, que estaba, pronto a concederla con buenas condiciones, i al mismo tiempo bien preparado para una ventajosa guerra, como ellos mismos habian visto. Esta dilijencia no surtió el efecto que vaticinaron los arbitritas, i entraron esos soldados mas al ejército araucano. No le lió cuidado este refuerzo. Tenia hecho bajo concepto del valor de estos guerreros. No veía uniformes en sus tropas, i pensaba que la superioridad de las armas de fuego les fuese insuperable. Esta confianza le tuvo en la batalla de los Robles, que referiremos sobre los umbrales de la desgraciada suerte de Pedro de Valdivia.

Luego manifestó Butapichun que los aparatos de guerra que vio ir con el gobernador no le causaron la menor alteracion. Seducido de una insensata soberbia, estaba persuadido que todo el poder de España no era bastante para oponerse a sus designios. Trató de juntar ejército, i no hubo dificultad para ello, porque los capitanes o caciques llevados de Lima i restituidos a su patria, persuadieron a sus compatriotas que el gobernador poseido de miedo les habia hecho la distincion i cortejo que por efecto de humanidad esperimentaron. En breve tiempo obtuvo Butapichun cinco mil hombres, i resolvió atacar con ellos la plaza de Arauco. Se tuvo esta noticia en la frontera de San Felipe de Austria, i el sarjento mayor la. pasó al gobernador i éste al maestre de campo que mandaba la plaza amenazada. (Enero 18 de 1630.)

Al mismo tiempo le previene que si Butapichun se resuelve al ataque de la plaza, le salga al encuentro con todas las fuerzas que pudiese, dejando competente guarnicion en la plaza, i que de mingun modo las dividiese; pero si se retiraban los enemigos sin hacer daño alguno, i sin desdoro de las armas, les dejase ir, que aun no era tiempo de empeñarse en combatirles. No necesitaba don Alonso de Córdova i Figueroa de tan prolija instruccion, que era un completo militar, pero aliquando bonus dormitat Homerus Ya le veremos. Remuleau, valeroso capitan de ausiliares, se hallaba de guardia avanzada en Quidico con treinta soldados de su compañía. Dispuso Córdova retirarle para que no fuese víctima de las armas enemigas, i envió al capitan de caballería Juan Torales con cien ausiliares i algunos españoles para que le condujese. Ya comenzamos a errar. Tres días despues de la salida de Morales se tocó alarma a media noche cerca de la plaza, i no se supo por quien. Por este vago tumulto salió Córdova aceleradamente con cuatrocientos españoles, los ciento cincuenta de caballería en tres compañías con sus capitanes don Juan de Adaro , Francisco Rodriguez i Hernando Muñoz, i los restantes de infantería con sus capitanes don Antonio Avendaño, Jines de Lillo, Alonso Bernal i Francisco de Carmona.

Dispuso que la gran guardia, compuesta de indios ausiliares, marchase luego, i lo esperase a distancia de una legua en una loma baja denominada el "Juego de Chueca;" porque en ella hacen los indios esta diversion, i que desde allí diese las noticias oportunas de lo que advirtiese en los enemigos. Detras de ella salió Córdova con los cuatrocientos españoles i doscientos ausiliares.

A los primeros pasos, de su salida le avisaron que la gran guardia peleaba con un escuadron del enemigo, i se adelantó con la caballería, i ordenó que Avendaño, comandante de la infantería, le siguiese a paso redoblado. Cuando llegó al "Juego de Chueca," halló a su gran guardia cantando victoria con las cabezas de los enemigos que degollaron por desviado de su ejército. Con estos ausiliares estaba Lázaro Ambrosio, mestizo que viéndose perdido se pasó a los nuestros, aparentando que deseaba vivir cristianamente, i cuando tuvo ocasion se volvió a los indios. Este advirtió a Córdova se volviese a la plaza, porque las fuerzas de Butapichun eran excesivamente superiores a las sumas. Se componian de tres mil hombres de caballería i dos mil de infantería, con ánimo resuelto de atacar a los españoles, si se empeñaban en perseguirles. Sobre la marcha hizo junta de guerra, i se determinó seguir adelante hasta encotrar a los capitanes Morales i Remulcau, que por momentos se aguardaban, i si no les sostenian, quedaban abandonados al arbitrio de Butapichun.

Determinada la marcha envió Córdova su gran guardia, compuesta de treinta araucanos i doscientos ausiliares con su teniente Alonso Rangel, i todos a las órdenes del capitan Antonio Gomez con destino de ocupar el paso de don. García, que es un desfiladero montuoso i prolongado. El teniente Rangel con los ausiliares, se excedió i pasó el desfiladero, i siguió tambien el comandante Gomez con los arcabuceros. Llegó Córdova con las tres compañías de caballería, i con las de infantería de Jines de Lillo i Alonso Bernal al paso de don García, i hallándole descubierto se sorprendió. Envió a reconocer las inmediaciones de su salida, que es el valle de Piculhue, i le avisaron el peligro en que se hallaba Gomez, que a los primeros pasos de su inobediencia encontró a los enemigos, que Butapichun habia destacado al reconocimiento del punto que no debia Gomez desamparar. No le pareció regular dejarlos perecer, i marchó con ánimo de entrar en funcion. Desmontó a los ausiliares i les interpoló con la infantería de Lillo i Bernal. Reconoció entónces la falta que le hacian las compañías de Avendaño y Carmona, que aun no habian llegado. Colocada la caballería sobre los costados de la infantería, marchó a los enemigos, i se comenzó una sangrienta batalla. A este tiempo llegó Morales con Remulcau, que caminando por veredas escusadas, no fueron vistos por los enemigos. (Enero 24 de 1630.)

Butapichun luego que vió a Córdova en el valle, salió a él con todo el ejército. Trabóse la batalla, i a las dos horas de combate huyó la infantería enemiga, y la persiguieron Lillo i Bernal con una parte de sus compañías. Hacian muchos destrozos en los indios, pero con el ardor de la batalla se separó de la caballería. Entonces Butapichun, aprovechando la ocasion, procuró cortarles la retirada. Destacó un escuadron de caballería i otro de infantería para que cuidasen de impedir la reunion, i él atacó fuertemente la caballería. Todo le salió bien, i perecieron aquellos capitanes a manos de su inconsideracion. Los ausiliares tomaron sus caballos i se dieron a la fuga. Córdova entónces que vió perdida la funcion, peleando en retirada procuró ganar el desfiladero. Conoció Butapichun la idea, i se opuso con todas sus fuerzas. Apesar de su opsición entró Córdova en él al mismo tiempo que ya iban a salir los capitanes Avendaño i Carmona. Aquí se renovó la batalla con mas ardor i se cubrió el desfiladero de cadáveres de hombres i de caballos. Córdova estuvo herido i en esta mala situacion le mataron el caballo i con mucho trabajo cabalgó en otro. Ya se acercaba la noche, i concibiendo Bitapichun que era difícil desalojar a los españoles de aquel ventajoso sitio por las armas de fuego, se retiró para su pais i Córdova para la plaza. Murieron los cuatro capitanes de infantería, Morales de caballería, cuarenta españoles i cerca de trescientos ausiliares, i de los enemigos mas de ochocientos.

Si Butapichun mantiene mas tiempo la batalla, el campo sin duda fuera suyo, porque ya quedaban pocas municiones a la infantería (1). Ambos jefes pretendian la victoria. Yo por ninguno me atreveria a decidir. La obediencia militar es mui estrecha i ninguno absolverá a Córdova de la nota de un inobediente arrojo. Ello es que la salida de Morales con cien hombres fue inconsiderada. Mas seguro era avisar a Remulcau su

peligro, i darle órden para su retirada. Córdoba debió adoptar el pensamiento del mestizo Lázaro; que era mui conforme a la órden del gobernador, i de ningun modo adelantarse separándose de la infantería, que le hizo fatal, i esta era la division de fuerzas que espresamente se le prohibia.

Llegó a la ciudad de la Concepcion la noticia de esta batalla, i su pérdida (enero 26), pero tan abultada, que el gobernador salió juego para Arauco acompañado de su antecesor. En Colcura recibió completa relacion de ella, enviada por el mismo Córdova. Conocía que las pérdidas de Butapichun fueron mayores que sus ganancias, i se recobró del cuidado con que salió. Quiso todavía marchar para saber que intelijencia se habia dado a su órden, i por qué no se observó. Su antecesor i otros que le acompañaban procuraron tranquilizarle, i le separaron de esta determinación porque no se retardase la salida que meditaba hacer contra Puren. Se volvió de Colcura a la Concepcion, i pasó órden a Córdova para que respondiese a estos cargos. Este se procuró indemnizar con la necesidad de sostener a Morales, que no debió haber enviado a Quidico, i el gobernador admitió llanamente el descargo.

Restituido a la Concepcion, aceleró la salida contra el rebelde país de Puren, i puesto en marcha, con setecientos españoles i cuatrocientos ausiliares, se dirijió al Biobio, atravesó la plaza de Nacimiento. Internó por Angol hasta la ciénega de Puren i lago de Lumaco. No le presentaron batalla los indios, ni pudo adquirir noticia de ellos. Se metieron en los montes con sus familias, miéntras pasaban por su país los estragos de la guerra. El gobernador entregó al fuego todo lo que podía servirle de pábulo, i regresó a la frontera de San Felipe con algunos prisioneros, que por confiados o curiosos no se ocultaron en los bosques, como hicieron los demas. I aflijido de la fiebre, que le causaba la habitual dolencia que padecía, se retiró a la plaza de Baena Esperanza para medicinarse i descansar de las fatigas de la campaña, que hizo sin la menor consecuencia, (abril), i dejó encargada la línea divisoria a Rebolledo, que le prometió no pasaría por ella Butapichun sin ser descubierto.

Este famoso araucano, que le dejó entrar en sus tierras, i no pensó hacerle oposicion para hacerle emplear las fuerzas en vago i desvanecerlas en marchas de ninguna consecuencia, determinó hacer represalias de las hostilidades que sufrió su pais. Tomó quinientos hombres escojidos, i burlado del vijilante cuidarlo de Rebolledo, pasó el Biobio por Coinco, paraje situado a la entrada de la cordillera por la caja de este río, tres leguas mas arriba de la plaza de Santa Bárbara que hoi tenemos, i pasando tambien el de Laja por su union con el de Rucue, se metió en la provincia de Chillan, i devastó su comarca. Dado el golpe de mano, emprendió la retirada por donde hizo la entrada con muchos cautivos i ganados vacunos i caballos.

Luego que el gobernador tuvo esta noticia, aunque se hallaba enfermo, se puso a caballo, contradiciéndolo todos sus capitanes, con cien ausiliares i doscientos soldados de caballería, que cada uno conducia un infante a la grupa. Salió a buscarle, i a las ocho leguas de marcha dió con la huella. Al siguiente dia la siguió hasta las cuatro de la tarde, que por fatigados los caballos determinó alojar al norte del rio Itata, en el paraje llamado los Robles, situado cerca del rio Chodban, en la pradera de Quilaleu (mayo 11). Con la caballería tomó todas las avenidas del campamento, i la infantería se ocupó en atrincherarse. Apretado de la fiebre que le incomodaba, se tendió en el campo sobre la verde yerba, sin recelar que podia tener mui cerca a Butapichun. Este se mantuvo en puntual observacion de los movimientos del campo español, i cuando le pareció que habia mas descuido, se echó sobre la caballería con ímpetu furioso. El gobernador montó a caballo, i con doce oficiales reformados de su guardia, que le guardaban la espalda, restituyó el buen órden i se trabó una sangrienta batalla. Después de una hora de dudoso combate, reconoció Butapichun su pérdida. Se hallaba herido de peligro i se acercaba la noche, i para no perder la presa que llevaba, dejó el campo de batalla, i en él doscientos cincuenta hombres que perecieron de su partida. Pero se retiró mui airoso porque nada perdió de la presa: i mui ufano porque llevó un jubón o casaquete de escarlata que se le cayó al gobernador en el combate, i usaba de él como trofeo en todas sus asambleas. El gobernador no pudo seguirle, pues apénas quedó alguno sin herida, i los caballos estaban fatigados de la marcha i de la funcion, que fue un violento choque. Murieron un capitan, cuarenta soldados i muchos ausiliares. Al dia siguiente se retiró a Buena Esperanza, i de allí pasó a la ciudad de la Concepcion á medicinarse i poner órden en el gobierno político i materias de justicia.