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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo CXVI. Deja Don Ambrosio La Frontera i se traslada a la ciudad de Santiago - Prosigue las hostilidades de los indios - Fermenta entre ellos una conspiracion contra los españoles, i vuelve don Ambrosio a su destino.

La gravedad de los hechos que hemos referido i su disonancia con las leyes divinas i humanas tenia a don Ambrosio en grande cuidado que no le dejaba descansar. Agitado de funestos pensamientos se propuso pasar a la capital con designio de explorar los ánimos del presidente i oidores i afianzar su amistad con el asesor letrado i con el secretario del gobernador, i asegurar su suspención en todo evento; i como las continuas hostilidades de los indios quitaban tono honesto motivo de solicitar licencia para apartarse de la frontera, la pidió para los baños de aguas termales i obtenida dejó las de la provincia de la Concepción (1777), i eligió los de Cauquenes en la, de Santiago, que dista veinticuatro leguas de. Esta ciudad. Luego que llegó lo participó al gobernador i pocos días despees con motivo de la cercanía la alcanzó para, personársele i entró en la capital el día 3 de mayo donde puso en ejecución sus ideas. Pero los indios no se lo permitieron por mucho tiempo, porque a los partidarios aunque les faltó su principal jefe Ayllapagui les quedó otros subalternos i no desistieron de su sistema de hostilizaron. Por otras partes el cacique Caullantu, primojénito del toqui Lebian, joven revoltoso i de genio inquieto, soberbio, arrogante i atrevido (circunstancias todas que en grado superior heredó) de su padre, resentido de la muerte alevosa que dieron a éste, se internó por los montes de los Andes sin otro objeto que inducir a sus compatriotas a una conspiración general para tomar venganza de su agravio. Luego se dejaron sentir las malas resultas de la negociación de Caulantu, dé que se pasó aviso al gobernador; i don Ambrosio se vio estrechado a regresar a su destino con alguna aceleración (diciembre de 1777).

Púsose en la frontera autorizado con la plenitud de facultades quo puede apetecer un jefe de aquel distrito, i sostenido del gobierno se dedicó a extinguir las fermentaciones que había ocasionado el caviloseado de Caullantu. Descubrió sus tramoyas i sus ideas, i convencido ele, ellas le amenazó i le hizo ver que experimentaría misma cruel cuchilla que pasó por la garganta de Ayllapagui. I para aquietarle dispuso asistirle con sueldo de soldado i a la madre viuda con igual pensión; i después de haberle obsequiado mucho en señal de amistad le despidió, de modo que el pehuenche regresó a su parcialidad menos exasperado de lo que estaba.

Las hostilidades de los subalternos de Ayllapagui exigían pronto remedio, i para evitarlas aceleró la traslación de la plaza de Puren i alcanzó orden del gobernador para que sea levantase un fortín en el cerro de Mesamovida, que descubre el vado del Niobio en Negrete. Se concluyeron ambas fortificaciones (1778), i con ellas no está la divisoria tan descubierta como antes, mas no cesaban las irrupciones. I para contenerlas se valió de las máximas de su política; hizo amistad con algunos caciques i capitanes que residen cerca de aquel río, dándole ganado de lana, vacas de leche, pares de bueyes, trigo i otras simientes, i les asignó sueldo de soldados i haciendo del ladren fiel huso i cargo de éstos el cuidado de la divisoria por la parte del norte que ellos habitan i satisfecho de que la dejaba bien asegurada se trasladó a la cuidad de la Concepción en mayo de 1778. Si esta política es buena yo no lo alcanzo; estoy persuadido no ser de hábiles ministros comprar la paz a los vecinos porque es hacerlos más poderosos. Lo cierto es que nada se avanzó sino fortificarlos mas para que hostilizasen el territorio español i ponerlos en estado de no necesitamos, Cinco compañías de caballería tenia entonces la frontera dispersas en varios destinos i una remonta de setecientos caballos, que en aquella a fue considerablemente aumentada a costa de los habitantes de los partidos de Maule, Curico i Colchaba del modo que más adelante diremos. Guarnecidas las plazas de la frontera con trece compañías de infantería que entonces tenia, se pudo reunir toda la caballería i acordonando con ella el Bio-bio bajo las órdenes de un oficial de experiencias militares i buenos talentos, ni las moscas de los indios hubieran pasado al territorio español. Pero la poca tropa de caballería destinada a aquellos lados residía en la plaza de los Anjeles, que dista cerca de cinco leguas de la divisoria, i no sé hacia salir sino es cuando ya los indios se habían dejado sentir con el golpe, i ya se deja conocer la inutilidad de esta operación. La repetición de irrupciones enseñó a poner una patrulla de quince a veinte hombres que no pocas veces hizo buena suerte contra los partidarios, i esto mismo ministraba luces para haber conocido la necesidad de acordonar el Biobio. El cordón hubiera evitado las hostilidades i les hubiera quitado el recurso de saquear el territorio español para poder subsistir, i estrechados de la necesidad se hubiera rehuido a ventajosos partidos sin la precisión de valerse del arbitrio de comprar la paz i de gravar al erario con pensiones que hasta hoy subsisten.

La experiencia manifestó la insuficiencia del arbitrio de la política de don Ambrosio. No faltaron partidarios que insultasen las estancias de los españoles i al favor de la paz celebrada con el gobernador i muchas veces ratificada con don Ambrosio las máximas de su política. Trató de comprar las vidas de los partidarios con la especial condición de que los, caciques pensionados los decapitasen. No se resolvieron éstos a entrar por este método, pero sí adoptaron el de entregarlos a los comandantes de las plazas situadas sobre la divisoria, i tomó por ájente de esta negociación al indio Güircal, natural de la parcialidad del Tub-Tub, que convertido al cristianismo i pasado a los españoles se llamó Francisco Córdoba. En estas circunstancias se trasladó don Ambrosio a la Concepción, dejando de comandante de la plaza de los Anjeles con especial encargo de estar a la mira de la divisoria por aquella parte, i allí tuvo noticia de haber entregado el cacique Mariluan por un par de calzones i un sombrero a un partidario pariente suyo mui inmediato, en la plaza de San Carlos de Puren. Pasó orden a su comandante, el capitán don Juan Segundo López, natural de lar ciudad de Sevilla, para que le siguiese causa, i si resultaba reo, de delito que según las leyes tuviese pena capital se la hiciese sufrir. López sé le excusó con la ignorancia de las leyes i la de levantar proceso, i me pasó una orden soca para que pasase a aquella plaza a mandar quitar la vida al partidario. Yo echo menos en su orden la dispensación de la real cédula, de 10 de octubre de 1662 que prohibe se ejerciten sentencias de muerte sin consultarlas con la Audiencia del distrito, nada menos que con pena de la vida a los jefes subalternos. I pareciéndome no serme permitido poner en duda sus facultades, i finas habiéndole visto ahorcar españoles sin esta circunstancia, obedecí ciegamente sus órdenes. Pero como buen amigo de don Ambrosio, procuré en la expedición de esta causa que fue tres, salvar su conducta i ponerle a cubierto de resultas. Pió parte al gobernador con los tres procesos i se negoció que la Audiencia aprobase la ejecución de las tres sentencias, i confidencialmente se le admitió la indispensabilidad de la consulta al real acuerdo i su aprobación. I en verdad que si el arbitrio de don Ambrosio i su resolución fue inocente, estaba ya decidida la cuestión de sí es lícito jugar segura nuestras le es a los que no están sujetos a ellas. Pero sea lo que fuese de la licitud de aquel método debemos ponernos en el caso ele ser indispensable buscar arbitrio para intimidarlos i reducirlos a vivir de su industria i para contenerlos en sus deberes i que olvidasen la rapidez i los crueles homicidios inseparables de esta conducta. Sus hostilidades tocaron ya en lo sino de la crueldad. Asesinaban a los varones españoles (confesemos quo en esto se hacían represalias) i ya no se embarazaban llevando mujeres i niños, como solían, sino que encerradas en sus mismas casas las quemaban vivas. Esta bárbara i cruel inhumanidad hedía remedio; conoció don Ambrosio la necesidad i eligió el que, se ha referido.

Con el método de Don Ambrosio i dos partidas de caballería que puse sobre el Niobio para que batiesen la ribera septentrional en sus principales vados, cesaron por aquella parte las transgresiones de, la divisoria a excepción de uno u otro ladróncillo quo en el pillaje no e cedían de dos o tres animales, i esto sin armas ni ánimo despechado de ponerse en defensa, i no con frecuencia sino mui rara vez. Pero aunque cesaron las hostilidades por el Biobio, no por eso logró la frontera de la tranquilidad que necesitaba para prosperar, porque los pehuenches bajo la conducta de varios caudillos las insultaban con bastante frecuencia por todos los boquetes de los Andes i devastaban los pingües potreros (126) donde se crían i ceban los ganados vacuno i caballar.

Esta era la triste situación de la provincia de la Concepción, i no obstante se informaba a la corte que en aquel reino todo estaba en los brazos de la paz, i que sus Habitantes sé lisonjeaban con sus delicias. Este engaño es en Chile mui antiguo, porque de mui lejos viene que sus gobernadores i jefes subalternos que intervienen en estos negocios; conozcan que es el mejor fundamento para levantar la grande obra de sus ascensos, sin alas mérito, ni otro trabajo, que escribir. Gibamos al citado Paseulian (127): "De la misma suerte juzgo yo (dice) que los gobernadores que vienen no atienden mas que a sus intereses particulares, a costa del común i de los pobres, i en lo aparente solo hacen papeles de servidores de su majestad, haciendo informes siniestros, i contra la verdad i lo que patentemente estamos experimentando. Conocen los gobernadores que el reino siempre ya en decadencia, que los indios no están conquistados, i causada gravásemos perjuicios en nuestras fronteras: pero ellos ocultan estos males, i tienen la audacia de, aun aquí mismo, querer persuadir lo contrario de lo que experimentamos i tocarlos por nuestras propias manos i penetrados de las leas vivo dolor, viendo que estas maldades contra el Estado, lejos de tener remedio lo imposibilitan mas con sus maniobras i mas adelante prosigue (128). Pues el doliente está acabando, i aunque reconozca el gobernador que es el mal incurable, o porque vino de prestado, o porque el otro quiso acreditarse, publican su mejoría dejando solapado el cáncer. Corre a lo largo la fama enviando escritos, e informes repetidos a la corte. Le aplaude el consejo, i se alegra de oír su buena suerte encubierta en relaciones falsas. I si alguno con caridad cristiana i celo del servicio de Dios i de su real majestad quiere desengañarle manifestando lo contrario con verdades descubiertas, son atropellada sus razones, i mal mirados sus escritos. Ni hay por esta causa quien se atreva a decir la verdad. De apuesta calidad son los gobernadores de Chile, que es de donde voy hablando con experiencia."

Los corregidores de los partidos de Chillen, Maule, Cauquenes i Colchagua, en cuyos distritos caen los expresados boquetes, no tenían la fuerza que era menester para resistir a aquella bárbara guerra nacional; i pasaba al gobernador repetidos avisos de las irrupciones que experimentaban, i le pedían librase oportunas providencias para su contención. Pero el remedio fue peor que la enfermedad, porque sabiendo el gobernador que los indios de aquel reino son dominado del interés sé persuadida que quitándoles el cebo suspenderían las hostilidades. Mando desalojar de ganados los potreros de la cordillera i sus inmediaciones (1777), i a su modo de entender quedaba evitado el mal, porque no hay remedio más eficaz para que los gorriones no coman el trigo, que no sembrarle; ni mejor medio para libertar de ladrones una casa, que no habitarla. Los hacendados conocieron la irreparable pérdida, que era consiguiente de esta determinación, i se desentendieron de una orden perjudicial al público i al erario, cuyas entradas se disminuyen cuando padece quiebras, i deterioros al vasallo. Siguieron los pehuenchés su sistema hostil, i reclamaron los corregidores por la insuficiencia de aquel medio. El gobernador también sé mantuvo en la persuasión de la bondad de su arbitrio, i concibiendo no haberse dado cumplimiento a sus órdenes, repitió la despoblaron de potreros. La intimó por bando que hizo publicar por aquellos partidos imponiendo pena de confiscación de todos los ganados que se hallasen en ellos: i al propio tiempo pasó orden a Don Ambrosio ciara que enviase una partida de caballería al mando de un oficial que celase el cumplimiento de su resolución.

Los habitantes de aquellos partidos conocían que1ajando sus ganados a las llamaras se les habían de morir en el verano por falta de pastos: i reflexionando que por parte de los pehuenches era contingente la. Pérdida, se determinaron a ocultarlos en lo más remoto de las montarlas subandinas. Pero el oficial comisionado (1778) tomó con tal empego el obedecimiento de la orden del gobernador, que la observó hasta en los ápices, sin consideración a las circunstancias ocurrentes, i secuestró cantidad de caballos, que condujo a la, plaza de los Ángeles, i aumentó la remonta del cuerpo de caballería.

Se propagó la noticia de este negocio por los partidos, que se extienden hasta los Andes, i trataron aquellos habitantes de obedecer el bando, i probar fortuna en las llanuras, con lo que cesó por, entonces la hostilidad que les iba de adentro de casa. Nada bien les fue: murió mucho ganado, principalmente del caballar que habían libertado del rigorismo del comisionado, i aunque lo representaron a gobierno no fueron iodos. 1 persuadido de lo conveniente de aquel pensamiento, dirigió nueva orden a don Ambrosio para que se repitiese la misma operación. Conocía este jefe la necesidad que tenían aquellos habitantes de poner sus ganados en los potreros de la prohibición para que no se les muriesen. No se le ocultaba lo pernicioso de la orden que dejaba desmontadas las milicias de aquellos partidos, i por razones políticas no representó al gobernador los inconvenientes que tocaba teniendo la cosa presente, i estuvo expuesto aquel territorio a una subversión peligrosa, i de difícil reparación.

Envió don Ambrosio la partida al cargo de otro oficial, pareciéndole se hallaría en él la prudencia que se necesitaba' en tan crítico negocio; pero este comisionado observó con mayor rigor la instrucción del gobernador. Enviaba de secreto pequeñas divisiones que caían de sorpresa sobre los más pequeños potreros donde sospechaba o tenia noticia de haber ganados, i secuestró algunas cantidades de caballos, que también remitió a la misma plaza, i se aplicó a la remonta. Ambos comisionados estuvieron persuadidos que no se podía cumplir la orden del gobernador si no embargaban ganados, porque no sabiendo distinguir entre la pena, i el fin de la leí, entendieron que aquella piratería era el objeto de la orden del gobernador, sin pararse a considerar que ningún otro dato podían hacer los pehuenches que el que ellos ejecutaban. Esta práctica exasperó los ánimos, i el partido de Curicó estuvo a punto de sublevarse. Orientado el gobernador de esta revolución, volvió sobre sí, i reconocidos los inconvenientes de su determinación, graduó la conducta de oficial comisionado de demasiado material. Lo conoció también don .Ambrosio, i dispuso fuese relevado por el capitán graduado (hoy comandante de aquel cuerpo con grado de coronel) don Pedro Nolasco del Río, que se condujo en la comisión con prudencia, i llevó a efecto la orden del gobierno, sin quitarles a aquellos habitantes ni un solo caballo.